Grande fue el desafío del equipo de profesionales chilenos hace exactamente ocho años, al transformar la sala de artes de la Fundación Telefónica para montar allí una completísima retrospectiva de la obra de Alfredo Jaar. Las exigencias no estaban a la par con las condiciones locales de exhibición de arte contemporáneo, pero entre arquitectos, montajistas, obreros y la supervisión del propio Jaar, se logró armar el recorrido preciso para que el público tuviese un primer y determinante acercamiento a la propuesta de quien es hoy el artista visual chileno de mayor prestigio en el mundo. Pese a su complejidad, su obra es cada vez más vista y requerida, quizás por su conexión con la actualidad o a la autoexigencia del artista de realizar proyectos que tengan un sentido en el contexto donde se presentan.

Después de esa exposición, SCL 2006, Alfredo Jaar viene más seguido a Chile y aparte de mostrar su obra, dicta conferencias sobre el cómo y el porqué de su arte, ante un público creciente, conformado principalmente por jóvenes. Después de tres décadas en Nueva York, recibió el Premio Nacional de Artes 2013 y su relación con Chile se transformó positivamente.

Por estos días, Santiago y Buenos Aires esperan recibirlo con dos grandes obras y una serie de actividades. En la Galería Patricia Ready, Alfredo Jaar inaugura el 12 de noviembre la exposición The sound of silence, con una instalación homónima (en la foto), que es su trabajo más visto en el mundo, y Three women, un homenaje a las mujeres activistas, que luchan por la paz. También dará una charla, el 26 de noviembre, a las 19.30.

En Buenos Aires, en tanto, el 21 inaugura Punto Ciego, una obra permanente en el Parque de la Memoria, dedicada a las víctimas de la dictadura argentina. En ese contexto, se montará una selección de obras dedicadas a Chile o realizadas aquí, antes de partir. Muchos de estos trabajos estuvieron archivados y comenzaron a salir a la luz gracias al ojo crítico de la curadora suiza Nicole Schweizer. En ellos ya mostraba su preocupación por las circunstancias sociales y políticas, y anunciaba el desarrollo del arte en el espacio público, una de las orientaciones importantes de su trabajo, acentuada por su profesión de arquitecto.

Sobre esas prácticas cuenta, desde su estudio neoyorquino: "Hoy el espacio público casi no existe, se está redefiniendo cada día. Vamos hacia un control total de ese espacio por entidades privadas que lo usan como tela de fondo para publicidad. O peor, por aventuras inmobiliarias de las cuales Santiago está lleno y sufrimos todos las consecuencias. Van quedando pocos espacios públicos verdaderamente democráticos y abiertos. Ante eso, mi estrategia ha sido ocupar cada espacio disponible y hacer un pequeño crack en el sistema. Una intervención pública crea un lugar de resistencia y de esperanza. Cada una de mis intervenciones públicas responde al contexto. El espacio público no es solo un espacio de dimensiones físicas, es un espacio social y político. Creo que la obra debe responder a esta realidad y dialogar con ella. Incluso proponer un modelo diferente al existente allí, porque lo que hacemos los artistas es precisamente crear modelos para pensar el mundo".

EL HORROR IRREMPRESENTABLE

Su obra The sound of silence consiste en una estructura de metal que contiene una sola imagen: la fotografía de Kevin Carter durante la hambruna en Sudán, que muestra a un niño famélico observado por un buitre. Esta imagen, publicada en The New York Times, le significó a Carter el Premio Pulitzer. Poco después, agobiado por las escenas de hambre, violencia y horror que debió presenciar, este fotógrafo sudafricano se suicidó, a los 34 años.

Jaar advierte constantemente sobre la intención de las imágenes y como éstas deben ser "conducidas" para su lectura e interpretación en determinados contextos. El tema, que cruza todo su trabajo, llegó a su máxima intensidad cuando fue testigo del genocidio en Ruanda, en 1994, sobre lo cual ha comentado: "Siempre me ha preocupado la desconexión entre la experiencia y lo que podemos registrar fotográficamente. En el caso de Ruanda, esa desconexión era enorme y la tragedia irrepresentable. Por eso es tan importante para mí hablar con la gente, grabar sus palabras, sus ideas y sentimientos. Descubrí que la verdad de la tragedia está allí y no en las imágenes".

El memorial que instalará en Buenos Aires tratará de graficar desde distintos aspectos las profundas dificultades de encontrar paz en contextos de horror, como es el caso de las víctimas de dictaduras.

El 5 de noviembre en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende, el artista chileno compartirá una conversación con David Harvey, el destacado geógrafo y teórico social británico. Jaar realiza un promedio de 30 conferencias al año, dedicando a ello un tercio de sus actividades. "Para actuar en el mundo, debo entender el mundo. Eso me exige investigar antes de crear. En ese proceso, me cruzo con la realidad que me rodea y que naturalmente influye en mi pensamiento. Por eso incorporo estos cruces en mis presentaciones", cuenta. "Como artista, soy el resultado de todos los estímulos que recibo, y me parece natural compartirlos con mi audiencia. Además, soy un cineasta frustrado y mi conferencia se transforma en una pequeña película, en una performance -más bien modesta- donde soy un muy mal actor, pero trato de contar una historia divertida. Y como toda mi obra, mis conferencias también son site-specific, creadas no genéricamente sino pensando en la audiencia, por eso trato siempre de incorporar elementos que van a facilitar un diálogo con ella".