Mientras el Presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, celebraba con justa razón durante este lunes junto a los soldados y ciudadanos la recuperación de Kherson, la primera gran urbe capturada por el Ejército ruso, diversos analistas parecían llegar a una conclusión: si bien la victoria militar y política que significa la retirada rusa de esa estratégica ciudad es valiosa, Moscú probablemente redirigirá a los miles de soldados que tenía apostados en el sur hacia el este del país, marcando lo que a todas luces se convertirá en una nueva etapa de la invasión.

La reestructuración de un frente

El propio Zelensky ya dio luces de esta posibilidad, cuando en un discurso durante el sábado afirmó que “en el Donbás, serán las mismas batallas molestas que antes”. No es la primera vez que el Ejército ucraniano se enfrenta a este escenario. Durante la primavera europea, cuando Rusia se retiró de las zonas del norte de Kiev alegando que ya no les interesaba tomar la capital, todo ese contingente -que analistas occidentales dieron por sobrepasado ante la férrea defensa de la ciudad- fue reubicado en el corazón del Donbás. El resultado fue la captura de Sievierodonetsk y Lisichansk y, por tanto, la toma de prácticamente toda la región de Luhansk.

Ya para la semana pasada se tenían registros de enfrentamientos en el este del país. El mismo día en que Rusia anunció el retiro de sus fuerzas de Kherson, Zelensky advirtió en su discurso nocturno que los mayores enfrentamientos registrados en el país fueron en la región oriental de Donetsk. “Cualquier pérdida allí significa pérdidas más allá en el país”, dijo el miércoles pasado. “Por eso nos mantenemos firmes, firmes”, explicó.

Soldados ucranianos disparan desde un tanque T80 en la región oriental de Donbás, en Bakhmut. Foto: Reuters

La preocupación del mandatario se sustenta en que, mientras Ucrania hizo importantes avances en la recuperación de territorio del sur y el noreste, la retirada de Kherson también se traduce en la reubicación de cerca de 20.000 soldados que ahora podrán ser enviados al frente oriental de Ucrania, ya sea para defender o continuar avanzando en ocupación de tierras.

Tomar la totalidad del Donbás sería, según Andriy Zahorodnyuk, exministro de Defensa ucraniano, una de las metas principales del Kremlin para la siguiente etapa de la guerra. “Para ellos es una misión crítica”, dijo según The Wall Street Journal. “Creo que tendremos problemas muy serios en el Donbás, porque concentrarán la mayoría de sus fuerzas restantes en esta región”.

Para Zahorodnyuk, la presión bajo la que se encuentra el comandante de la campaña militar de Moscú en Ucrania, el general Sergei Surovikin, es inmensa, por lo que debe demostrar resultados tras entregar Kherson a Ucrania.

“Para él es una cuestión de ser despedido o tener éxito. Y para ello puede pagar cualquier precio”, advirtió. “Necesitan territorio. No necesitan personas, no necesitan edificios, no necesitan fábricas, solo necesitan territorio. Así que pueden ser despiadados para conseguir literalmente kilómetros cuadrados”.

En la cara opuesta de la moneda, si bien los altos mandos ucranianos muestran preocupación por los posibles escenarios en el este, también han tenido espacio para ver con buenos ojos esta nueva etapa de la guerra, considerando que se abren posibilidades para recuperar territorio en manos rusas.

Cuando el Presidente Zelensky abrazaba a sus compatriotas y cantaba el himno ucraniano en Kherson, en una sorpresiva visita a lo que una semana atrás era territorio reclamado como ruso por Moscú, tuvo palabras de alerta, pero también de esperanza. “Este es el principio del fin de la guerra”, dijo ante los ciudadanos y soldados.

El Presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskiy, canta el himno nacional durante su visita en Kherson. Foto: Reuters

“Estamos llegando paso a paso a todos los territorios temporalmente ocupados”, dijo el mandatario, agregando que lamentaba que los combates “se llevaron a los mejores héroes de nuestro país”.

Si bien en Bakhmut, en el norte de Donetsk, se está librando una batalla más bien defensiva por parte de las tropas ucranianas, Kiev presiona por recuperar Svatove y Kreminna, en el extremo occidental de la región de Luhansk.

Las palabras de felicitación también llegaron desde Occidente, cuando Joe Biden, Presidente de Estados Unidos, aseguró que “no puedo más que aplaudir el coraje, la determinación y la capacidad del pueblo ucraniano, del Ejército ucraniano”. Según The Associated Press, las palabras del mandatario se dieron al margen de una actividad del G20 en Indonesia, instancia en la que Vladimir Putin se excusó de ir, enviando en su reemplazo al ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov.

El líder norteamericano detalló que continuarán enviando equipo militar a Ucrania tras afirmar que los soldados ucranianos “han estado realmente increíbles. Y creo que es difícil decir en este momento lo que significa exactamente (...) Pero he sido muy claro en que vamos a seguir proporcionando la capacidad para que el pueblo ucraniano se defienda”.

Vista de vehículos militares destruidos después de la retirada de Rusia de Kherson, el 14 de noviembre de 2022. Foto: Reuters

Como “una importante victoria” definió el Instituto para el Estudio de la Guerra lo ocurrido en Kherson, consignó la misma agencia de noticias. Pero también advirtió que la amenaza del invierno, que aplica tanto para el Ejército ucraniano como para el ruso, golpeará a una ciudadanía que no cuenta con luz, calefacción ni agua, especialmente en lugares como Kherson, donde se ha reportado la presencia de minas terrestres instaladas por Rusia, y que ya han cobrado la vida de cuatro personas.

Entre las víctimas se encontraba un niño de 11 años, quien falleció junto a su familia luego de que pisaran una mina con su automóvil mientras se transportaban por el pueblo de Novoraysk, a las afueras de la urbe reconquistada, detalló The New York Times. Otro de estos artefactos bélicos hirió a seis trabajadores ferroviarios, quienes se vieron involucrados en una explosión mientras intentaban reponer el servicio de trenes, agregó el medio neoyorquino.

Negociaciones entre potencias

Mientras las fuerzas ucranianas y rusas intercambiaban tiros durante este lunes en la amplia extensión del río Dniéper, hito geográfico que ahora divide a ambas fuerzas tras la retirada de Kherson, otro tipo de intercambio se daba en Ankara, la capital del Turquía.

El país que se ha erigido como territorio “neutral” para la discusión entre Occidente/Ucrania y Rusia, fue testigo de un inusual encuentro. Bill Burns, director de la CIA, se reunía con su homólogo ruso, el jefe del servicio de inteligencia exterior ruso SVR, Sergei Naryshkin.

El destruido puente Antonivskyi, sobre el río Dniéper, después de la retirada de Rusia de Kherson. Foto: Reuters

La suspicacia sobre una posible reunión secreta a espaldas de Ucrania fue rápidamente desmentida por funcionarios norteamericanos, quienes aseguraron que la reunión tuvo como objetivo el transmitir “un mensaje sobre las consecuencias del uso de armas nucleares por parte de Rusia”, y en ningún caso se trataba de establecer posibles términos para el fin de la guerra sin la presencia de representantes ucranianos, detallaron desde la administración Biden.

Según funcionarios estadounidenses, “no se estaban llevando a cabo negociaciones de ningún tipo” y “no se estaba discutiendo el arreglo de la guerra en Ucrania”. Las palabras llegaron después de que el periódico ruso Kommersant reportara de la reunión, información aparentemente filtrada por el propio Kremlin.

Si bien se habían establecido conexiones telefónicas entre altos mandos de Estados Unidos y Rusia, esta es la primera vez que se registró una situación en que dos funcionarios de jerarquía se vieran cara a cara desde el 21 de enero de este año, cuando Antony Blinken, secretario de Estado, se reunió con Sergei Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, en Ginebra.

Durante la semana pasada se informó que asesores de alto nivel de Estados Unidos estarían a favor del fin de los combates y la negociación entre los países en guerra. En esa línea, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, dijo el domingo en Indonesia, tras una reunión con su homólogo francés, Bruno Le Maire, previo a la cumbre del G20, que “acabar con la guerra de Rusia en Ucrania es un imperativo moral, es lo mejor que podemos hacer por la economía mundial”.

Sin embargo, Estados Unidos aprobó un nuevo envío de ayudas militares a Ucrania, las que se traducen en cerca de 400 millones de dólares más. Con esto, la cifra total llegaría a los 18.900 millones de dólares desde enero pasado.