Mañana, los franceses están convocados a las urnas para decidir quién será su presidente durante los próximos cinco años. En una particular campaña, el líder de la carrera por el sillón del Elíseo no ha participado en ningún debate: Emmanuel Macron, vestido con un triple traje de candidato, presidente y mediador con Rusia, casi no ha hecho mítines. Aún así, su presencia se da por descontada en la papeleta de la segunda vuelta.

Macron tiene la ventaja, pero desde ya no se confía. En su único gran evento como candidato, el sábado pasado en La Défense, París, Macron advirtió a los 30 mil presentes: “No crean en los sondeos que dicen que es imposible, que es impensable, y que la elección ya está decidida”. Según The Economist, medio que lleva meses modelando las posibilidades de cada candidato, el líder de La República en Marcha tiene un 98% de posibilidades de pasar a segunda vuelta, y un 78% de obtener la presidencia.

Esta última semana, sin embargo, las distancias se han recortado, y quien se perfila como la gran contendora de Macron sería, al igual que en 2017, Marine Le Pen. La líder de Agrupación Nacional, partido de extrema derecha, ha enfocado su campaña en la economía, pero la coyuntura europea le jugó una mala pasada, debido a su histórica cercanía y simpatía por la Rusia de Vladimir Putin.

Emmanuel Macron en un mercado de Neuilly-sur-Seine, a las afueras de París. Foto: AFP

Dentro del margen de error

El martes, el Instituto de Opinión y Marketing en Francia publicó el último sondeo de intención de voto, y los resultados continuaron poniendo a Macron como el primero de los 12 candidatos por la presidencia, con un 27,5% de las preferencias. En segundo lugar le sigue Le Pen, con un 23%: respecto a las encuestas previas, la candidata nacionalista está en un constante ascenso, desde el 17,5% obtenido a mediados de marzo.

Lo que más preocupa al mandatario, sin embargo, son las tendencias de cara al eventual balotaje del 24 de abril: las intenciones de voto en esa instancia –según la encuestadora Harris-Interactive– llegarían a un mínimo de diferencia: Macron 51,5% y Le Pen 48,5%. Desde ya, la aplastante victoria de 66,1% a 33,9% en las presidenciales del 2017 se aleja. Una encuesta de CSA para CNEWS, liberada el jueves, asegura que el 66% de los franceses desea cambiar de presidente en estas elecciones.

Sobre las posibilidades de Macron de triunfar en el balotaje y mantenerse en el poder, Antoine Vauchez, director de investigaciones en el Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS), en la Universidad París 1 Panthéon-Sorbonne, dice a La Tercera que “sigue siendo algo difícil a decir en base a los sondeos”. “No tendremos datos sólidos hasta la noche del domingo. Los sondeos actuales revelan un riesgo, limitado pero real, y por tres razones. Primero, porque Macron realmente no ha hecho campaña ni dramatizado el tema. Luego, porque la izquierda, aún débil como lo está ahora, será más reticente que hace cinco años a la hora de apoyar a Macron para la segunda vuelta”, apunta.

El tercer motivo viene de más a la derecha: “En fin, y sobretodo, porque el segundo candidato de la extrema derecha, Éric Zemmour, está en un 10%. Eso significa que Le Pen dispone de una reserva importante de votos para el balotaje”, considera el politólogo francés.

Marine Le Pen en un mercado de Narbonne, al sur de Francia. Foto: AP

Francia, como muchos otros países europeos, ha visto como los discursos de extrema derecha se han alzado en la arena política y el mainstream, alimentando las inquietudes en miras al Islam, la migración y la ideas de una sociedad multicultural. Durante más de 40 años, el ex Frente Nacional lideró estos discursos, pero en los últimos años la imagen de “extrema” que se tenía de Le Pen se ha “dulcificado”.

A pesar de que sus oponentes siguen criticando a Agrupación Nacional como un partido xenófobo, racista, antimusulmán y antisemita, su líder es hoy la segunda personalidad política favorita en Francia, solo por detrás del ex primer ministro Édouard Philippe, en la última encuesta de Elabe. Si en campañas previas, la estrategia de Le Pen incluía un lenguaje más populista, presentándose como “el pueblo vs la élite”, hoy la candidata se presenta como quien podría “calmar las cosas”, en contraste con “el presidente del caos”, como ha llamado a Macron.

Por otro lado, la presencia de otro candidato de ultraderecha, como lo es Éric Zemmour, le ha servido a Le Pen para ganar un aura de “respetabilidad”. “El debate público en Francia ha girado definitivamente a la derecha desde hace años, bajo la influencia de nuevos medios de derecha radical con sus ejes en las problemáticas de inmigración, inseguridad, identidad nacional (...) con un tono particularmente polémico, bien correspondiente a las dinámicas de las redes sociales”, explica a La Tercera Emilien Houard-Vial, doctorando en Sciences Po y experto en derecha francesa.

Eric Zemmour dando un discurso en Lille, al norte de Francia. Foto: AP

A pesar de aparecer más calmada que Zemmour, las políticas propuestas por Le Pen son similares. Entre sus promesas está un referéndum sobre la migración, asegurar constitucionalmente una “Francia para los franceses”, además de prohibir el uso de hijab en calles y espacios públicos.

De todos modos, según Houard-Vial, la elección de Le Pen como presidenta sigue siendo improbable: “Si bien la posibilidad de ver a Marine Le Pen electa existe, sigue siendo muy débil, porque el reflejo de ‘barrera republicana’ contra la extrema derecha debería funcionar al menos en parte (...) Sin duda, el porcentaje de Macron será significativamente menor al de la segunda vuelta de 2017, debido a una fuerte impopularidad desde una gran parte de la población. Si Marine llega a ganar, sería debido a la constitución de una gran coalición anti-Macron, cosa que sigue siendo bien improbable que pase”.