La entrevista a Palma Salamanca publicada por The Clinic significó el comienzo del fin del mito que se había erigido en torno a él. Hasta ahora eran otros los encargados de levantar su historia, la de un personaje que reunía las condiciones del macho revolucionario que ha caracterizado a la cultura de la izquierda latinoamericana, una suerte de trasposición laica del santo guerrero o versión mestiza en tenida de camuflaje de los héroes de caballería medievales, que deambulan por selvas, sierras y pampas, cumpliendo con el deber de la causa autoimpuesta, resignados a un destino de lucha perpetua fraguada en una virilidad de habanos y fusiles.