-¡Eran las chiquillas! ¡Es que se les acabaron los condones!

Herminda González no alcanza a dejar el celular sobre la mesa antes de que el sonido polifónico vuelva a interrumpir nuevamente la conversación que se desarrolla en las oficinas de Fundación Margen, ubicada en un antiguo edificio de calle Portugal.

Son las 5 de la tarde de un cálido viernes de abril. Los últimos destellos del sol de verano se reflejan sobre una extensa mesa de color blanco en la que Herminda se instala para terminar las pequeñas bolsas de papel que el equipo de la organización sale a repartir semanalmente entre las trabajadoras sexuales que ejercen en el centro de Santiago.

Cuando cuelga el teléfono mira el reloj de reojo y calcula que apenas le quedan dos horas para completar los casi 500 kits con preservativos y lubricantes.

Herminda, una mujer de carácter fuerte y gran sensibilidad, apenas alcanza a retomar nuevamente la conversación cuando el ringtone polifónico de su celular se vuelve a escuchar con fuerza.

Con una mano contesta el teléfono y con la otra sostiene una de las bolsitas que deja a medio terminar.

- ¡Aló! ¿Qué pasa?

- ¡No! Tienen que venir ustedes a buscar los condones acá. Nosotras no tenemos los recursos para ir a dejárselos ahora

-¡Ya chiquillas! Yo las paso a ver en la noche- dice antes de colgar por segunda vez.

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Herminda González prepara los kits para repartir entre las trabajadoras sexuales de Santiago[/caption]

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-De todos los años que llevo trabajando acá solo he conocido a una trabajadora sexual con VIH que lo adquirió por tener sexo sin preservativo- dice Herminda, quien repasa sus más de 20 años de activismo en Fundación Margen, organización que hoy preside.

Las cifras respaldan la experiencia de la dirigenta.

Entre 2014 y 2017 la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile desarrolló el proyecto Fondecyt "Vibimos" que aplicó un test rápido de saliva a 400 trabajadoras sexuales de la Región Metropolitana que ejercen en calle – carretera, clubes nocturnos, cafés con piernas y casas de tolerancia. En esta población estudiada no se encontraron casos de VIH.

-Existe un 0% de prevalencia-, explica a La Tercera la investigadora principal Valeria Stuardo, doctora en Salud Pública y académica de la U. Chile.

-Nosotros tenemos una epidemia concentrada en poblaciones específicas y con este proyecto quisimos ver en qué grupos hay más riesgos. Las mujeres que ejercen el trabajo sexual no son un grupo donde se concentra la prevalencia. No así en los hombres donde es superior al 17%- asegura Stuardo.

-Ellas se cuidan para hacer bien su trabajo. Y su principal herramienta es el condón- dice la investigadora.

El estudio también reveló que más de un 90% de las trabajadoras sexuales utiliza preservativos. Sin embargo, un 38% de las mujeres nunca se había realizado un control de salud sexual.

-Entre ellas se cuidan y tienen mecanismos de prevención que las ayudan a evitar el contagio de VIH. Pero es un mecanismo frágil, cuando no tienes a un Estado que se hace cargo financiando a las organizaciones sociales- agrega Stuardo.

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Son las 7 de la noche del viernes 8 de mayo y Fundación Margen celebra con una fiesta los 20 años de la organización.

En el evento se respira un aire de familiaridad. Hasta allí llegaron funcionarios del sector público y representantes de organizaciones sociales que por dos décadas han seguido de cerca el trabajo de la organización.

En medio de la multitud está Elisa, una trabajadora sexual que conversa animadamente con otro grupo de mujeres sobre su experiencia en la industria y los abusos que presenció de parte de los propietarios de los negocios. Dice que conoció a Herminda y a Fundación Margen por otra escort y que la vida "las juntó" para producir un quiebre.

Elisa –quien pidió usar un nombre ficticio- accede a conversar con La Tercera unos días después del evento.

Cuenta que ingresó al comercio sexual cuando tenía 24 años y dos hijos para sostener a su familia y pagar sus estudios universitarios.

-Nunca he trabajado con chicas portadoras de VIH. Una escort contagiada con cualquier patología de origen sexual es una mala promoción- aclara de entrada.

Por eso el día que partió en la agencia de scorts, la "cabrona" (nombre que recibe la mujer que está a cargo del negocio) la instruyó en el uso de los preservativos y le mostró en un consolador cómo se usaba correctamente un condón.

-Yo ya era estudiante de Enfermería y tenía conocimiento teórico en el tema de las ETS y el VIH- explica.

Sin embargo, con el paso del tiempo, ella se dio cuenta que sus compañeras de trabajo no estaban igual de instruidas.

-No sabían reconocer en sus cuerpos algunas patologías- relata sobre el episodio que la motivó a tomar la iniciativa de enseñar estos temas a sus pares.

-Un día, una de las chicas del departamento presentó una inflamación en su vulva y me preguntaron a mí porque estaban muy preocupadas porque creían que se trataba de una ETS. La chica tenía uretritis, pero estaba de muerte porque pensaba que era gonorrea- recuerda

A partir de esa experiencia, Elisa comenzó a orientar a sus colegas "en el respeto y cuidados de sus cuerpos".

-Al estar tantas horas trabajando uno se aísla de cierta manera- reconoce.

Elisa les enseñó sobre vacunas, tratamientos anticonceptivos y las instó a hacerse el test de VIH cada tres meses y a acudir a controles periódicos con las matronas.

Esto empoderó a las trabajadoras. Ella, apoyada por algunas de sus pares, comenzó a exigir, entre otras cosas, que algunos de estos exámenes corrieran por cuenta de la agencia y que les respetaran no trabajar durante los días del periodo menstrual.

-Yo les exigía mejores condiciones laborales y ellos (los administradores del lugar) me tildaron de revolucionaria. Me decían que alegaba por todo, que me creía diva, que solo me tenía que preocupar de trabajar y ganar plata. Al final dejaron de agendarme clientes- relata.

Después de peleas y amenazas Elisa renunció a la agencia de escorts después de cuatro años. Hace dos arrendó un departamento y se independizó con otras colegas.

-Ahora terminaré mi carrera y luego me retiraré. Si soporté todo esto fue porque tenía que sacar adelante sola a mis dos hijos- dice.

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Todos los viernes Herminda González se sienta en la terraza de la fundación pasado el mediodía y no se levanta hasta que termina de armar las 500 bolsas con preservativos y lubricantes que, con el pequeño equipo que conforma la organización -donde destaca su entrañable amiga Nancy Gutiérrez- reparten por las calles de Santiago.

El Ministerio de Salud mensualmente entrega los condones a Fundación Margen a través del Servicio de Salud Metropolitano, por medio de un convenio que la organización consiguió tras décadas de gestiones.Los otros proyectos son financiados por organizaciones internacionales, como la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinamérica y el Caribe.

-Nadie más sale a las calles- dice Herminda. Todo acá es a pulso, voluntario y por convicción. En regiones tenemos a compañeras que también realizan esta labor y que van rotando a lo largo de todo el país, pero nuestra sede sólo está en Santiago- aclara.

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Uno de los kits que cada semana reparte Fundación Margen a las trabajadoras sexuales de Santiago.[/caption]

Herminda relata que muchas trabajadoras solo cuentan con los preservativos que reciben en las rondas que ellas realizan.

-¡En algunos locales los administradores quieren cobrarles $1.000 pesos a las chiquillas por cada condón que utilizan!-comenta con rabia.

Pero Fundación Margen no solo entrega preservativos. La organización informa y educa a las trabajadoras sobre las enfermedades de transmisión sexual y empodera a las mujeres en sus derechos. Con los pocos recursos que obtienen tratan de llegar a la mayor cantidad de personas. Estiman que solo en Santiago hay 4.000 trabajadoras ejerciendo el comercio sexual.

Además realizan periódicamente labores de "sensibilización" para que funcionarios de las policías y la salud pública se relacionen adecuadamente con las trabajadoras sexuales. Los otros días de la semana plantean sus demandas a las autoridades. En abril de este año las mujeres ya habían concretado una reunión con el Ministro de Salud, Emilio Santelices.

-En cada bolsa café también incluimos unos folletos. No falta la compañera que te llama para un lado porque no se atreve a preguntar en público, por ejemplo, por un granito que le salió en una mama y creen que se trata de una ETS- dice la dirigenta.

Los libritos que reparten son color palo de rosa y en sus páginas explican detalladamente y con dibujos cuáles son las enfermedades de transmisión sexual, sus síntomas y tratamientos.

-Los dibujos son para aquellas mujeres que no saben leer o que no entienden el idioma- agrega Herminda, refiriéndose a las trabajadoras extranjeras que no hablan ni leen en español y que ejercen el comercio sexual en las calles en precarias condiciones.

En el sistema público de salud, las personas que se dedican al comercio sexual pueden acudir periódicamente en las Unidades de Atención y Control de Salud Sexual (Unacess) que hay varios hospitales del país.

Sin embargo, desde Fundación Margen critican que el trato del personal muchas veces no es amigable hacia las trabajadoras.

-Les ponen muchas trabas cuando van y sobre todo a las extranjeras. No las atienden porque no tienen la cédula de identidad al día o su pasaporte- asegura Herminda.

-Además solo se enfocan en el aparato reproductor. No hay una mirada integral- cuestiona la dirigenta.

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Fundación Margen se reunió en abril de este año con el Ministro de Salud, Emilio Santelices.[/caption]

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Si hay alguien que conoce bien a Herminda y el trabajo de Fundación Margen es Ana María San Martín, jefa del Departamento de VIH/SIDA e ITS del Ministerio de Salud.

-Nunca me voy a olvidar cuando las chiquillas llegaron un viernes a pedirme ayuda porque querían sacar del Instituto Médico Legal a una compañera que había sido asesinada por un cliente. Yo era encargada del programa de ITS y el caso me impresionó tanto que me fui llorando a la casa- relata.

-Yo les dije que si ejercían la profesión más antigua ¿Por qué no estaban organizadas? No solo para que se protegieran, sino también para la prevención de enfermedades de transmisión sexual -agrega Ana María, quien comenzó a trabajar con las mujeres organizadas a fines de los 80' bajo el alero del sacerdote Alfonso Baeza, vicario de la Pastoral Obrera.

En esa época las trabajadoras eran detenidas habitualmente por Carabineros y la Policía de Investigaciones. Ana María abrió un centro de ITS para que las mujeres pudieran pasar allí los fines de semanas y no en las comisarías- relata la profesional.

-Así les tomábamos los exámenes y les hacíamos prevención. Además preparamos una cartilla con los derechos y deberes de las trabajadoras sexuales para que las policías no abusaran de ellas- recuerda.

Ana María reconoce el trabajo a pulso que han realizado por más de dos décadas las trabajadoras sexuales. Respecto a los cuestionamientos hacia el personal de las Unacess,  apunta a la "falta de recursos humanos".

-Todo eso mejorará con el programa de VIH que está implementando el Ministerio de Salud. También agregaremos un laboratorio de pesquisas de enfermedades de transmisión sexual que hasta este momento no tenemos- explica San Martín a La Tercera.

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Son las 11 de la mañana del viernes 18 de mayo. Herminda González está sentada en la esquina de una larga mesa en la que también se encuentran otras autoridades como el ministro de Salud, Emilio Santelices. LLeva un vestido negro y se nota nerviosa. Antes de que comenzara la ceremonia caminó por el salón repitiendo en voz baja algunos párrafos del discurso que pronunciará minutos más tarde.

Es un día importante para ella y para las trabajadoras sexuales de Chile. Se lanzará la campaña del Plan Nacional de VIH /SIDA y Herminda tendrá la oportunidad de hablar ante los medios y el público como representante de las organizaciones sociales. Ella es la única que estuvo invitada a sentarse con las autoridades.

-Este es un reconocimiento histórico a nuestra lucha- dice con la voz entrecortada, mientras intenta contener la emoción.

A la salida del evento, la dirigente analiza las alarmantes cifras del VIH en el país que han motivado al Gobierno a tomar una serie de medidas.

-Nosotras venimos diciendo esto hace muchísimos años: que el Estado inyecte recursos en la prevención. Pero el Estado nunca se puso la camiseta y mira cómo estamos ahora- dice la dirigenta.

-Si logramos disminuir por nuestra cuenta las cifras en las trabajadoras sexuales, imagínate lo que podríamos hacer con muchos más recursos- reflexiona.