Cuando Freddy Guevara ingresó la noche del 4 de noviembre de 2017 a la residencia del entonces embajador de Chile en Venezuela, Pedro Felipe Ramírez, para pedir protección ante "inminentes amenazas a su seguridad" por parte del régimen de Nicolás Maduro, el país oficializaba el inicio de una histórica hiperinflación (50,6%). Las calles daban cuenta del desgaste tras una violenta ola de protestas contra el gobernante, que dejaron más de 150 fallecidos. Y la principal alianza de la oposición, la ahora extinta Mesa de unidad Democrática (MUD), evidenciaba también sus primeras fracturas con la salida de la dirigente María Corina Machado. Mucho y poco ha cambiado Venezuela en los 534 días de encierro de Guevara.

Despojado de su inmunidad parlamentaria, quien fuera el vicepresidente de la Asamblea Nacional, se levanta todos los días en lo que califica como una "cárcel privilegiada", donde intenta llevar una rutina lo más cercana a la normalidad. Actualmente, Freddy Guevara comparte techo con Roberto Araos, el encargado comercial de Santiago en Caracas; Roberto Enríquez, dirigente del Copei, y personal de seguridad y servicio del gobierno chileno. Además, goza de beneficios como cocina con chef, una piscina y acceso a internet.

En su primera entrevista telefónica desde que solicitó asilo, Guevara repasó su encierro con La Tercera, analizó el avance de la crisis y contó que incluso se comprometió con su novia, con quien lleva cuatro años de relación. "No podía permitir que Nicolás Maduro siguiera decidiendo los tiempos de mi vida", afirma.

A diferencia de otros dirigentes opositores, usted se encuentra en una cárcel privilegiada. ¿Cómo convive con esta situación?

Los primeros meses fueron complicados por la adaptación. Cuando estaba el embajador Pedro Felipe tuvimos una etapa mucho más activa. Pero después de su salida, en mi día a día me levanto, trato de hacer ejercicio, leer, pensar y conversar por teléfono mediante alguno de los mecanismos seguros para que no escuche el régimen, con compañeros o familiares. También intento generar ideas para salir de esto.

Sin embargo, goza de bondades como comida elaborada por un chef, internet y otros lujos a los que no tienen acceso los venezolanos...

Sin lugar a dudas, pero también uno entiende las grandes limitaciones del materialismo. De pensar que el ser humano solamente necesita techo, comida y servicio básico, que es fundamental, pero no se limita a eso. También está la libertad.

¿Ha pensado abandonar el país y tener un rol en el exilio?

No, y menos ahora que estamos en el penúltimo capítulo de esta historia.

Entiendo que ha vivido momentos importantes en la embajada...

Sí, me comprometí. Pero mi papá no está acá, mi mamá también tiene un año fuera y mi hermana vive en Canadá hace 12 años. Y al igual que la mayoría de los venezolanos, se han ido prácticamente todos mis amigos. Obviamente, no quería contraer nupcias así, pero no podía permitir que Nicolás Maduro siguiera decidiendo los tiempos de mi vida. Llevo cuatro años con mi novia y llegó el momento de dar ese paso y avanzar, aunque no tenemos fecha para la boda por la incertidumbre, estoy dispuesto a más.

Desde que se refugió en la embajada de Chile, la crisis se ha agravado en Venezuela. ¿Cómo la observa en el encierro?

Con perspectiva única que, sin duda, es mejor que la cárcel y las torturas de muchos compañeros. Porque a pesar de seguir en Venezuela, sin tener libertad, no estoy bajo el mismo riesgo. El deterioro es gigantesco, ya no tengo noción de los precios por la hiperinflación. No podría decir qué es caro o qué es barato. Han cambiado la moneda dos veces, y apenas viví la dolarización, jamás imaginé caminar con dólares en los bolsillos. Es un tema absurdo, muy loco. También veo cómo se fue deteriorando el nivel de vida de la gente y de mi propia familia.

¿Ha sentido los golpes de la crisis desde su encierro?

Muy concretamente durante el apagón. En el primer gran apagón que afectó a todo el país fue muy raro, porque, a diferencia de otros, no podía saber qué estaba pasando afuera. Era una situación parecida a (la serie) The Walking Dead. Obviamente con la seguridad de la embajada todo se resuelve, pero los primeros momentos fueron de muchísima incertidumbre, de no entender y no saber si algún día iba a volver la luz. He podido palpar fundamentalmente a través de terceros, pero no es lo mismo que te lo cuenten por teléfono a vivirlo en persona.

En este casi año y medio el chavismo no ha cedido un centímetro...

Este es un régimen que va de salida, no doy ninguna posibilidad a que el régimen de Nicolás Maduro sobreviva a esta crisis que ellos mismos se generaron. Desde acá es como ver la película Titanic. A veces les digo a mis compañeros de lucha que soy como una especie de fantasma, porque veo lo que está pasando, puedo hablar con ellos, siento lo que sienten, pero no puedo salir. Me parecen incluso absurdas las respuestas del régimen, son como 'patadas de ahogado'. Como cuando una persona inevitablemente se va a ahogar y va a morir en el agua, lo ves pataleando, pero es imposible... La única manera de que Maduro pueda sobrevivir es que la región decida convivir con un dictador y permitir que esa dictadura se extienda al resto del continente.

Cuando habla de concretar la "salida" de Maduro, ¿piensa en la ruta que lidera Juan Guaidó?

Totalmente. Juan Guaidó se ha convertido en el símbolo de la esperanza, no solamente del pueblo, sino también de las sociedades democráticas del continente que ven y entienden el problema de Maduro y el chavismo como uno que nos afecta a todos. Y que si en efecto no se soluciona esto aquí, lo que también está en juego es la estabilidad económica del continente que se inundaría todavía de más inmigrantes, que desestabilizarían la economía, fundamentalmente de Colombia, Perú y Chile. Es decir, si Nicolás Maduro sobreviviera a esto y la región decidiese que no está dispuesta a hacer más de lo que ya ha hecho, sería un mensaje claro que cualquier persona que domine la institución armada está garantizando su permanencia en el poder.

¿Se refiere al rol que debieran tener actores como el Grupo de Lima?

El Grupo de Lima ha hecho mucho y es un gran aporte para la lucha por la libertad. Pero estoy convencido de que estamos enfrentando unas situaciones extraordinarias, que van a requerir tener visiones también extraordinarias.

Ya hay consenso de parte del Grupo de Lima por una salida pacífica. ¿Qué le falta a la oposición para forzar el fin de Maduro?

Primero en Venezuela ya hay violencia e intervención. Existen funcionarios militares de Cuba y Rusia, es un hecho. Yo mismo, en una de las manifestaciones encontré una credencial de un policía boliviano que estaba reprimiendo. Aquí hay injerencia de fuerzas de seguridad de otros países aliados al régimen. Y segundo, obviamente nadie quiere una salida violenta, pero esto no se trata de lo que uno quiere, sino de lo que se puede. Nosotros apostamos para que el cambio se dé adentro, pero es muy importante que la región empiece a considerar que si aún haciendo todo, la situación no se soluciona...

¿Eso sería considerar la intervención militar?

Tampoco sería intervención militar, porque nuestra Constitución autoriza al Parlamento y al Presidente a solicitar cooperación internacional militar. Y tal como lo ha dicho Guaidó, que si llegamos al extremo que para liberar al pueblo necesitáramos cooperación de la fuerza internacional, sería bajo autorización de la Asamblea Nacional. Ojalá no lleguemos a eso.

En ese análisis vendría la activación del Artículo 187...

No. Nacionalmente estamos en una etapa en que a través de la movilización popular y la presión internacional, logremos que las FF.AA. se pongan del lado de Venezuela. Sin embargo, si eso no fuese suficiente, es importante considerar otras alterativas. Internacionalmente sería que aquellos países que están en contra de la fuerza, tienen que hacer más de lo que hacen ahora. Las declaraciones no bastan. No puede ser que el único que impone sanciones sea Estados Unidos. La capacidad que tiene la región de plantearse a China y a Rusia también es muy importante.

¿Puede realmente la alta cúpula abandonar a Maduro?

Es un hueso duro de roer, porque ellos mismos también están vigilados, pero al final todo se trata de la presión que se genere. La lucha por la libertad no tiene fecha de caducidad. Vamos a estar en esto hasta que lo logremos.

¿No temen que la estrategia de Guaidó pierda fuerza y sea otro intento fallido?

Este es un proceso y en todos hay ciclos de atención mundial, con flujos y reflujos. Pero no tengo ninguna duda, porque la crisis económica y social que es irreversible, que será inviable que haya estabilidad para Maduro. No hay forma de que este régimen pueda seguir si nosotros continuamos, a menos que nos rindamos y la comunidad internacional nos dé la espalda.

Guaidó se convirtió en rostro de la oposición solo después de que Leopoldo López, usted y otros de VP fueron apartados de la política...

En 2013, cuando entendimos que nos enfrentábamos a una dictadura, hicimos una lista, una especie de linea de sucesión, por eso no nos han podido destruir. Fue Leopoldo, después venía (Carlos) Vecchio, después venía yo, David (Smolansky), Luis Florido, Juan Andrés Mejía y Juan Guaidó. Pero después de Guaidó vienen otros, ojo. Juan Guaidó no es el último de la lista.

¿Cómo ayudó en la configuración de esta ruta?

Guaidó es uno de mis mejores amigos, y hay formas de comunicarse. Ahora por ser el Presidente legítimo, reconocido por Chile, ha venido para la embajada y podemos conversar entendiendo las limitaciones que se tienen por la situación diplomática.

¿Qué tan importante es la visita de la alta comisionada de DD.HH. de la ONU, Michelle Bachelet, a Caracas?

Bachelet es símbolo de una persona que sufrió torturas y persecución de dictadura, y que ella constate lo que pasa en Venezuela es una forma de darles validez y claridad a nuestras denuncias. Esa visita puede ayudar a que la izquierda mundial que todavía está en relativismos entienda la magnitud del problema.