Réquiem por Marco
LOS CONTRIBUYENTES de este país (a quienes, por cierto, no tengo el agrado ni la pretensión de representar) no queremos dejar pasar un hecho informativo que, aparte de ciertos troleos tuitísticos, transcurrió sin pena ni gloria. Se trata, pues, del cero por ciento alcanzado en una reciente encuesta por quien alguna vez osó simbolizar el cambio revolucionario, juvenil y renovado en la política chilena. Se hizo autodenominar como ME-O y dedicó sus últimos siete u ocho años de vida a la desafiante (y frustrante) tarea de convertirse en presidente de nuestro país.
Contó para ello con el gentil aporte de nuestros impuestos, que sirvieron para financiar campañas y un partido que no dudó en fusionar con otros partidos instrumentales creados por él mismo para sortear el mínimo de votos requeridos por la ley. Cierto es, en todo caso, que los fondos públicos no le fueron suficientes, por lo que sus cercanos terminaron envueltos en el truco de las boletas truchas y los aviones en préstamo.
Astuto, ágil ante las cámaras y poseedor de una dialéctica tan acelerada como imparable, este fundador del movimiento díscolo, no tuvo la misma sagacidad como para atisbar la aparición de nuevas figuras que terminarían por reemplazarlo en este mundo de la izquierda desencantada. Los Boric, los Giorgio y las Beas, que surgieron tan rápido como las canas que pueblan su cabellera.
¿Cómo no te diste cuenta, ME-O? ¿O es que al final siempre fuiste parte del establishment? ¿Viajas en Business como toda figura de izquierda que se hace respetar? Te apuesto que ni los vendedores de hot-dog te lanzan improperios en el avión. Porque, en el fondo, no caías mal. Te cuadrabas con el mando, como quedó demostrado ese día en que, medio taimado, anunciaste tu voto por Frei, el divertido. Y votaste por Frei a cambio de nada. Por cuidar tu domicilio político, como alguna vez confesaste. Fíjate la diferencia con el chico listo de Revolución Democrática, que consiguió un cupo asegurado a la Cámara, repletó el Ministerio de Educación con sus boys y, cuando las alarmas se encendieron, negó tres veces a doña Michelle y se declaró por siempre independiente y revolucionario.
¿Qué te queda ahora? Supongo que querrás seguir con tu candidatura. Quizás por tu cabeza ronda la idea de que podrías ser el nombre salvador para la debilitada candidatura de la Nueva Mayoría. Probabilidad baja, reconozcámoslo. En el horizonte asoma también la posibilidad de una senaduría o una diputación o un corecito o concejal por alguna parte o volver a las superproducciones televisivas. Después de todo, "La vida es una Lotería" merecía un Oscar o un Grammy. Ironías del destino… la vida es una lotería y a ti te tocó el cero.








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