Es poco probable que Jair Bolsonaro impugne el resultado de las elecciones de octubre, dijo este martes el fiscal general de Brasil, restando importancia a los temores de empresarios, diplomáticos y políticos sobre la retórica antidemocrática del presidente.

El fiscal general Augusto Aras dijo a periodistas que la negativa a aceptar la derrota electoral sería “una afrenta a la democracia”, pero añadió: “No me preocupa que esto ocurra. Las instituciones brasileñas están comprometidas con la democracia”.

El presidente de extrema derecha ha criticado repetidamente las máquinas de votación electrónica de Brasil como susceptibles de fraude, sin aportar pruebas.

Sus afirmaciones han suscitado el temor de que esté preparando el terreno para negarse a reconocer una eventual derrota ante el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que lidera las encuestas de opinión.

Aras dijo que confía en que, si Bolsonaro es derrotado en octubre, un nuevo presidente asumirá el cargo el próximo año. “Quiero creer que cuando llegue el 1 de enero, el presidente no intentará quedarse en el palacio presidencial, porque eso sería una afrenta a la democracia”, sostuvo.

Aras, que fue designado por Bolsonaro cuando asumió el cargo en 2019, dijo que no es asunto del poder judicial especular, sino trabajar con pruebas de ilegalidades.

Al ser consultado por las urnas electrónicas que Bolsonaro ha cuestionado, dijo que habían acabado con el fraude electoral en Brasil desde que fueron adoptadas en 1997.