"Hay una pasión inhibida en el sonido enorme de Arcade Fire.

Mezclan de todo; desde Motown hasta Chanson,

pasando por Talking Heads y The Cure

en una adrenalina caleidoscópica"

David Bowie, Rolling Stone, 2005

David Bowie escuchaba mucha música. Su carrera estuvo marcada por la búsqueda incesante de nuevos sonidos que pudiera plasmar de disco en disco. Tenía una colección personal de más de 2.500 vinilos de todos los estilos y épocas imaginables. Uno de los grandes talentos del Duque Blanco fue su capacidad de descubrir posibles influencias en cada rincón.

Pero, a diferencia de muchos de sus coetáneos, la inquietud del oído de Bowie no desapareció con la edad. Hasta sus últimos días, el británico no sólo escuchaba mucha música; escuchaba mucha música nueva, y se acercaba directamente a los responsables de hacerla.

En la segunda mitad de sus 50, retirado de los escenarios (y aparentemente de componer) y recuperándose de un ataque al corazón en 2003, Bowie fue más hípster que muchos con la mitad de su edad.

En 2004, cuando los canadienses Arcade Fire lanzaron su disco debut, Funeral, eran aún una banda de culto en Estados Unidos. Aun así, encontraron en Bowie uno de sus fanáticos de mayor renombre. "Compré una torre completa de CDs de Funeral y se los regalé a todos mis amigos. Generé a muchos nuevos convertidos", dijo el autor de "Heroes" con entusiasmo a la revista Rolling Stone. En 2005 compartiría escenario con ellos e interpretarían tres canciones en el evento de caridad Fashion Rocks, en una presentación que se transformó en un EP. La colaboración definitiva llegaría en 2013, cuando Bowie hiciera voces adicionales de la canción Reflektor, del álbum del mismo nombre. "Bowie no sólo creó el mundo que hizo posible que nuestra banda existiera, también nos recibió con calidez", dijo Win Butler tras la muerte del ícono.

Los de Montreal no fueron los únicos en recibir la aprobación pública del legendario músico. En una sesión fotográfica, a mediados de la década pasada, Bowie escuchó de fondo el EP Young Liars, de TV On the Radio, una banda indie de Brooklyn. Acto siguiente, el británico contactaba a Dave Sitek, productor y guitarrista del grupo, con quien entablaría una amistad. Sitek le enviaría los demos de lo que sería el segundo disco del conjunto, Return to cookie mountain, y casi como una broma, le dijo que debería colaborar con ellos en "Province", una canción que le había gustado particularmente al británico. A la semana siguiente, Bowie se aparecía en el estudio del grupo, y grababa una de sus contadas apariciones en disco durante su retiro de una década.

En 2013 conocería a la cantante neozelandesa Lorde, a quien -según contaron sus colaboradores- Bowie veía como "el futuro de la música". No es de extrañar que la joven fuera la seleccionada para el homenaje de la banda del Duque Blanco en los Brit Awards.

Cuando finalmente volvió oficialmente a la música, sus influencias recientes lo siguieron marcando. Le encargó al productor James Murphy, cerebro detrás de LCD Soundystem –y a quien conoció a través de Arcade Fire-, hacer un remix de su canción "Love is lost" de The Next Day (2013), y el neoyorquino terminaría aportando percusión a dos canciones de Blackstar. Ese disco, su despedida musical, fue su último guiño a la actualidad. Según el productor Tony Visconti, desde el dúo electrónico Boards of Canada hasta el trío de hip hop experimental Death Grips fueron inspiración para el último trabajo de Bowie, pero nadie tanto como el rapero Kendrick Lamar, cuyo disco To pimp a butterfly –una mezcla entre hip hop, jazz, poesía hablada, funk, y más- estaba en reproducción constante durante las sesiones de Blackstar.

Si bien el hombre de Ziggy Stardust estaba siempre con el oído atento, era selectivo. Tras su muerte, bandas como Coldplay, los Red Hot Chili Peppers y Dave Grohl de los Foo Fighters confesaron tener que recibir una negativa de su ídolo en el tiempo reciente. Porque Bowie no era de recibir solicitudes. Era de salir a buscar.