Rosa Luxemburgo, la mujer a quien el líder soviético Vladimir Lenin apodaría el "Águila de la Revolución", nació en un pequeño pueblo llamado Zamość, cerca de Lublin, en 1871, cuando Polonia era parte del Imperio Ruso.

Considerada una de las grandes revolucionarias del siglo XX, fue una de las fundadoras del socialismo democrático y creadora del periódico La Bandera Roja, junto al alemán Karl Liebknecht.

Sus obras más conocidas son Reforma o Revolución (1900), Huelga de masas, partido y sindicato (1906), La acumulación del capital (1913) y La revolución rusa (1918).

En el día de su natalicio —nació el 5 de marzo de 1871— en Culto recopilamos algunas de sus frases más reconocidas.

Sin elecciones generales, sin libertad de prensa, sin libertad de expresión y reunión, sin la lucha libre de opiniones, la vida en todas las instituciones públicas se extingue, se convierte en una caricatura de sí misma en la que sólo queda la burocracia como elemento activo.

Quien no se mueve, no siente las cadenas.

Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.

A pesar de que los obreros crean con sus manos el sustrato social de esta cultura, sólo tienen acceso a la misma en la medida en que dicho acceso sirve a la realización satisfactoria de sus funciones en el proceso económico y social de la sociedad capitalista.

No debemos olvidar, empero, que no se hace la historia sin grandeza de espíritu, sin una elevada moral, sin gestos nobles.

Toda la fuerza del movimiento obrero moderno descansa sobre el conocimiento científico.

En toda sociedad de clases, la cultura intelectual (arte y ciencia) es una creación de la clase dominante; y el objetivo de esta cultura es en parte asegurar la satisfacción directa de las necesidades del proceso social, y en parte satisfacer las necesidades intelectuales de la clase gobernante.

Quien desee el fortalecimiento de la democracia, debe también desear el fortalecimiento, y no el debilitamiento, del movimiento socialista. Quien renuncia a la lucha por el socialismo, renuncia también a la movilización obrera y a la democracia.