Placebo - Never let me go

Placebo llegaba antes o retrasado. En los estertores de los 90 abordaron problemas de salud mental y asuntos de género -el rabioso single debut Nancy boy- cuando el contexto combinaba hostilidad e indiferencia, mientras el éxito llegó en la agonía del britpop. Ganaron el respeto de gigantes como David Bowie y The Cure, y se convirtieron en un fenómeno en México y Chile para sorpresa de la banda. Al igual que la mayoría de los grupos de largo aliento, las mejores ideas y energías se concentran en su primera década. Tras ocho años sin novedades de estudio, el cantante y guitarrista Brian Molko y el bajista Stefan Olsdal regresan sin baterista estable, para un disco irregular con algunos fuegos del pasado y minutos de más.

El primer sencillo Beautiful James se funda en torno a una pegajosa melodía en sintetizador donde despliegan sus maneras, la voz andrógina de Molko sobre guitarra y bajo compactos en una frase contínua de cierta cadencia. Sin embargo, los extremos emotivos de un rock urgente y melancólico, marca registrada en Placebo que hace 20 años despertaba entusiasmo, se han desvanecido. Limpios de drogas y excesos, la música se volvió inofensiva e inocua.

Wet Leg - Wet Leg

Inglaterra, país de tradiciones, jamás pierde la esperanza de encontrar a la próxima gran banda. Esta vez la bolita cae en Wet Leg, dúo femenino de la isla de Wight formado por Rhian Teasdale y Hester Chambers, con una serie de detalles que las convierten en la última sensación. Sin tener un álbum aparecieron en el show de Jools Holland en octubre último, en tanto el disco debut publicado la semana pasada figura número uno en descargas en el reino de Isabel II.

El video del single Chaise longue, de versos generosos en dobles lecturas -”¿está tu muffin untado en mantequilla?”-, costó apenas 50 libras y fue editado mediante software gratuito. El espíritu indie con un arco de guiños que va desde el rock alternativo femenino de los 90, hasta el retro rock bailable de hace 15 años, alimenta un puñado de canciones directas de guitarras ruidosas bajo alternancia de pasajes más calmos (el viejo truco de Pixies perfeccionado por Nirvana), con diversidad de ideas melódicas, a pesar que las voces funcionan propulsadas por un tono de hastío adolescente. Producido por Dan Carey (Bloc Party, Franz Ferdinand), el pulso bailable es regla en este convincente episodio de retromanía musical.

Envy of None - Envy of None

Cómo reinventarse después de ser el guitarrista de uno de los power trío definitivos de la historia como Rush, es la respuesta contenida en el debut de este proyecto del bajista canadiense Andy Curran, donde Alex Lifeson se suma al productor y guitarrista Alfio Annibalini, y la joven cantante estadounidense Maiah Wynne, de 23 años. Los singles Liar y Look inside señalizaron hacia un rock sugerente de inclinaciones industriales y góticas, con una muralla de sonido donde los instrumentos participan de una dinámica por capas en pos de la canción, sin necesidad de destacar en funciones solistas.

Never said I love you da la bienvenida con un pie en Garbage, seguida de Shadow y su electrónica de cambio de milenio. Look inside se propulsa con space rock, mientras en Spy house se desliza el pasado de Lifeson gracias a un emotivo solo. Dog ‘s life eleva el álbum con gran estribillo que explota en un riff gigante. El paisaje cósmico y electrónico de Old strings baraja recursos progresivos y la mejor interpretación vocal de Maiah Wynne, de voz angelical pero algo monótona. El melancólico instrumental Western sunset va en memoria de Neil Peart, como punto final de una propuesta con proyecciones.