La paz es el tema clave de cara a la segunda vuelta de hoy en Colombia para el expresidente Ernesto Samper (1994-1998). Un logro que le atribuye al actual mandatario Juan Manuel Santos, quien firmó los acuerdos de paz con las FARC en 2016, aunque se muestra crítico por su implementación.

Como secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Samper fue particularmente cuestionado por su rol frente a la crisis venezolana. Hoy, en relación con la falta de consenso y el anuncio de que seis países decidieron suspender su participación en el organismo regional, asegura a La Tercera que esperaba otra actitud de parte de Chile, con el gobierno de Michelle Bachelet.

¿Ya tiene claro su candidato presidencial?

Sí, mi candidato para (hoy) es la paz. Voy a votar por la persona que considere que le va a garantizar más la paz al país.

¿Cuáles son los temas más relevantes que están en juego en Colombia?

Yo creo que esta es la primera vez en 50 años que vamos a tener unas elecciones presidenciales sin la amenaza de una presencia armada. Eso a mí me ha permitido ver, cómo se están formando verdadera alternativas, que antes eran impensables en Colombia. Antes de que se suscribieran los acuerdos de La Habana, estábamos todos metidos en una especie de centro, que no nos movíamos porque estábamos de alguna manera amenazados por la derecha, los grupos paramilitares y por los grupos alzados de izquierda. Aquí va a haber dos proyectos políticos. En algunos temas como políticas públicas me parece que tienen coincidencias fundamentales. Pero creo que hay dos diferencias de fondo entre los dos. El modelo económico, que sin duda son como el agua y el aceite, y su posición frente a la paz.

¿Cómo califica la implementación que han tenido los acuerdos de paz?

Habría que dividirlo en cuatro etapas. La etapa del conflicto que funcionó; la dejación de armas que fue histórica por el número de armas que entregó cada combatiente; su conversión en partido político y su participación en las elecciones hasta llegar al Congreso. Creo que esa parte se cumplió bien. A partir de ese momento comienza la justicia transicional, que es el paso del conflicto al posconflicto. Ahí hemos tenido dificultades. En parte porque se revolvió al final el proceso de paz con la campaña electoral, que creo que fue un error estratégico. La tercera etapa, en la que estamos muy atrasados, es el tema del posconflicto. Estamos incumpliéndoles a las víctimas, no ha habido un paso acelerado a la sustitución social de los cultivos ilícitos. Esa parte del posconflicto, yo diría que incluso tenemos que reconocer que no estábamos preparados. El próximo gobierno va a tener que ver especialmente esta parte del posconflicto.

¿Cuál es su balance de los ochos años de gobierno del Presidente Juan Manuel Santos?

Yo espero que la historia sea más favorable de lo que es en este momento la opinión pública colombiana con el Presidente Santos. Sin duda su mayor mérito ha sido la búsqueda de la paz. Pero por supuesto hubo dificultades en el tema de política económica que de alguna manera le quitó legitimidad al propio proyecto de paz. Las FARC eran el Estado en esos municipios, y hay que hacer una gran inversión en este país para reconstruir el tejido social, el tejido económico y político.

Esta es la primera vez que un candidato de izquierda, como Gustavo Petro, llega tan lejos en una contienda presidencial. ¿Cómo observa ese cambio?

Yo creo que este es uno de los frutos benditos de la paz. Por primera vez en medio siglo, una persona que militó en la guerrilla, en el M-19, se asoma a las posibilidades de ser Presidente de Colombia. Me parece que eso al país de alguna manera lo enaltece y demuestra que el camino sí era el de la paz. De otra manera hubiéramos seguido con los mismos candidatos, con los mismos proyectos grises.

¿Considera que en la campaña presidencial se generó un ambiente de polarización?

Algo, pero más que todo aquí la polarización que me parece que dificultó más el tema político, fue la polarización entre dos figuras como el Presidente Santos y el Presidente Uribe, que desde ocho años están enfrentados.

¿Qué rescata de Iván Duque y de Gustavo Petro?

Iván Duque me parece un candidato moderno, joven, con un tono conciliador. Me preocupa que está mal acompañado por algunos sectores muy retardatarios de la sociedad colombiana. Petro me parece que es un candidato también dinámico, dialéctico. Tiene una gran capacidad de convocatoria política. Me preocupa que no sé realmente con quién va a gobernar.

¿Considera que Iván Duque, como se ha señalado, es efectivamente el "títere" del expresidente Álvaro Uribe?

No. Y por experiencia propia. Una cosa es tener uno el avión ahí detenido, y otra cosa es cuando uno ya se sube el avión, coge vuelo y le toca a uno tomar decisiones. Uno no aprende a ser Presidente, se es Presidente cuando ya se tiene el avión en la mano, es difícil enseñarle a alguien qué es ser Presidente. Y yo espero que viviendo esa misma experiencia, marque distancias dentro de su propio partido que le permitan hacer un gobierno equilibrado. Y también esperaría que Gustavo Petro, si gana, nombre a algunas personas que convoquen a toda la gente en los propósitos comunes de la paz.

Sobre lo que ha sucedido en Unasur y la falta de consenso por la crisis en Venezuela, ¿Cómo califica el rol que ha tenido Chile en este proceso?

Digamos que sí hubiera esperado, especialmente en el gobierno anterior, un rol más proactivo en favor de Unasur. Yo le atribuyo al anterior canciller que no permitió la expresión de la Presidenta (Michelle Bachelet), en función de unos intereses comunes que existían en la región. No me extraña este gobierno que ha tomado esta posición. Pero sí me llama la atención, como una reflexión de toda la región, que aquí lo que hay es un problema ideológico, porque hemos tenido Unasur de derecha y de izquierda. El problema es que en este momento lo que está en juego es si estamos o no integrados. No nos hemos podido integrar porque hay una norma maldita en los estatutos de Unasur que es la del consenso.