Christopher Wylie es un personaje fascinante. Un joven canadiense vegano y gay, como él mismo se define, que diseñó el arsenal de ciberguerra de la nueva ultraderecha estadounidense. Cerebro de Cambridge Analytica (CA), se atribuye un papel decisivo en las victorias de Donald Trump y del Brexit. Puso en marcha la más eficaz maquinaria de cultivo de datos personales al servicio de la política. Sacó al genio de la lámpara y ahora trata de volverlo a encerrar. Este joven de pelo rosa y feroz inteligencia, de tan solo 28 años, ha decidido enfrentarse a dos entidades que nadie querría como enemigos: la siniestra compañía que contribuyó a crear y la todopoderosa Facebook. Es la principal fuente de las informaciones, publicadas en los últimos días por The Guardian y The New York Times, que han puesto contra las cuerdas al gigante tecnológico. El domingo mantuvo una larga entrevista con un grupo de periodistas europeos, en el despacho de abogados londinense que lo ayuda en esta delicadísima guerra contra su propio pasado.

¿Cuál ha sido su motivación para hablar?

Mi intención original era exponer el trabajo de Cambridge Analytica, en parte porque yo ayudé a montarla y tengo una responsabilidad.

¿Qué es lo más grave de cuanto ha revelado?

Primero, el hecho de que haya una compañía que es contratista militar y también consejera del Presidente de Estados Unidos. En las democracias modernas prohibimos que los militares participen en elecciones ¿Por qué permitimos que contratistas militares participen y actúen como consejeros de algunos de los políticos más importantes del mundo? Que una compañía que tiene clientes militares cree una enorme base de datos de ciudadanos, algunos de ellos recogidos ilegalmente, genera un grave riesgo de borrar las fronteras entre vigilancia doméstica e investigación de mercado convencional. La gente y los legisladores necesitan ponerse al día con la tecnología y comprender qué significan de verdad esas compañías, Facebook u otros, que ganan dinero con los datos personales. Es importante que la gente vea que no es algo abstracto, sino que tienen impactos tangibles.

¿Cuándo se dio cuenta de que era el momento de parar?

El problema es que me perdí en mi propia curiosidad. No es una excusa, pero tenía presupuestos millonarios, podía hacer toda la investigación que quisiera.

Entonces se marchó.

Me fui al final de 2014. Se fue haciendo más y más tóxico, sobre todo dado lo difíciles que eran Alexander Nix (consejero delegado de CA) y Steve Bannon (ex vicepresidente de CA y ex estratega jefe de Trump). Bannon venía a Londres todo el tiempo.

¿Cuál fue su papel en el Brexit? Las últimas revelaciones sugieren que una compañía de datos vinculada a CA desempeñó un papel crucial en el resultado y ayudó a manipular las normas sobre gasto electoral.

No trabajé en la campaña por el Brexit, pero fui una presencia fantasma, porque conocía a muchos y ayude a montar la empresa que se puso al servicio de la campaña. Sabía todo lo que pasaba. Los puse en contacto y seguí lo que hacían.

¿El Brexit no habría sucedido sin CA?

Absolutamente. Es importante porque el referéndum se ganó por menos del 2% del voto y se gastó mucho dinero en publicidad a medida basada en datos personales. Esa cantidad de dinero te compraría miles de millones de impresiones. Si te diriges a un grupo pequeño, podría ser definitivo. Si sumas todos los colectivos que hicieron campaña por el Brexit, era un tercio de todo el gasto.

Y estamos ante algo fundamental para el encaje constitucional de este país y para el futuro de Europa. Por eso debe haber una investigación sobre los indicios de que gastaron más de lo legalmente permitido. Se lo dice alguien moderadamente euroescéptico. Pero la gente debe poder confiar en sus instituciones democráticas. Hacer trampas es hacer trampas. Si alguien usa dopaje y llega primero, puede que hubiera ganado sin doparse, pero se le quita la medalla porque engañó. Se le quita la medalla porque cuestiona la integridad de todo el proceso. Hablamos de la integridad de todo el proceso democrático, y se trata del futuro de este país y de Europa en general.

¿En qué otros países europeos trabajó CA?

Sé que Italia fue un proyecto cuando yo estaba allí, pero no tengo detalles.

¿La ciencia de los datos es peligrosa para nuestra sociedad?

Los datos son nuestra nueva electricidad. Son una herramienta. Los datos en sí no son un problema, hay un increíble potencial y cosas asombrosas que podemos hacer con ellos. Pero lo que CA ha expuesto es el fracaso, no solo de nuestros legisladores sino de nosotros como sociedad.

Que una campaña política se dirija a colectivos concretos indecisos no es algo nuevo…

La diferencia es cuando engañas, cuando creas una realidad a medida para alguien, cuando te diriges a alguien porque sabes que es más susceptible de entrar en teorías conspiratorias porque lo has perfilado así, y lo llevas a una espiral de noticias falsas. Es diferente que llamar a una puerta determinada identificándote como parte de una campaña. Puedes perfilar a un grupo de personas muy receptivas a esas teorías conspiratorias, del tipo de que Obama ha desplazado tropas a Texas porque no está dispuesto a irse. Entonces fabricas blogs o webs que parecen noticias y las muestras todo el tiempo a la gente más receptiva a ese pensamiento conspiratorio. Después ven la CNN y no hay nada de lo que ven todo el tiempo en internet, y piensan que la CNN esconde algo.

Empezábamos la investigación con métodos cualitativos, focus groups.

¿Cuál ha sido la falla de Facebook en todo esto?

Uno de los grandes fracasos de Facebook es legalizar excesivamente sus condiciones de uso y olvidar algo tan importante como es la expectativa razonable del usuario.

¿La gente no ve Facebook como algo público?

No hay una dicotomía entre público y privado, es un espectro. El problema es que si dices que solo es privada la comunicación uno a uno, y todo lo demás es libre para todos, si extendemos esa lógica podrían poner cámaras de videovigilancia en tu salón.

¿Habría ganado Trump sin CA?

Tuvieron un papel, obviamente.