Renuncias en la Fiscalía




Las sociedades modernas se estructuran a partir de la igualdad ante la ley, que coloca a todos los seres humanos en la situación de pretender el acceso a cualquier posición, de allí la necesidad de generar un orden social en que esa pretensión pueda ser satisfecha de una manera justa.  Por ende, la política es una gran discusión sobre la justicia y sobre los medios que permitan, en el decir de Ulpiano, "dar a cada uno lo suyo".

Cada persona tiene una visión de lo que es justo y sus creencias religiosas, así como sus valores, determinan esa visión. Por eso muchas de las mayores atrocidades se han cometido en aras de alguna noción de lo justo. La democracia es una forma de gobierno que, inspirada en la igualdad esencial de los seres humanos, busca conjurar ese peligro, por la vía de someter al escrutinio de los ciudadanos los distintos proyectos que intentan resolver la cuestión de la justicia.

El estado de derecho, por su parte, delimita competencias y procedimientos, también para reducir al máximo posible la arbitrariedad que se puede derivar del ejercicio del poder "iluminado" por convicciones personales. Savonarola, aquel monje florentino, es la máxima expresión de lo que el pensamiento moderno intenta evitar mediante fórmulas de control.

Por todo esto es que la renuncia de dos fiscales del Ministerio Público, que han señalado que se van de la institución, porque no comparten la decisión de su superior jerárquico respecto de una investigación particular, me parece una decisión compleja de analizar.  No tengo razón para poner en duda que a ambos les inspira un auténtico sentido de justicia y consideran que, al resolver como lo ha hecho, el Fiscal Regional ha cometido un acto injusto. Pero otra cosa es el juicio que uno puede hacer, ya no de sus intenciones, sino de sus actos, específicamente de la referida renuncia y ahí sí que, me parece, su decisión no colabora con el objetivo de avanzar hacia una sociedad más justa.

El tema a dilucidar no es si la decisión del Fiscal Regional fue equivocada o acertada, sino si se ajusta a la ley, si fue adoptada dentro de su competencia y sin estar influida por presiones o corrupción. Nada de esto está en duda, se trata de una resolución que se inserta dentro del marco objetivo de las reglas de enjuiciamiento criminal. La renuncia de los fiscales, en cambio, es una forma de presión que intenta hacer prevalecer su punto de vista particular, no estando llamados ellos por la ley a decidir, simplemente porque consideran que su opinión es de una jerarquía éticamente superior y, por eso, debió prevalecer.

En la renuncia de los fiscales hay algo de Savonarola y ese no es el camino por el que avanzan la justicia ni la modernidad. Por el contrario, es la puerta por la que han entrado todos los fanáticos y las peores injusticias.

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