“Los tiempos están cambiando”, cantaba Bob Dylan y Jann Wenner (77), uno de los mayores fanáticos del poeta y músico, no calibra el peso del verso hoy en día. El pasado viernes 15 de septiembre en una conversación para The New York Times con motivo de un libro de entrevistas titulado The Masters, Wenner defendió el legado de los boomers que representa a plenitud como guaripola de la cultura rock, tras fundar la revista Rolling Stone en San Francisco en 1967. “Hicimos cambios sorprendentes desde el punto de vista social, moral y artístico”, sostuvo el empresario y periodista de origen judío.

Confesó también sin dobleces los motivos para excluir del libro a estrellas femeninas y afroamericanos, dejando exclusivamente a siete hombres blancos leyendas del rock tradicional, todos amigos suyos: Bono, Bob Dylan, Jerry García, Mick Jagger, John Lennon, Pete Townshend y Bruce Springsteen.

Wenner argumentó un proceso selectivo guiado por la “intuición”. Dijo que los seleccionados debían cumplir requisitos resumidos en su “interés personal y mi amor por ellos”. Al turno de las exponentes femeninas, aseguró que “ninguna era lo bastante elocuente a este nivel intelectual”.

Las razones para descartar a los afroamericanos fueron idénticas, sosteniendo que “simplemente no se expresaban a ese nivel”.

“Quizá debí haber seleccionado un artista negro y una mujer”, reflexionó, “(...) aunque no estuvieran a la altura de ese mismo estándar histórico”.

En cambio para Jenner, sus entrevistados encarnan a “filósofos del rock”.

“Tal vez soy anticuado”, reconoció, “y me importa un carajo o yo qué sé”.

Apenas un día después, el sábado 16, el Salón de la fama del rock and roll anunció que Wenner había sido destituido de la junta directiva de la entidad, que por largos años representó una especie de curatoria a su cargo velando por el verdadero espíritu del género, en coincidencia con sus preferencias. La gran mayoría de los elegidos eran hombres blancos mientras casillas como el hip hop, el heavy metal y el progresivo, no tenían chances de calzar en su ideal de rock masculino de guitarras tradicionales. Wenner solía jactarse de su poder para promover o vetar nombres.

El mismo día que el Salón de la fama lo expulsaba del selecto grupo de directivos, emitió una declaración mediante la editorial tras su libro. Reconoció que sus expresiones “disminuyeron las contribuciones, el genio y el impacto de los artistas negros y mujeres”, para luego pedir “disculpas de todo corazón por esos comentarios”.

La entrevista del New York Times expuso otra característica de Jann Wenner como periodista. Sus amigos rockstar cuentan con acceso a las transcripciones y los textos. Antes que diálogos confrontacionales, explicó, “son semblanzas”.

Es así como permitió que John Lennon editara la famosa entrevista de 1970 donde se descarga en contra de los Beatles, Mick Jagger y Bob Dylan. Bono también revisó su parte.

Para qué enojarse entre amigos.

Bono, vocalista de U2.

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Fundada en 1967 en San Francisco, Rolling Stone definió el periodismo musical y la cobertura de cultura pop durante décadas, mediante amplios reportajes y artículos de plumas célebres como Tom Wolfe y Hunter S. Thompson, y variadas reseñas en manos de cáusticas plumas.

Asociada originalmente a la contracultura -fue un medio promotor del uso de drogas recreativas, en particular la cannabis-, se alineó rápido al establishment dado el indisimulado anhelo de ascenso social de Jann Wenner, eternamente fascinado y necesitado de roce con famosos y poderosos, y a una definición del rock anclada a determinados tótems musicales anglosajones, y estrictamente masculinos.

Antes de cumplir una década Rolling Stone, alineada al gusto musical y estético de Wenner, ya estaba desfasada con las nuevas corrientes -ignoraron al punk-, y los gustos masivos.

Wenner en su juventud.

La música disco por ejemplo, que acaparaba la popularidad del público estadounidense desde mediados de los 70, con gran impacto entre audiencias afroamericanas, latinas y gays, apenas tuvo espacio en la revista con un reportaje en tono de burla a los Bee Gees en 1979, que encabronó a Barry Gibb.

En los 80 Wenner siguió confiando en sus gustos nostálgicos de la generación de los 60, desechando las novedades. Mostró cero entusiasmo con la irrupción de la video música de MTV, y se negaba a destacar a Michael Jackson en el periodo del superventas Thriller (1982). Según se relata en la biografía no autorizada Sticky fingers La vida y la época de Jann Wenner y la revista Rolling Stone (2017) de Joe Hagan, el periodista y empresario rechazó el intento del sello CBS para llevar en portada al rey del pop.

“Rara vez pongo a artistas de R&B”, respondió, argumentando que los negros no generaban ventas.

“Me gusta la revista”, comentó Miles Davis, “pero la última vez que la leí, sólo hablaba de hombres blancos. ¿Qué pasa con Kool and the gang o Earth, wind and fire?”.

A pesar de los reparos con la video música, hacia mediados de los 80 Rolling Stone se había convertido en la caja de resonancia de la cadena musical, demostrando una condición subordinada luego de dictaminar lo popular durante largos años. Si el artista pegaba en MTV, aparecía en sus páginas.

En ese mismo periodo, convencido de su rol autoasignado de guardián del rock, Jann Wenner se embarcó en el proyecto del Salón de la fama del rock and roll para honrar a las máximas estrellas.

La idea pertenecía a un empresario del cable, Bruce Brandwen, que contactó al magnate de la industria discográfica Ahmet Ertegün, el capo de Atlantic records. Wenner se sumó reclutando a la realeza del negocio, se firmaron papeles y durante años no concretaron absolutamente nada. ¿El motivo? Deshacerse de Brandwen, que terminó demandando a la organización hasta llegar a un acuerdo extrajudicial.

También en los 80, Jann Wenner fue ungido por Yoko Ono para preservar y perpetuar la imagen y el legado de John Lennon. Si bien el periodista había sufrido un quiebre con el ex Beatle por publicar un libro de entrevistas suyas a comienzos de los 70 sin autorización, la viuda le dio carta blanca para convertir a Lennon en mártir.

En esta construcción mediática perfectamente ejecutada, el asesinado músico era el único genio al interior del cuarteto. Esa mirada prácticamente anuló el aporte del resto, asegura Paul McCartney en el libro de Hagan.

“John lo era todo en los Beatles”, se quejó el bajista, “Yo solo reservaba el estudio”.

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En el comunicado emitido el sábado 15, Jann Wenner aseguró que la colección de entrevistas de The Masters no pretende “representar la totalidad de la música y sus diversos e importantes creadores”, sino reflejar “los puntos álgidos de mi carrera”. El periodista dijo comprender “el carácter incendiario de unas palabras mal elegidas” junto con reiterar disculpas y asumir “las consecuencias”.

Hasta 2019, apenas el 7,7% de los integrantes del Salón de la fama del rock and roll eran mujeres. La institución ha hecho esfuerzos en los últimos años ampliando la inclusión de artistas femeninas como Kate Bush y Missy Elliot, que serán inducidas en la próxima ceremonia de noviembre, junto a un concepto más elástico sobre rock que integra, por ejemplo, al hip hop dominado por afroamericanos.

Artistas como Living colour se han referido a las declaraciones de Wenner señalando que sus palabras dan cuenta “de un problema mucho mayor y más sistémico”. Para los autores de Cult of personality, sus palabras resultan “insultantes” y “huelen a control sexista”.

“La disculpa del Sr. Wenner no hace sino consolidar esta idea”, declararon a través de X. “El hecho de que su libro sea un reflejo de su visión del mundo sugiere que es estrecha y pequeña”.

El Salón de la fama del rock and roll no solo destituyó a Wenner, sino que subrayó los peligros de sus dichos. Troy Carter, uno de los máximos ejecutivos de la instancia, alertó que “sus palabras corren el riesgo de socavar la propia institución que ayudó a construir al propagar una narrativa que no sólo es estrecha, sino también excluyente”.

Tras debatir durante 20 minutos, los ejecutivos resolvieron su destitución de manera casi unánime. Los únicos votos en contra fueron del propio Jenner y el ex crítico musical de Rolling Stone e histórico manager de Bruce Springsteen, Jon Landau.

“Las declaraciones de Jann fueron indefendibles y contrarias a todo lo que representa la sala”, dijo. “Mi voto fue un gesto de reconocimiento por todo lo que había hecho para crear la sala”.

El tiro final contra los juicios de Jann Wenner provino de la propia Rolling Stone. Su fundador -recordaron- ya no pertenece al medio desde hace cuatro años. En cuanto a sus expresiones, “no representan los valores y prácticas de la Rolling Stone actual”. Su objetivo, particularmente desde que Jann Wenner dejó la revista, consiste en reflejar “la diversidad de voces y experiencias que dan forma a nuestro mundo”.

Gus Wenner, director ejecutivo de Rolling Stone, cargo heredado sin más mérito que la sangre, también enterró al padre. “No estoy de acuerdo con los comentarios que hizo”, afirmó, “y entiendo por qué son tan molestos e hirientes”.