Las sociedades anónimas cumplieron 17 años en el fútbol chileno desde que la quiebra de Colo Colo, tan oportuna como sospechosa para impulsar la ley, hiciera que este modelo de gestión entrara, se asentara y terminara hegemonizando la actividad. Una mirada somera indicaría que el fútbol fue beneficiado por el cambio de clubes sociales y deportivos a empresas afectas a la entonces Superintendencia de Valores y Seguros, hoy Comisión para el Mercado Financiero. La sensación es que el negocio es estable y se paga a finales de mes. Algo que a comienzos de este siglo no era tan normal. También se puede señalar la construcción de excelentes centros de entrenamiento como lo han hecho Universidad de Chile, Unión La Calera, San Felipe, Iquique u OHiggins por citar algunos. Hay un salto de calidad ahí.

Pero… viendo en detalle la gestión, hay cosas que no están funcionando y otras, cuyo éxito no puede ser atribuido al trabajo de las Sociedades Anónimas. La generación dorada, sin ir más lejos, es un producto legítimo del trabajo en inferiores que se hacía en los antiguos clubes sociales y deportivos. Los modernos y hermosos estadios, salvo el de Huachipato, son todos obras estatales, sin intervención de los clubes, quienes los arriendan. El CDF fue inventando cuando todavía no existían las S.A. y el alza en sus ingresos es correlativo a la valorización de los derechos televisivos del fútbol a nivel global. Es decir, con o sin sociedades anónimas, el Canal de Fútbol igual hubiera generado los dineros que generó. La violencia en el estadio siguió creciendo y hasta se transformó en una empresa que convive bastante cómoda con los nuevos dueños de la actividad.

También debe preocupar, ya en condición roja, la creciente influencia y hegemonía de empresarios de jugadores dentro de la ANFP. Tanto como dueños de clubes (Audax, Coquimbo, La Serena, San Felipe, San Luis, Unión La Calera) como afuera, manejando la mayoría de los pases. El nivel de presión y distorsión que generan es muy grande.

Si la intervención de empresarios de jugadores está a un nivel crítico, lo que ocurre con las divisiones cadetes es de extrema gravedad. En algún momento aprovecharon un resquicio legal y era Chiledeportes quien pagaba gran parte de su gestión hasta que el estado se avivó y cortó estos recursos. Desde entonces el fútbol joven ha venido depreciándose y muchos clubes lo ven como una molestia, un gasto innecesario y cuando hay que apretarse el cinturón, los recortes comienzan por ahí. Eso explica en gran parte porqué no hay recambio en la Selección o porqué la liga chilena es una de las más veteranas y menos competitivas de América. La temprana eliminación de todos nuestros equipos en la Libertadores, otra vez, no deja lugar a equívocos. En definitiva, este modelo de negocios requiere un ajuste urgente y cambios de fondo, no basta administrar las platas del CDF y vender jugadores, diciéndolo piadosamente. No se saca nada con tener los números relativamente ordenados si el producto es cada vez peor. Llegará un momento en que no valga nada.