Ropa que no tiene costuras sino que un sistema de ensamblajes, zapatos impresos en 3D y un bolso que al abrirlo se enciende una luz en su interior. Esos son tres de los variados proyectos que la arquitecta griega Anastasia Pistofidou ha realizado como directora de FabTextile del FabLab Barcelona, uno de los principales laboratorios de la red mundial de FabLabs, un centro de producción e innovación equipado con herramientas tecnológicas de punta para la producción de objetos, prototipos y electrónica. “Hace tres años inicié una investigación en Barcelona y me di cuenta de que los programas de educación no tenían integrado como ramo de estudio la fabricación digital, así que empezamos una serie de talleres abiertos al público y de a poco se ha creado una comunidad, gente que de boca en boca ha comenzado a utilizar esas tecnologías”, cuenta.

Nieta del dueño de la primera tienda de peletería abierta en Grecia, en 1917, desde su niñez Pistofidou estuvo ligada a temas de indumentaria. Con los años, y pese a ser arquitecta de profesión, su trabajo se volcó a cómo las nuevas tecnologías pueden cambiar el consumo masivo de la moda hacia una fabricación personalizada y local, aplicada tanto en la educación como en la vida cotidiana. “Nuestra intención es cambiar lo que define a la moda en la actualidad. Queremos tener ropa que esté diseñada por nosotros, que pueda crecer con nosotros, que no sea de uso muy temporal, sino que sea una ropa que la podemos tener durante años”, explica.

¿Cómo se puede lograr combinar exitosamente la fabricación digital con la artesanía, el mundo textil y la moda? No podemos decir que la fabricación digital va a cambiar los procesos de la industria, pero sí que es una herramienta que para los diseñadores puede ser de mucha utilidad. Siempre recuerdo lo que Neil Gershenfeld, el fundador de los FabLabs, ha dicho al respecto: la impresión 3D es como los microondas en los años 50, que nos han facilitado mucho la cocina, pero nunca la han reemplazado. Nosotros podemos decir que la fabricación digital está en el mismo concepto: vamos a utilizar herramientas nuevas, a diseñar con nuevos procesos, pero también vamos a consumir de forma diferente. El verdadero cambio es, por un lado, la integración de la tecnología en la artesanía y la producción actual, y por otro, es la innovación en la tecnología para tener procesos más ecológicos, que no dejen huella negativa en el ecosistema.

¿En qué etapas de la producción de un objeto se puede desarrollar la fabricación digital?  Creemos que puede estar en todas las etapas: desde la idea hasta el prototipo, la producción y los materiales. Por ejemplo, hemos creado un tejido a través de un brazo robótico que tira fibras naturales directamente encima de un maniquí. Toda la investigación que hacemos en el FabLab Barcelona y en el de Santiago está orientada a la educación y experimentación. No son proyectos comerciales, pero sí en ocasiones vienen algunos diseñadores a colaborar conmigo, a hacer cosas de esa índole, y les enseñamos cuál es el potencial de esto. Así es como cambia la mentalidad desde el punto de vista del inicio del diseño, y se produce una transformación.

¿Cómo se puede lograr una fabricación más personalizada y local en algo tan masivo como la moda? Pienso que es una tendencia que existe hoy; actualmente somos todos consumidores, pero poco a poco, con la tercera Revolución Industrial, nos convertimos en prosumidores: los que producimos somos los mismos que consumimos, y estamos repensando lo que generamos y consumimos. Al final de todo nos inclinamos a tener nuestra propia ropa y mobiliario. Y eso no lo veo en términos de producción masiva: tener algo customizado es algo muy difícil, pero puedes hacerlo de manera muy superficial con pequeños cambios. De esta forma, consumes menos porque haces tus propias cosas y puedes tenerlas completamente customizadas. d

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