Borges y Yo, de Jay Parini (Emecé)

Jay Parini miró al anciano y le preguntó: ¿Le gustaría hacer algo especial esta semana, Borges? Era 1971, Borges estaba de visita en Saint Andrews, Escocia, y Parini había accedido a atender al escritor argentino unos días, a petición de su tutor académico, Alastair Reid. Usted tiene auto, le dijo Borges. Tengo unas ruedas con motor y mucho aire, respondió Parini. Me gustaría que, montados en su brisa, recorramos Escocia. ¡Quiero ver las Tierras Altas! Pero si usted es ciego. Usted será mis ojos. De este modo comenzó un viaje físico y literario: una excursión por Escocia, sus paisajes y sabores que es sobre todo un viaje al humor, el ingenio y la imaginación de Borges. Memoria empapada de ficción, Parini escribe una novela de carretera y el relato del encuentro con un genio: un relato divertido y entrañable que ilumina la figura del gran autor argentino.

Después de la Niebla, de María Edwards (Alfaguara)

Se sentía fuera de la norma, “siempre estuvimos fuera de lugar”, escribe. “En el sur, gringas, en el norte, huasas”, observa. Articulada en fragmentos, esta novela compone una serie de escenas intimistas, profundamente atmosféricas y delineadas con un lenguaje de gran plasticidad. La historia recoge la mirada de una niña de nueve años, que se traslada de la casa junto al lago a una pensión en Osorno para acudir al colegio. A través de miniaturas sensibles y atentas a los detalles, que evoca la literatura de María Luisa Bombal, el relato transita entre ambos escenarios, y flashazos que explican cómo el infortunio condujo a la familia al sur. Aun con cuatro hermanos, la narradora crece en gran medida sola, recogiendo piedritas, escuchando la lluvia y siendo testigo del llanto silencioso de su madre y la distancia que se abre con el padre. Una novela delicada, sugerente y de triste belleza.

Hacia la Estación de Finlandia, de Edmund Wilson (Debate)

Karl Marx escuchaba a William Weitling, el dirigente alemán de clase obrera más importante de la época. Molesto, Marx lo interrumpió: “Dirigirse a los trabajadores en Alemania sin ideas rigurosamente científicas y sin una doctrina concreta es un juego de propaganda vano y sin escrúpulos, que inevitablemente implica, de un lado, un ensalzamiento de un apóstol inspirado y, de otro, unos asnos que le escuchan con la boca abierta”. Era marzo de 1846 y Marx demostraba que no dudaría en confrontar a los líderes obreros y dejaba en claro que los trabajadores debían tomar consciencia de que necesitaban conducción política. Con erudición y talento narrativo, el gran crítico americano Edmund Wilson relata la historia de las ideas socialistas desde la filosofía de Vico hasta la llegada de Lenin a San Petersburgo. Un libro formidable.

Un Oso Demoroso, de Neva Milicic y Jimena López de Lérida. Ilustraciones de Patricia González (SM)

Peregrino es un oso simpático, amable y cariñoso al que todos quieren mucho. Peregrino tiene virtudes especiales : le gusta hacer las cosas con calma, con cierta lentitud, y eso le permite ser muy observador y detallista. Con frecuencia sus mandalas son los más lindos, porque es muy perfeccionista. “Peregrino es lo que se llama un oso demoroso”. Pero así como demorarse le da ventajas en algunos aspectos, en otros supone un problema: suele llegar tarde al colegio y habitualmente no logra terminar todas sus tareas durante la hora de clase. De modo que el director de la escuela envía una carta a sus padres y estos deciden llevar a Peregrino con Doña Lechuza. “Soy lento pero no lerdo”, dice Peregrino, quien buscará la forma de cumplir con más celeridad. Un cuento encantador que destaca especialmente por la calidad de sus ilustraciones.