La caída de John Lasseter, uno de los fundadores de Pixar y jefe del estudio tras conocerse diversas acusaciones de abuso y acoso sexual cometidos por su persona dentro de la empresa fue una de las noticias que remeció el mundo de Hollywood gracias al impulso del movimiento #MeToo.

Pero el cambio de directivos que decidió Disney para reemplazarlo al parecer no será lo sufiente, ya que como contó Cassandra Smolcic, una ex trabajadora de la compañía, la cultura del acoso está extendida prácticamente por toda la empresa, lo que en sus palabras arruinó toda su experiencia en la empresa y terminó por arruinar su trabajo soñado.

Smolcic escribió una columna en Variety, en la cual cuenta varias de las situaciones incómodas que tuvo que pasar solo por ser mujer. Lo primero, evidentemente, era el factor Lasseter, de quien recibió muchas advertencias sobre su comportamiento con las mujeres, de quien decían que solía sobrepasar los límites con toqueteos, besos excesivos y sobre todo, una mirada en menos para sus empleadas.

Pero Lasseter no era el único. Smolcic describió que una de sus primeras experiencias la vivió cuando recién era una practicante, entrada en sus 20, cuando tuvo un encuentro con un superior en la cocina del recinto, quien la acorraló, le dijo palabras inadecuadas y además la miró lascivamente. Otros colegas la manosearon en más de una oportunidad e incluso la apartaban de proyectos solo por ser mujer. Una vez incluso fue apartada de una reunión creativa de Cars 2 solo porque "Lasseter tenía unos días difíciles y no se estaba controlando". Claramente se estaba protegiendo al jefe y avalando el abuso de alguien que repetidamente las trataba como objetos.

"Nunca olvidaré el día en que un director comparó su película como una rubia de grandes pechos difícil de controlar" señaló en una parte de su testimonio. Pero no solo se notaba en lo sexual, también en lo laboral: las mujeres raramente tenían puestos de liderazgo, como cuando sacaron a Brenda Chapman de la dirección de Brave -para cambiarla por un hombre-, eran sacadas de grupos de trabajo por ser "poco confiables" e incluso citó la vez que una colega pidió ayuda para un proyecto que la tenía muy complicada. Se le negó tantas veces que finalmente tuvo que pedir licencia por stress. Su reemplazo: un hombre que llegó ayudado de la docena de artistas que a ella le negaron.

Smolcic dejó Pixar a los 30 años, convencida de que la compañía ya no tenía arreglo, pero mucho peor que todo, le habían robado el sueño de trabajar, triunfar, pero por sobre todo ser respetada en la compañía en la que siempre soñó trabajar.