1.

Remarcar que hace más de cincuenta años The Who, o más bien Roger Daltrey, cantó "I hope I die before I get old", en "My Generation", se ha vuelto uno de los clichés del periodismo musical (o bueno: simplemente del periodismo).

"Prefiero morir antes que envejecer", sería una posible traducción de esa frase.

Y claro: como todo cliché algo de cierto tiene, ya que pese a contar con solo dos de sus miembros originales, ambos en sus setenta y tantos, The Who sigue tocando. Y por supuesto que no: no están muertos, pero sí algo viejos.

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The Who el 2016 en el Desert Trip. Foto: Frazer Harrison / Getty Images.[/caption]

2.

La banda telonera (Lukas Nelson and the Promise of the Real, un grupo que parece otro calco de The Allman Brothers Band) termina su última canción mientras el Bridgestone Arena, en Nashville, capital de Tennessee, se acomoda.

La mayoría del público son baby boomers; es decir, esos que nacieron en el período contemporáneo y posterior a la Segunda Guerra Mundial, entre los años 1946 y 1964. Son casi todos estadounidenses en sus 60 y 70, blancos, sureños, con sobrepeso y que visten calcetines con Chacos y/o llevan poleras de Grateful Dead o Lynyrd Skynyrd.

A mi alrededor veo muchas familias, o más bien, padres que traen a sus hijos (y los hijos llevan poleras de The Black Keys o Jack White). Veo que los únicos latinos y afroamericanos son los que me revisaron a la entrada, o los que sirven cerveza (o venden donas o pop corn o pretzels gigantes). Y no alcanzo a tomar más notas del ambiente ya que prontamente The Who sale a escena. Y sí: todas mis sospechas de que sería un show de viejos rememorando un pasado mejor se confirma y a la vez no.

The Who comienza con "Overture" y sigue "It's a Boy", ambas de Tommy (1969). La banda suena segura. Suena bien. Fuerte. Un poco, solo un poco salvaje. Pero a la vez sinfónico porque detrás hay 48 músicos.

Es la idea tras la gira "Moving On!", en la cual en cada ciudad The Who toca con una orquesta.

"Estamos muy felices de estar en Nashville", dice Townshend, "una ciudad en la que cada persona del público probablemente es mejor guitarrista que yo".

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The Who con formación original en la TV inglesa.. Foto: CA / Redferns.[/caption]

3.

En 1978 Keith Moon, el emblemático y agresivo baterista de The Who murió. En 2002, a punto de comenzar una gira de regreso, fue el turno de John Entwistle, el bajista.

Desde entonces que The Who funciona como una suerte de dúo acompañado de otros músicos, entre esos Simon Townshend y Zak Starkey (hijo de Ringo Stark)

Así sucedió en Chile, el 2017, cuando tocaron por primera vez.

Quien escribe esto no estuvo presente entonces; pero sí vio a The Who en dos ocasiones, ambas en Nueva York, y el sabor fue más bien agrio. Townshend parecía cansado, sin ganas; Daltrey desafinó y además se sacó la polera para mostrar un pecho inflado, musculoso y bronceado (pero aún así el pecho de un hombre cercano a los ochenta).

Y por eso, desde entonces que me pregunto si vale realmente la pena ver roqueros que solo consiguen animar al público con temas de los 60 y 70. Digo, hoy uno se puede pasar toda la vida viendo videos de The Who tocando salvajemente "My Generation", la cual, durante el show de 130 minutos de esta noche, no aparece en el repertorio.

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The Who en Santiago de Chile en 2017.[/caption]

4.

No tocan "My Generation", pero casi no importa. En parte por la acertada idea de salir de gira con una sinfónica. Los bronces y cuerdas sirven como muralla de apoyo para que Townshend pueda distorsionar la guitarra. O para que Daltrey cante sin temor a desafinar.

Asimismo, es verdad que el show se mueve entre óperas: Tommy, de 1969; y su contraparte, de 1973, Quadrophenia (el disco que le firmaron a Charly García en su paso por Buenos Aires). Y ergo la sinfónica le viene bien.

5.

Sucede así: Pete Townshend baila como Mick Jagger. Mueve las caderas. Oscila la pelvis. Le da la espalda al público y encara al baterista.

Y entonces: paf, cae al suelo.

https://www.youtube.com/watch?v=w1T80n-TVus

El show sigue, Townshend se pone de pie prontamente y continúa con la canción. Es un recordatorio de que el rock envejece. De que si Mick Jagger pasará a esa otra "vida" el resto de los viejos roqueros –Dylan, McCartney, Iggy Pop, Patti Smith– también correrá la misma suerte.

Una vez termina la canción Townshend se refiere a la caída.

"Solo estaba imitando a Mick", dice.

Y el público ríe.

"Amamos a Mick, pero siempre le he dicho que tenga cuidado con esos bailes".

6.

Luego de casi cuarenta minutos acompañados con la sinfónica (en los que pasaron temas como "Pinball Wizard" y "Who Are You"), Townshend y Daltrey se quedan solos. Tocan "We Won't Get Fooled Again" en acústico. Y pese a ser una canción electrónica la versión funciona. Y muy bien.

Y antes de la canción, eso sí, Townshend cuenta que hace un par de días estaban en Nueva York y fueron al show de Jimmy Fallon. Tocaron "We Won't Get Fooled Again" con The Roots en versión infantil.

https://www.youtube.com/watch?v=Ks8s1hC9y7c

Y lo que más le llamó la atención a Townshend es que Fallon le recuerda a Keith Moon, el alcohólico baterista que murió a los 32.

"Sí", dice Daltrey. "Tiene la misma energía infantil y destructiva".

7.

Una vez vuelve la sinfónica The Who continúa, ahora con Quadrophenia. Suena "The Real Me" y "The Punk and the Godfather".

Sucede entonces un momento muy baby boomer: por las pantallas de los costados comienzan a aparecer, en medio de un medley, imágenes de Woodstock y Vietnam. De Martin Luther King. De Woodstock. De las Malvinas. De la Unión Soviética. De Nixon. De Margaret Thatcher. El muro de Berlín. Bush padre. La caída del muro de Berlín. Clinton. Lady Di.

Y así hasta llegar a la caída de las torres gemelas.

Y entonces el video se acaba.

Y es como si The Who, y su público sesentón, estuvieran diciendo de que hasta ahí no más llegan los baby boomers.

Ese es su legado.

Ese es el mundo que dejarán una vez mueran.

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Otra instantánea de The Who para el recuerdo. Foto: RB / Redferns.[/caption]

8.

Para el final "Baba O'Riley", canción que parece hablar sobre cómo desperdiciar la juventud.

Aunque en el Bridgestone Arena, en Nashville, capital de Tennessee, no hay mucha.

Juventud, digo.

Porque los miles de baby boomers levantan sus puños y cantan:

It's only teenage wasteland.

Y al final de la canción, luego de que Pete Townshend sacuda la guitarra con sus característicos air guitar, este se despide. Y es verdad: puede que Townshend, de toda su generación, sea el menos serio. Porque por lo menos esto de ser roquero y envejecer se lo toma con humor.

"Gracias, Nashville, gracias, esperamos volver pronto", dice al final. "Ojalá con algo diferente. Con ukeleles, o algo así".