El legado fue futbolero, mas la pasión, amor y talento por el tenis primó. Román Burruchaga (17 años, 1724º ATP) a los once años tuvo que escoger entre los dos deportes en que demostraba pasta, y la raqueta captó mayor interés que los botines. No se equivocó. Así lo afirma él, quien comienza a mostrar sus armas en los torneos del circuito adulto, -hace algunos días en la Copa Las Condes-, disfruta con el trajín que semana a semana, entre clubes y aeropuertos exige un deporte tan solitario como el de la pelota amarilla. Quiere destacar y que su apellido también resuene en el plano tenístico.
Esa decisión fue suya cien por ciento, y el factor de que su padre haya sido campeón del mundo con la Selección albiceleste no hizo que se sintiera obligado. Ni la más mínima presión a seguir una carrera en el deporte del cuál vivió su progenitor. Crecer con el recuerdo de su éxito y las demostraciones latentes de cariño que siempre vio de parte de la gente hacia él, han sido nada más que una fuente de inspiración y en sus palabras, un privilegio. "Estoy muy orgulloso de mi papá. Por su tremenda historia en el fútbol, no hay dudas que hizo un carrerón; también por ese gol que metió en la final del mundo, pero más que nada por cómo es él como persona. Por eso me inspira un montón tanto en el deporte como en la vida", dice Román sobre Jorge Luis Burruchaga. El Burru. Pieza importantísima de la historia del fútbol de blanco y celeste.
Pase genial de Diego Maradona y un pique explosivo cuando ya no quedaban fuerzas, al minuto 83' en la Final del Mundial de México 86. El 7 de la transandina no titubeó para definir con un derechazo cruzado para dejar en el arco el balón que antes tuvo que colarse entre las piernas del arquero germano Toni Schumacher. Así, Argentina acariciaba la máxima gloria del balompié por segunda y última vez. Tantas veces vio Román ese gol y muchas otras, buceó la web mirando y analizando compactos de los partidos de su viejo, también en los que, como largos años de su carrera, defendió la camiseta de Independiente. En el Rojo, Jorge Luis es ídolo y referente, sin embargo, no un hincha. Burruchaga ex futbolista y Burruchaga joven tenista no son fanáticos de ningún equipo, pero sí disfrutan ver rodar la pelota juegue quien juegue. Juntos iban de vez en cuándo a la cancha y disfrutaban la pasión de las tribunas. Eso sí, donde más gozaba el pequeño, era en la arcilla del Centro Asturiano de Buenos Aires. Porque el ex delantero algo juega al tenis. Le gusta mucho y lo entiende muy bien, aunque Romi ya le ganaba cuando tenía diez años.
La leyenda de la albiceleste ha confesado que ha sufrido mucho más viendo a su retoño peleando un partido, que ante los mismos alemanes en la definición del mundial. Jorge sigue mucho a su hijo. Estuvo acompañándolo en Wimbledon, torneo en el que Román pasó las clasificaciones y llegó a segunda ronda en el cuadro de juniors. Esta vez, sin su padre en las tribunas del Club de Tenis El Alba, cayó en el debut del M15 de Santiago ante su compatriota Sebastián Báez, finalista de Roland Garros Junior el año pasado, por 6-4 y 6-1.
Si su padre fue campeón del mundo, él quiere serlo de la Copa Davis. "Sería lo máximo darle otro título a mi país". También otro grand slam, como Juan Martin del Potro, el último monarca de major trasandino, a quién admira. ¿Y en el fútbol? Por un tema generacional elige a Lionel Messi, aunque lamenta no haber visto jugar a Maradona. "Mi papá habla muy bien de él. Es muy lindo para el fútbol argentino que haya venido a dirigir. Ahora va más gente a la cancha de Gimnasia a pesar de que van colistas. Su presencia le da un plus a la Superliga. Me entretiene mucho verla".