-¿Quién?                                 - Alejandra Chellew, directora de Galería la Sala.

-¿Galería...?                                                  Sebastián Cobo tiene pésima señal en su casa y tuvo que salir a un lugar abierto para entender esa llamada que muchos artistas esperan por años, que algunos nunca llegan a recibir. Sin saber cómo, sin ningún contacto ni gestión de su parte, un espacio de exposición reconocido estaba demostrando interés en mostrar su trabajo, solo unos cuantos meses después de que él se planteara “dejar de dibujar por dibujar y buscar una línea propia de creación”.

“Yo quería agarrar mis cosas e ir altiro”, se ríe Sebastián. Tiene 22 años. Pasó toda esa noche de agosto trabajando en obras de pequeño formato para mostrar a la gente de la galería al día siguiente. “En ese momento tenía dos cuadros y algunas cosas chicas. Desde que me formalicé había hecho unas 15 obras. La primera la enmarqué y la vendí a una amiga. Con esas lucas me compré unas zapatillas para la liga de fútbol, y sería”.

Poco después, cuando la PUC -donde Sebastián estudia diseño- convocó a nuevos artistas para participar en la versión de abril de 2015 de MásDeco Market, fue uno de los seleccionados. “Estaba al lado de una tienda en que vendían cactus y suculentas como locos. Yo no vendía nada. Me puse a dibujar ahí, la gente vio que era un trabajo hecho a mano, muy meticuloso, cero computador, y empezaron a comprarme las obras antes de que las terminara”, recuerda.

¿Dónde queda el diseño ahora? Sigo haciendo logos y diseño, para la banda de unos amigos, por ejemplo. Me describiría como creador. Me gusta hacer cosas y lo paso bien haciéndolo. Ando harto en skate. Ahora estoy pintando tablas para la exposición, una completa y la otra partida por la mitad, como contando una historia.

El camino -corto y afortunado- que lo lleva a inaugurar su exposición este 3 de marzo en Galería La Sala comienza en una casa de Santo Domingo, cuando llevó a las vacaciones con sus amigos su croquera y sus lápices. “Una tarde dibujé mi primera flor partiendo desde un punto; antes las hacía sueltas. La mamá de un amigo vio mi croquera y me dijo ‘qué lindo, me las imagino más grandes’. Volví a Santiago y cuando fui a comprar materiales para la U, con la plata de mi viejo, aproveché de comprar papeles y lápices ricos”.

Este verano fue distinto. Los planes de viajes con los amigos, de pasar tardes ociosas de piscina, se pospusieron por trabajo intenso, de una meticulosidad que lo ha llevado alguna vez a pasar cuatro días en una sola obra. Todo para que veamos estas repeticiones que Sebastián no está seguro de llamar patrones. “Son trabajos en los que paso mucho tiempo, y mientras estoy metido, ellos mismos dan paso a las nuevas formas y patrones que intentaré a continuación. Siempre estoy pensando en lo que viene. En la expo mostraré tinta y acrílico sobre papel; empecé a trabajar con pinceles. Quiero que las tablas sean un sello dentro de lo que hago. Quiero que se vea calle. La tabla quebrada está usada, gastada, y se nota”, dice. d