Que una gran porción del respetable que asistió al aniversario 25 de Raw el pasado lunes celebrase eufóricamente la octava coronación de The Miz como campeón Intercontinental tiene sólo una respuesta.

Una que, cabe destacar, no guarda relación con un eventual merecimiento del líder del Miztourage o por su performance sobre el cuadrilátero. No. El motivo que explica de manera más completa lo ocurrido en el Barclays Center de Brooklyn tiene nombre y apellido: Roman Reigns.

No es para nada una sorpresa a esta altura, y mucho menos teniendo en cuenta el palmarés que acumula desde hace algún tiempo. La cúpula directiva de la WWE eligió a Roman Reigns para tomar la posta y convertirse en el buque insignia de la compañía: asumir el camino que en su momento protagonizaron ilustres como Hulk Hogan, Stone Cold, The Rock y John Cena.

Sin embargo, tanto las formas como los tiempos que los directivos plantearon para este empuje parecen ser el motivo principal que no terminó de convencer a los fanáticos.

A todas luces, mal manejo creativo que propició un escenario muy desfavorable para el luchador, como el que se pudo apreciar este lunes. Pifias y un descontento generalizado que se han repetido, además, en cada uno de los grandes momentos del "Emperador romano".

Y Royal Rumble, uno de los eventos más emblemáticos de la compañía, en ese sentido, es un factor ineludible en la carrera de Reigns. Responsable directo de esta suerte de antipatía que genera su personaje.

Basta con retroceder hasta 2015, a la vigesimoctava edición de la batalla real, acaso una de las peores que recuerden los seguidores. Y es que el Universo WWE se ilusionaba con una victoria del por entonces "top face" de la compañía: Daniel Bryan.

El actual gerente general de Smackdown, sin embargo, fue eliminado inesperadamente durante la primera mitad del combate, desatando la ira de los asistentes. Ya no importaba el desenlace del mismo. Los directivos habían errado una vez más. Y el ex The Shield sufriría las consecuencias.

El final, además, fue pésimamente elaborado, muy predecible y dejó a Reigns mal parado: a ojos de la masa, un tipo aún muy "verde", inexperto, había robado la opción del que reunía los mayores merecimientos para estelarizar Wrestlemania. Ni siquiera la curiosa intervención de The Rock sobre el final, para salvar a "su sangre", cambiaría la respuesta del decepcionado público de Philadelphia.

https://www.youtube.com/watch?v=DxlS15DmJEM

Verdugo del Fenómeno

La complicada relación que sostienen "El Superhombre" y Royal Rumble sumaría un nuevo episodio durante su última edición, en 2017. También imperdonable para los fanáticos. En la previa del evento se especulaba con una sorpresa mayúscula. Samoa Joe, Shinsuke Nakamura o incluso Kurt Angle eran los nombres que ilusionaban al Universo WWE. Todos esperaban ansiosos la cuenta regresiva para conocer al último sembrado de la icónica batalla.

Una ansiedad directamente proporcional al enojo y decepción que causó la entrada de… Roman Reigns.

Aún había esperanza: en el cuadrilátero, uno de los sobrevivientes al combate era nada más y nada menos que The Undertaker, quien se había encargado de eliminar a Goldberg. Sin embargo, una distracción del "Hombre muerto" bastó para que Reigns aprovechara el momento y lo sacara por encima de la tercera cuerda.

https://www.youtube.com/watch?v=WBQi-H-mYnk

Lo único que pudo detener los terribles abucheos y el descontento del público fue que, minutos después, sorpresivamente Randy Orton logró declararse ganador, eliminado precisamente a Reigns.

Hoy, a la vuelta de la esquina, Royal Rumble se presenta nuevamente como un evento clave en la carrera de Reigns. Es sabido que Vince planea que el ganador de la edición 2015 protagonice Wrestlemania, enfrentando a Brock Lesnar. Basta nada más saber cómo tomará forma esa historia. Y no son pocos los que sospechan que la derrota de Roman el lunes, perdiendo el cinturón Intercontinental, es prueba inequívoca de que lograra su segunda batalla real.

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