Releía a Henrik Ibsen cuando la idea surgió. Alfredo Castro, solo, en su teatro de Bellavista, se dio cuenta de que si quería remontar la obra Casa de muñecas, debía tener una mirada muy opuesta a la que tuvo en 2006.

Una escena en particular lo convenció. "No iré a ninguna parte si no me ayudas a aprender el baile", reclama el personaje de Nora (Amparo Noguera) a Torvaldo (Luis Gnecco). Pero el marido es intransigente. Odia el ruido que hace ella al masticar. Sin embargo, esa tarde el hombre se levanta y danza como quiere que su esposa lo haga, frente a un grupo de amigos. A Torvaldo le gusta provocarlos. Luego baja a Nora de la tarima y tiene relaciones sexuales con ella en el sillón de su casa. El rito se repite cada noche hasta que un día ella no aguanta más.

"Todo el mundo habla de Casa de muñecas como la obra que inaugura el feminismo en el mundo. O como la historia de la mujer burguesa que deja al marido y a sus hijos, pero hay otros pliegues. Me di cuenta de que la de Ibsen es una obra pornográfica, que habla de trata de blancas, de maltrato, abuso sexual y otras miserias que se han destapado en Chile en los últimos años. Se ha corrido el tupido velo y tenía que recontextualizar la obra", cuenta Castro sobre el montaje que vuelve el 3 de noviembre al Teatro La Memoria.

Locura y clase media

Para hacer más crudo el montaje, el director despojó de toda sofisticación la puesta en escena. Ya no hay apliqués en la escenografía y los personajes deben conversar, sin que se note demasiado la actuación. Además, el vestuario lo trae cada uno desde la casa. "Le saqué todas las finezas de la primera versión y le di la mirada de la clase media. No me importa si los actores dan la espalda al público. Quiero que sea como un primer plano de cine", explica.

En esta vuelta, la obra tiene nuevo elenco. A los actores originales, Amparo Noguera, Marcelo Alonso (Krogstad) y Mireya Moreno, se unen Claudia Di Girólamo (Cristina), Luis Gnecco y Rodrigo Pérez (Doctor Rank). "Incluirlos también es un ejercicio de despojo, son como mis hermanos. No hay vanidades", dice Castro.

Castro dice que, después de Casa de Muñecas, quiere traer de regreso Psicosis 4:48, de Sarah Kane. Paralelamente, está adaptando una pieza de Eugene O'Neill, la que será protagonizada por Paloma Moreno y Marcelo Alonso, en mayo de 2012. "Es un conflicto ético relativo al matrimonio, la virginidad, la lealtad, la fidelidad y la castidad", afirma.

Castro también volverá a actuar. Dirigido por Marco Guzmán, interpretará a un alemán que a los 40 años es nombrado juez y se vuelve sicótico. Su título es El asesinato del alma.

Y para el cine, Castro cultiva por estos días un bigote para encarnar al ideólogo de la campaña del "Sí", en la cinta No, de Pablo Larraín. La película comienza a rodarse el 6 noviembre y desnuda los entretelones de la franja electoral del Plebiscito de 1988. "El filme deja en evidencia aspectos siniestros de ambos lados. Cuenta cómo unos luchan por desembarazarse de una dictadura que sacó el 43% de los votos, y cómo la contraparte intenta dar vuelta la mesa a última hora. No es Pinochet ni el Partido Comunista, sino una visión muy crítica con las cúpulas, un poco a la manera de Ruiz y Diálogos de exiliados", revela quien será antagonista del actor mexicano Gael García Bernal.