Son varios grados por debajo del punto de congelación (0º) los que se perciben en el estado que está junto al lago Michigan. El gran problema de estas temperaturas es que el metal de las vías del tren pueden contraerse a tal punto que los tornillos, que lo mantiene en su sitio, comienzan a salir de su posición. Por esta razón, el equipo de mantenimiento utiliza trozos de cuerdas con queroseno y las quema sobre las vías para recuperar su forma y así poder repararlas (volver a colocar los tornillos o soldar las partes que se hayan roto).

Esta técnica toma aún mayor relevancia en los cambios de vía, ya que estos sistemas operan bajo mecanismos más complejos y que por ende se ven más expuestos al frío; por lo general, cuentan con aparatos que evitan que se cierren al congelarse, pero con temperaturas tan bajas corren el riesgo de fracturarse.