La ciudad de Doral no se diferencia tanto de cualquier ciudad venezolana. Las arepas pueden encontrarse en diferentes comercios, el diario El Venezolano se adquiere en cada estación de gasolina y una de sus calles principales se llama José Luis Rodríguez “El Puma” Avenue, en honor al  cantante. Una estatua de Simón Bolívar adorna el estacionamiento de uno de los restaurantes más populares -“El Arepazo” -y cada cierto tiempo también hay protestas -de carácter pacífico- por la situación política y económica que atraviesa Venezuela.

Sin embargo, la ciudad de un poco más de 45.000 habitantes no se encuentra en el país sudamericano, sino que muy cerca del aeropuerto de Miami, en el estado norteamericano de Florida.

Es conocida popularmente como “Doralzuela”, porque aquí el acento venezolano se escucha en cada esquina. No por nada esta urbe se ha convertido en el bastión del exilio venezolano en EE.UU.

Doral, que hace 60 años era un pantano y que sólo desde enero de 2003 se convirtió oficialmente en una ciudad del condado Miami-Dade, al sur de Florida, comenzó a recibir desde entonces a miles de venezolanos.

Primero llegaron los empresarios, principalmente para exportar mercancías de Estados Unidos a Venezuela. LUego arribaron quienes buscaban asilo político, escapando del gobierno del fallecido Presidente Hugo Chávez y también de su sucesor, Nicolás Maduro. Por eso es la ciudad de Estados Unidos con mayor número de venezolanos en el país.

Según el censo de 2010, en Estados Unidos residen 259.000 venezolanos de forma legal, pero otros datos hablan de una población cercana a los 500.000. En Doral, el 20% de los habitantes son de esta nacionalidad.

Doral también es la primera ciudad de Estados Unidos gobernada por un alcalde venezolano, Luigi Boria (ver entrevista) quien fue elegido en 2013. “Ahora están llegando entre 100 y 200 venezolanos diarios. Antes venían con ciertas capacidades para mantenerse, pero ahora están viniendo como pueden de Venezuela, con lo puesto, lo que es alarmante”, cuenta a La Tercera el presidente y fundador de la organización de Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex) y residente de Doral, José Antonio Colina.

Muchos de ellos se reúnen en “El Arepazo”, donde los venezolanos se sienten en casa. Ahí se juntan para ver los partidos de fútbol y pueden optar por arepas con sus clásicos rellenos, tequeños, asado negro, carne mechada y otros platos típicos de Venezuela.

“Ahí pusimos una estatua de Simón Bolívar y tenemos un espacio para hacer nuestras protestas. Es como si estuviéramos viviendo en Venezuela”, cuenta Colina.

El lugar es llamado el “Versailles venezolano”, no por referencia al castillo francés, sino por el conocido restaurante en donde se reúne el exilio cubano en Miami desde los 70. “Se ha ido convirtiendo en la embajada de Venezuela en el sur de Florida”, aseguró el dueño del local, Luis Schilling al diario español El País.

Aquí también se reúnen los miembros de Veppex.  Su presidente y fundador, el teniente retirado, José Antonio Colina, huyó de Venezuela en 2003 luego de participar en el golpe de contra Hugo Chávez.

Al llegar a Estados Unidos estuvo detenido tres años mientras el gobierno venezolano pedía su extradición. Logró quedarse y en 2008 fundó Veppex, considerada como radical para el chavismo, con el objetivo de ayudar legalmente a sus compatriotas que están llegando a Miami. “A raíz de lo que hemos venido haciendo en los últimos años, Doral se ha convertido en el asentamiento de los venezolanos. Se escucha en Venezuela que es como la capital o la cuna del exilio venezolano, entonces la gente llega directo con esa idea. Se sienten en casa”, cuenta Colina.

Por eso las elecciones legislativas del 6 de diciembre han causado mucha expectativa en esta ciudad, a pesar de que los venezolanos residentes están impedidos de votar. “Vamos a participar de manera indirecta, por eso hemos comenzado una campaña para llamar a todos nuestros familiares y amigos a votar en Venezuela”, explica Colina.

El Beverly Hills de Florida

La ciudad de Weston, también en el estado de Florida, atrajo a miles de venezolanos que huyeron por la delincuencia en su país. Incluso antes que Chávez fuera elegido en 1998, ya muchos venezolanos acomodados llegaron a esta zona buscando seguridad.

Según cifras del Censo de 2010, 6.360 venezolanos viven en Weston, triplicando la cifra de 2002. Estos ciudadanos más adinerados no son el estereotipo común que define a la comunidad latina. Aquí las casas cuestan desde US$ 30.000 hasta varios millones de dólares. Por eso le ha valido la reputación de el “Beverly Hills de Miami”.