“Nueva Zelandia está al borde de un dilema. Tiene un sistema de cuarentena con fugas en la frontera, lo que aumenta el número de personas con variantes de virus que se propagan rápidamente y una estrategia de vacunación defectuosa”, señaló al Financial Times en enero Des Gorman, profesor de medicina de la Universidad de Auckland.

Según datos del gobierno neozelandés, en el país hay al menos 19 casos de las variantes de coronavirus identificadas por primera vez en Reino Unido y Sudáfrica en las instalaciones de cuarentena administradas para las llegadas desde el extranjero.

Pese a estas cifras eventualmente preocupantes, Nueva Zelandia comenzará a vacunar masivamente a su población en la segunda mitad del año, una estrategia que contrasta fuertemente con la política de “Go hard, go early” (“Ir duro, ir temprano”) de prevención, seguimiento y aislamiento implementada en los primeros meses de la pandemia por la primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern.

La primera ministra de Nueva Zelandia, Jacinda Ardern, habla con los medios de comunicación en Wellington el 15 de febrero. Foto: AP

Según los expertos, ya que el país está utilizando una estrategia de eliminar por completo al virus para superar la pandemia, hay menos urgencia por vacunar a la población que en los países donde la pandemia ha causado más daño y un gran número de personas se contagia y muere cada día.

Desde el inicio de la pandemia, Nueva Zelandia ha registrado un total de 2.507 casos y 26 muertes, mientras que los recuperados ascienden a 2.420. El país de 4,8 millones de habitantes, tiene una de las tasas más bajas de infección por coronavirus en el mundo -51 por cada 100.000 personas- y no ha reportado muertes por coronavirus en más de seis semanas.

“Vamos tan rápido como podemos, pero también queremos asegurarnos de que la vacuna sea segura para los neozelandeses”, dijo Ardern en una conferencia de prensa en diciembre. “Algunos países están otorgando autorizaciones de uso de emergencia en respuesta a la emergencia de salud pública que está afectando a sus naciones. Evidentemente, aquí estamos en una situación totalmente diferente”, advirtió la líder del Partido Laborista en esa oportunidad.

Personas que practican deportes pasan junto a un letrero de distanciamiento social en Auckland, Nueva Zelandia, el 31 de agosto de 2020. Foto: Reuters

Sin embargo, algunos expertos han pedido al gobierno que acelere los planes de vacunación, ante las nuevas variantes del coronavirus que parecen propagarse más rápidamente y se han identificado en algunos hoteles fronterizos, donde se pone en cuarentena a las personas que llegan al país.

De acuerdo al calendario del Ministerio de Salud de Nueva Zelandia, la campaña de vacunación se dividirá en cuatro grupos. En primer lugar, se vacunaron 530 mil trabajadores de hoteles fronterizos y sus familias a partir de febrero. En segundo lugar, se está vacunando desde marzo a trabajadores de primera línea y quienes vivan en sectores de alto riesgo. El tercer grupo lo forman las personas que están en riesgo de enfermarse gravemente por el Covid-19 -que el gobierno estima en cerca de 1,7 millones- y se vacunarán a partir de mayo. En este grupo se incluye a las personas privadas de libertad. Por último, la población general, que corresponde a cerca de dos millones de personas, se vacunará a partir de julio.

Una mujer en una calle en Wellington, Nueva Zelandia, durante el confinamiento, el 3 de abril pasado. Foto: AFP

El objetivo del gobierno neozelandés es inmunizar al 90% de la población para diciembre de 2021. Sin embargo, el sitio de noticias Stuff indicó que el gobierno deberá acelerar su plan si quiere ceñirse al calendario. Entre el 20 de febrero, cuando se inició la vacunación, y el 26 de marzo se administró un promedio de 1.220 dosis diarias, llegando a 41.477 en total. Para alcanzar a vacunar completamente a los primeros dos grupos de aquí al 1 de junio, esa cifra debería ser tres veces mayor.

Aunque hace un par de semanas el gobierno admitió que el número de vacunas diarias administradas era inferior a 2.000, argumentaron que estaban evitando acelerar la campaña ahora para no tener que detenerla más adelante. “Lo que no quiero decir es que podemos aplicar 10.000 por día y luego descubrir que solo tenemos suficientes vacunas para aplicar 3.000 o 4.000 por día durante un período de tiempo”, dijo en ese entonces el ministro de Respuesta al Covid-19, Chris Hipkins.

Un trabajador de la salud llena una jeringa con la vacuna Pfizer-BioNTech contra el coronavirus en preparación para su administración en Auckland, Nueva Zelandia. Foto: Reuters

Hasta el momento, la vacuna de Pfizer-BioNTech es la única aprobada para su uso por Medsafe, la agencia de vigilancia de la salud de Nueva Zelandia. Los primeros lotes empezaron a llegar el 15 de febrero, con 450.000 dosis de los 10 millones contratados. Para septiembre se esperan otras 750.000 dosis. Además, las autoridades neozelandesas firmaron un contrato de compra anticipada de 7,6 millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca, acordaron la adquisición de 10,72 millones de dosis de Novavax y firmaron otro acuerdo para adquirir hasta 5 millones de vacunas de dosis única a Janssen.

Sin embargo, el gobierno laborista se ha visto presionado por la oposición. El conservador Partido Nacional pidió a Ardern -quien fue reelegida para un segundo mandato el año pasado con un 48% de los votos- que revisara la estrategia de inmunización, advirtiendo sobre el riesgo que representan las nuevas cepas en la frontera. Además, han acusado al gobierno de complacencia luego de su éxito inicial en la eliminación de la transmisión local del virus. “Estamos muy por detrás del resto del mundo en términos de administración de vacunas”, dijo Chris Bishop, portavoz del Partido Nacional sobre la respuesta al Covid-19.