Está afinando los últimos detalles de Animales nocturnos, la exposición que inaugura el próximo miércoles en el Centro Gabriela Mistral. Una selección de 17 obras que reúne parte de su trabajo realizado durante los últimos cuatro años, luego de la exposición individual que presentó en el Museo Nacional de Bellas Artes, el año 2014. "Ha sido la continuación natural de este viaje en el inconsciente que comencé desde el principio de mi carrera, pero que se manifestó con más fuerza en el Bellas Artes. La muestra tiene similitudes, pero también cambios bastante interesantes con respecto a la anterior", dice Guillermo Lorca (34) en su casa-taller ubicada en Las Condes.

El pintor es el autor del proyecto Rostros del Bicentenario, que en 2010 instaló seis retratos en la estación de metro Baquedano. Pinturas en gran formato y de corte realista, un estilo que aprendió de la mano del pintor noruego Odd Nerdrum, cuando a los 22 años, y tras abandonar la universidad viajó para ser asistente en su taller.

Fiel al estilo que ha desarrollado en sus casi 15 años de trayectoria, sus cuadros son protagonizados en gran medida por angelicales niñas de pelos de colores e imponentes animales. Escenas principalmente cruzadas por la sangre, el erotismo y la violencia. Y aunque reconoce que esta exposición es un poco más violenta que la anterior, busca medir la cuota de esos elementos. "No me gusta el exceso de violencia, me gusta que tenga un punto justo porque si no lo encuentro poco sutil. Cuando un cuadro es demasiado gore, denso o erótico, eso empieza a tener demasiado peso y se come un poco otras partes de la obra", explica.

Si bien su pintura ha sido encasillada dentro del arte figurativo, Lorca considera que actualmente esas categorizaciones han variado. "No creo que hayan ismos a esta altura, todas las artes se alimentan de lo que ya hubo y de ahí salen las obras", afirma. En ese sentido, reconoce un cambio en el discurso artístico imperante cuando era estudiante de la escuela de arte de la Universidad Católica. "La hegemonía que había en el arte era que la obra se sujetaba desde un discurso, más que a la espontaneidad de la creatividad, y cómo te relacionas sentimentalmente con la obra", comenta.

Aunque sus pinturas venían de una estética más vinculada al barroco, hoy su trabajo exhibe algunos cambios. A los opacos colores en tonalidades tierra comenzó a añadir tintes más vibrantes, que dan fuerza a la pintura. Así también las sensaciones que lo motivan a pintar han variado durante el largo proceso creativo. "Tengo muchas notas de lo que alguna vez me importó, pero no he tenido tiempo para pintarlo. A veces estoy pintando cuadros de algo que fue importante hace cuatro años", comenta.

En Animales nocturnos Lorca mostrará algunos cuadros en pequeño formato, pero la mayoría son de grandes dimensiones. Pinturas que a veces tiene por años dentro de su taller antes de terminarlas, y que por su naturaleza y el trabajo que conllevan, le permiten llegar a tener una producción de máximo 10 cuadros por año.

Angeles y bestias

Niñas pálidas y distintos tipos de animales habitan el universo de Guillermo Lorca. Dos figuras que aunque causen diferentes interpretaciones en el espectador, tienen que ver más con una mirada personal del pintor. "Para mí la niña es más bien una manifestación etérea de la mente, como una figura mitológica. Son más cercanas a una especie de ángel etéreo hermafrodita, que a una niña propiamente tal. O que yo quiera tratar un tema social con esa figura", explica Lorca. Aunque le ha ocurrido que mujeres se sientan identificadas con la vulnerabilidad que proyectan las niñas en sus pinturas. Una visión que de adulto ha comprendido mejor. "Me he conectado a lo femenino mucho más de grande que de niño. Por mi trabajo he tenido que explorar mi mundo interno, e inevitablemente uno llega a esa parte femenina. Cuando chico era bien niño cliché", reconoce. En tanto, los animales vienen de la antigua tradición pictórica, donde instintivamente los humanos comenzaron a dibujarlos. "Yo pinto cacerías, pero eso no significa que yo vaya a cazar un animal. Eso sí, me da una sensación de que hay una conexión con eso muy antiguo", dice.