Tierra de nadie
HACE AÑOS comenté acerca del "urbanismo para los pequeños pueblos". Asimismo, he visitado los malos ejemplos de las intervenciones de obras públicas y su impacto sobre el paisaje. Sin embargo, hay un tema que engloba todo esto, cual es, la ausencia de tuición sobre la ruralidad que está recibiendo desarrollos. No me refiero al "campo-campo", ni al desierto pleno, ni a los bosques húmedos, que son materia más bien de conservación ambiental. Me refiero a aquellos lugares rurales que por su belleza escénica son locación para viviendas de veraneo, equipamiento turístico y hotelero, marinas, etc. Desarrollo que hoy se aloja en bordes lacustres y sus entornos, y bordes costeros principalmente. Ese territorio, cuyo atractivo es su paisaje y su rusticidad, está abandonado a escasas herramientas regulatorias que no logran compatibilizar adecuadamente las iniciativas con su entorno. El peligro: que ese atributo que justificó la inversión, desaparezca por la falta de ordenamiento y diseño inapropiado. Estamos en "tierra de nadie".
Los desarrollos en el área rural se acogen a dos mecanismos. Uno es la posibilidad de subdividir el suelo hasta en lotes de 5000 metros cuadrados; las llamadas "parcelas de agrado". El segundo, es el mal llamado cambio de uso de suelo, que en rigor es un procedimiento liderado por el Ministerio de Agricultura, que permite autorizar equipamientos y edificaciones ajenas a la agricultura en las áreas rurales. Ambas herramientas se aplican sin consulta alguna a los gobiernos locales (municipios) y asimismo son resueltos caso a caso. En otras palabras, en las comunas eminentemente rurales los municipios no contralan su territorio y el desarrollo se da sin un ordenamiento adecuado.
En relación a lo anterior, muchos han planteado que la planificación intercomunal, que tiene tuición sobre el ordenamiento de algunos temas en las áreas rurales podría ser la solución. Otros plantean que la solución es hacer de esa tierra un suelo urbano para que puedan existir reglas urbanísticas, a saber, un plan regulador. Mi parecer es que ninguna de las dos es solución ya que la planificación intercomunal no logra modificar el patrón de desarrollo en el territorio rural y la realidad supera la intención. Y por otra parte, convertir en suelo urbano los lugares rurales con aptitud de desarrollo, termina por destruir el valor de lo rústico, llenando de hormigón, postes y cables estos paisajes prístinos.
Esta "tierra de nadie" es justamente el caso, donde no existe una bala de plata que solucione todo de una vez, y es el "diseño" el llamado a generar calidad, armonía y valor agregado al entorno rural. Nuestra legislación no cuenta con las potestades para que se puedan introducir por ejemplo "guías de diseño" que realmente permitan mejorar el resultado físico de estos proyectos y su inserción paisajística. La planificación y ordenamiento territorial-ambiental debiesen centrarse fundamentalmente en regular temas de saneamiento, servicios básicos y vocaciones generales del territorio.
Como alguien dijo, más que un estado somos una geografía. Esa geografía debe convertirse en materia de política pública. Hay que ponerle "dueño" a lo rural.








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