Su tesis doctoral en la Universidad de Porto, en 1996, trató sobre literatura estadounidense, y tocó a la que quizás es su autora favorita. La tituló: Emily Dickinson: una poética del exceso, donde estudió la obra de la oriunda de Amherst. Tanto es así, que Ana Luisa Amaral (65) bautizó con ese nombre a su perra.

“Que mi perra se llame como una autora tan importante para mí es la demostración humorística de que se puede escribir poesía sobre cualquier cosa. Es mi forma de unir la tradición literaria con la vida cotidiana”, argumenta la lusitana en declaraciones recogidas por El País. Acaso llevando la poesía a un nivel doméstico.

Amaral es una de las poetas portuguesas más importantes de la actualidad, y acaba de recibir el prestigioso Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Sucede a un chileno, Raúl Zurita, y es la tercera oriunda de Portugal en obtenerlo, luego de Nuno Júdice (2013) y Sophia de Mello (2003). El galardón conlleva 42.100 euros para Amaral (poco más de 37 millones de pesos chilenos).

“Emily Dickinson decía que la poesía es posibilidad. Poesía puede serlo todo porque es una forma de abrirse a mundo y al otro”, agrega en esas mismas palabras citadas. Incluso, ha traducido al portugués la obra de Dickinson, junto con la de otras autoras y autores como Xanana Gusmão, Eunice de Souza, John Updike, los sonetos de Shakespeare y hasta a Patricia Highsmith.

“Una visión distanciada e irónica de la existencia”

La poesía de Amaral está contenida en títulos como Minha senhora de quê (1990), Oscuro (2015),o What’s in a name (2017). Sobre este último, el crítico literario de Babelia, Antonio Sáez Delgado, rescató -como decíamos- la poética sobre lo doméstico.

“Ana Luísa Amaral trasciende la realidad de cualquier detalle (una receta de cocina, la forma de una verdura o la memoria de miembros de su familia o de lugares perdidos) para entregarse al acto profundamente intimista de la escritura, en el cual siempre aparece, como una tabla de salvación ante los posibles excesos neorrománticos, una visión distanciada e irónica de la existencia, en su propia búsqueda filosófica”, asegura Sáez. Acaso por esa vocación por alejar la poesía del lugar grandilocuente o hacer un trabajo desde una cúspide, su trabajo ha sido comparado con la misma Dickinson y con la polaca Wisława Szymborska, ganadora del Nobel en 1996.

La escritora nacional Montserrat Martorell, señala: “Es interesante la obra de Ana Luísa Amaral. En su poesía hay libertad, reivindicaciones, un manifiesto también del tiempo que vivimos. Es una escritura profunda, sutil, íntima, muy hermanada con la literatura de Emily Dickinson. Acá hay memoria, acá hay feminismo, acá hay declaraciones de principios anticipados que tienen que ver con la ética, una palabra que nos asusta, y que sin embargo Amaral logra transformar haciendo de su lenguaje un movimiento, un ruido, una señal de aquello que nos importa, que nos convoca y que nos sacude.”

La autora, quien acaba de sacar su novela Empezar a olvidarte (Ed. Turbina), agrega: “Ella ha señalado que escribir poesía es placer y angustia, y que esa tensión es importante. Eso también configura su obra y le da una impronta tremendamente original y poderosa. Me quedo con un verso de su poema “Los cristales honestos”: (Yo, que no sé nada más, salvo el fulgor de lo breve, yo, te daría palabras) o en “Psicoanálisis de la escritura” cuando nos recuerda que: “Todo el poema / habla de aquel / que sobre él escribe / y así se ama de manera desmedida / en la medida del verso en que se contempla / y en vértigo / se ahoga”.

Martorell añade: “Ella dice en ‘El exceso más perfecto’ que ‘Quisiera un poema de respiración tensa y sin pudor’. Yo creo que así escribe. Con libertad, con vida, con humanidad”.

La oriunda de Lisboa no solo es poeta, también es una de las precursoras en su país de los estudios de género. “Soy feminista y mis ensayos lo son. ¿Lo es mi poesía? La poesía está más allá de las etiquetas. Toda poesía es ética siempre. A mí me preocupa lo que pasa a mi alrededor. Es normal que eso termine reflejándose en mis poemas, en los que es fundamental el respeto a la diferencia. Para mí, el feminismo se resume en dos palabras: derechos humanos. ¿Cómo podemos seguir tolerando la violencia doméstica en nuestros países o que en Arabia Saudí se lapide a las mujeres por adúlteras?”, dice ella misma en declaraciones con El País.

En esta cuerda, Amaral publicó el Diccionario de Crítica Feminista (2005), junto a Ana Gabriela Macedo.