Rompe paga




El municipio de Santiago ha decido implementar un medida, aparentemente radical, para hacerse cargo de los destrozos –y sus consecuentes costos económicos– que involucran las tomas en establecimientos educacionales: demandará a los padres por los daños generados por sus hijos.

Esta decisión, amparada en el Código Civil, no solo contempla la responsabilidad respecto de los propios hechos, sino que también "del hecho de aquellos que tuvieran a su cuidado". Más allá de los ingredientes jurídicos para que opere la presunción –disputa que se dará en tribunales–, una análisis superficial podría denunciar que la motivación de esta medida se encuentra en el análisis financiero de las arcas municipales, sin avizorar lo profundamente educativo que es hacer de alguien un responsable.

Y no es educativo porque sea ejemplificador. Por supuesto que ejemplifica, pero su carácter educativo está en que se constituye como una acción educativa concreta para enseñar, a fuerza del castigo correspondiente, que los propios actos tienen consecuencias. No importa que jurídicamente el perjuicio no constituya un castigo: lo realmente significativo es transmitir que no da lo mismo lo que usted haga porque debe responder de aquello. Y si bien hoy lo hacen sus padres, no queda mucho tiempo para que lo deba hacer usted mismo en todo ámbito.

El idealismo revolucionario,  sobre todo el del movimiento estudiantil, sólo asume responsabilidades positivas. Esas que hablan de "poner el tema en discusión" o "denunciar injusticias". Pero siempre le costó –en algunos casos nunca llegó – reconocer las cosas que se hacían mal. Nunca hubo responsabilidad por la quema de locales, agresiones a civiles, el pillaje y un largo etcétera.

El punto es que ambas cosas se pueden separar. Se puede llevar adelante una expresión política, pero no es necesario que para ello se destroce todo en el camino. ¿Recuerda alguno las pacíficas marchas contra HidroAysén? ¿Qué cultura hay en quienes buscan mejoras en la educación utilizando como medio el destrozo por simple placer? ¿Hay civilidad al alegar por mayor calidad, al tiempo que se despedaza la propia casa de estudios? Son algunas de las preguntas que nos volvemos a plantear gracias a esta medida.

La política es señales y símbolos. El de la Municipalidad de Santiago es uno de los más importantes del último tiempo: poner los puntos sobre las íes para educar a sus propios alumnos. El efecto educativo no está sólo en la ley (como en el caso de la ley de tolerancia cero), sino que también en el gobernante. Y si bien pocos han criticado esta medida, muchos menos estaban dispuestos a aplicarla. Quizás la Municipalidad recaude muy poco, pero es mucho más importante lo que va sembrando para el futuro.

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