El arbitraje de Roberto Tobar fue sobresaliente. Pese a los imprevistos, a los que supo sobreponerse. Empezando por la suspensión de la final por la lluvia. De ahí en adelante, sus decisiones fueron acertadas. Hay que destacarlas sobremanera. Como la actuación de todo su equipo en la cancha, también.

El primer tiempo de Tobar fue extraordinario. Dejó jugar, mostró carácter y personalidad, manejó muy bien los tiempos arbitrales y resolvió los problemas que se le presentaron de muy buena forma. Eso sí, otra vez el VAR no funcionó como debía.

En el segundo tiempo tuvo más situaciones que resolver y aplicó sentido futbolístico. Su estado físico fue excelente y su personalidad, también. Jamás se dejó intimidar por los jugadores. Lo único que debe mejorar es su gestualidad.

Sudamérica ha ganado un juez para el mundo. Tobar ha demostrado que es capaz de dirigir en cualquier cancha y circunstancia. Ha posicionado al arbitraje chileno en el lugar que merece.