El Mundial de Fútbol de 1962 quedó grabado como uno de los mayores eventos del siglo pasado en nuestro país, sin embargo, a nivel deportivo, recibió severas críticas por la rudeza con la que se disputaron una serie de partidos. El más recordado y el que peor evaluación tuvo fue el duelo entre Chile e Italia (2-0) en el Estadio Nacional, partido conocido como la Batalla de Santiago, donde el árbitro Kenneth Aston apenas pudo controlar a los protagonistas.

"En Santiago me limité casi a contar los puntos de las maniobras militares del campo. Mi función no recordó nada a las tareas de un árbitro", diría en su informe a la Fifa el juez inglés, quien debió hacer salir de la cancha con policías a los jugadores italianos Giorgio Ferrini (7’) y Mario David (41’), tras brutales golpes a Honorino Landa y Leonel Sánchez, respectivamente. El caso de David es el más recordado, pues impactó con su pie en la cabeza del delantero minutos después de que el atacante nacional le propinara un golpe de puño que el árbitro dejó sin sanción.

Ese partido puso en evidencia un tema importante. El fútbol había llegado a un nivel preocupante de violencia (Pelé en el mismo Mundial no pudo continuar por los golpes que le dieron) y no existía en el reglamento un sistema que permitiera amonestar a los jugadores, de hecho, las expulsiones eran solo verbales y en ocasiones ni siquiera se entendían, debido a que pocos jugadores hablaban otro idioma. Aún no existían las tarjetas amarillas y rojas.

» El aporte de la mujer

Cuatro años después de la Batalla de Santiago, en el Mundial de Inglaterra 1966 llegaría la gota que rebasaría el vaso. En el partido entre los locales y Argentina por el paso a la semifinal, el capitán albiceleste Antonio Rattín se negaba a abandonar la cancha tras ser expulsado por el árbitro Rudolf Kreitlein. Según el zaguero, no entendía lo que le decía el juez alemán.

Quien solucionó el tema fue Ken Aston, el mismo árbitro del partido entre Chile e Italia. El británico en ese momento era el responsable de todo lo relacionado con el arbitraje en la Copa del Mundo. Al ver lo que pasaba y que, incluso, se ponía en riesgo la reanudación del juego, decidió bajar a la cancha de Wembley y resolver todo de forma diplomática, llevándose a Rattín fuera del campo.

El hecho generó una gran controversia, al punto que el propio Rattín comentaría luego que "yo veía que cobraba todo a favor de Inglaterra este señor alemán. Bah, señor no. Retiro lo dicho. Este guacho les daba todo a ellos: corners, foules. Hasta inventaba manos. Todo para los locales. Ante eso le muestro el brazalete de capitán y durante varios minutos le pido un intérprete para pedirle explicaciones. Yo le insisto al juez con que entre un intérprete y me expulsa".

Esa situación hizo pensar a Aston en buscar alguna solución. Y la respuesta le llegaría de casualidad. “Mientras conducía por la calle Kensington de Londres, el semáforo se puso en rojo y pensé: 'Amarillo', puedes aún pasar, 'Rojo', alto y fuera del terreno", reconocería años después el árbitro

Según comentó hace un par de años al diario El País, Aston le comentó esa idea a su esposa, Hilda, quien pareció no tomarle atención. Eso hasta que la mujer se acercó a Aston y le entregó dos cartulinas. "¿Y si los árbitros llevaran dos de estas en el bolsillo? La amarilla como advertencia y la roja para expulsar", le dijo la esposa, lo que para el juez de fútbol fue una idea magnífica, pues se pondría fin a malas interpretaciones con un código sencillo y de conocimiento universal, evitando conversaciones innecesarias entre jugadores y árbitros. De paso, el público también comprendería lo que pasaba en la cancha.

El debut de las tarjetas tendría que esperar entonces hasta el Mundial de México 1970, donde también se permitió por primera vez hacer dos sustituciones (hasta Inglaterra 66 solo podía cambiarse al arquero).

Hace 50 años, en el duelo entre México y la Unión Soviética, que se disputó el 31 de mayo, el árbitro Kurt Tschenscher pasó a la historia al mostrar la primera tarjeta amarilla del fútbol. En un estadio Azteca con más de 100 mil espectadores, el protagonista fue el soviético Kaji Asatiani -posteriormente asesinado a balazos en Georgia- por una entrada durísima a los 30’ contra Mario Velarde. Luego, otros tres jugadores soviéticos verían de frente la amarilla.

En el Mundial donde Brasil se coronó tricampeón del mundo se mostraron 58 cartulinas amarillas, pero no hubo expulsiones. La primera roja debería esperar hasta el Mundial de Alemania 1974, cuando Carlos Caszely fue el primer jugador en recibir roja por una infracción contra el alemán Berti Vogts. La idea del semáforo se había consumado por completo. MT MAG.