Sofía Donovan: el rescate en Recoleta

Ella dice que se fue a dormir de 28 años y un día se despertó de 46. Es que la artista y escultora argentina Sofía Donovan (quien vive en Chile hace casi 17 años) es joven, despierta y revienta en color. Muchas personas dicen que la forma de vestir es un lenguaje precioso, que comunica los estados de ánimo (entre otras cosas), y Sofía es un ejemplo, como con su obra, pues maneja su vestuario como extensiones de su propio cuerpo, colorida como su personalidad, explosiva como su trabajo. Y nos abre las puertas de su lugar, el taller que ella misma denominó Taller La Roca, en Recoleta, un espacio diáfano, abierto, sin tapujos ni pretensiones, blanco en sí mismo, más allá de lo literal.

"Estudié arte en Buenos Aires, comencé pintando pero ahora me dedico de lleno a la cerámica. Mi 'approach' a la cerámica contemporánea es desde el arte, trabajo con cables de plástico, por ejemplo, y mi obra se basa en el tema de la velocidad y de la inquietud del mundo moderno, de lo excesivo, de la locura, del no parar. Mucho el tema femenino también, trabajé el tema de la sexualidad, la fragilidad humana siempre está ahí; de la impermanencia, lo que desvanece. La serie que estoy haciendo ahora es una de ruinas, que hablan del paso del tiempo, de la fragilidad, de la decadencia. Me gusta mucho el color, el gris en invierno en Chile me deprime, y creo también que es mi parte argentina, mi resistencia ante la monotonía gris que veo acá en el invierno. Hay una parte reoscura e irónica en las esculturas, que eso soy yo también. Creo que a la vida hay que ponerle fantasía y humor, porque o si no es pesada y dramática. Así mismo también es mi obra", explica.

Y las cosas se fueron dando. En octubre de 2018 se mudó a este lugar, luego de tener un taller que se le hacía pequeño en Bellavista. "La cerámica demanda mucho espacio y tenés que tener patio por los polvos que uso que son tóxicos. Yo me hago mis esmaltes, me sentía reencerrada allá y empecé buscando donde conocía, me cayó la ficha y me cambié. Me pasé 1 año buscando, y vi este galpón que estaba hecho bolsa, me encantó, me gustó la calle (al lado hay un chico que fabrica ropa, también hay un taller que hacen muebles y familias del barrio). Es una zona bien tranquila, que está empezando una pequeña efervescencia, aunque yo soy bien pionera en el barrio".

El espacio era un galpón con techos bajos falsos, aquí había una imprenta y no tenía ninguna ventana, era muy oscuro. Sin embargo, Sofía le vio potencial. "En el patio había chimuchina, cuartitos, baños, y dejé un solo cuadrado que me servía como depósito", añade. Adelante habían un estacionamiento y oficinas subdidividas con paredes muy frágiles, de trupán. Era todo de un color rojo colonial, mal pintado. Se dejó el piso original de baldosas, por ser superpráctico y porque el presupuesto era limitado. "Lo de adentro lo volamos todo, hice el baño completo de cero. Hicimos unas claraboyas inclinadas, las vigas de fierro quedaron las originales pero estaban pintadas de verde, muy feo; hicimos todas las estanterías, pintamos todo de blanco, todo junto al arquitecto a cargo Gonzalo Donoso". sofiadonovan.net / @sofidonovan / @taller.laroca

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Martín Daiber: renovar Yungay

Martín Daiber (39) es artista visual y dirige la galería The Intuitive Machine, un proyecto que nació en agosto de 2018. Ahora van por la cuarta exposición. Emplazada en el primer piso de una casa abundante en nostalgia hermosa y construida en 1930 en el lado oeste del barrio Yungay, la galería acoge arte contemporáneo en varios formatos y, como lo dice su nombre, acoge un arte intuitivo, que se basa en el hacer. "La idea fue armar un espacio que se dedique a exponer artes plásticas, arte que viene desde la tradición, desde las Bellas Artes, pero desde una mirada contemporánea. Parte del hacer, luego viene la reflexión, diferente creo yo a cómo está funcionando el mundo del arte actualmente. Aquí la idea surge del trabajo mismo, durante el desarrollo se completa la idea. Desde una mirada más intuitiva, de acoger la intuición y asumirla y poder explorarla y explotarla", explica Martín.

Esta es una casa que pertenece a su familia donde, además, hay 10 talleres de distintos artistas (en el resto de sus 4 pisos). Así las cosas, hubo un momento crucial donde se desocuparon los talleres del segundo piso, donde justamente se creó la galería. "El espacio se maquilló, hicimos unos tabiques nuevos y se unieron dos piezas que estaban separadas por una puerta. Se pintó, se arreglaron los cielos y el piso se virutilló y enceró, es el original. En algún momento la casa tuvo sus días de gloria, luego fue arrendada por varias familias por piezas y después del terremoto se puso a la venta, mi padre la compró y yo se la arrendé a él".

La casa tiene 4 pisos, la escalera, imponente obra de madera, une toda la construcción. La altura de la casa es inmensa, 3 m y medio en cada piso. Las cornisas en la sala misma de la galería, la marquetería, se conservan desde los inicios de la casa. También es interesante, desde el punto de vista arquitectónico, la distribución vertical que tiene. "Además, en el barrio y sus calles que nos rodean, hay talleres de artistas; está Caffarena muy cerca (donde hay muchos talleres), es un barrio bien activo en el que hay muchos inmigrantes, hay una comunidad peruana  grande, hay ferias cercanas todos los días". theintuitivemachine.com / @theintuitivemachine / @martindaiber

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