El indio Jadav Payeng plantó con sus propias manos una vasta selva sobre un banco de arena de 550 hectáreas, en medio del río Brahmapoutra, donde ahora viven numerosos animales en peligro de extinción.

La cruzada solitaria del hombre se encuentra en Jorhat, a 350 kilómetros de Guwahati.

La historia, que recientemente dio frutos con el nacimiento de dos pequeños tigres que viven en la nueva selva, comenzó en 1979, cuando Payeng -entonces un adolescente de 16 años- descubrió el lugar cubierto de reptiles muertos tras una crecida.

"Las serpientes habían muerto de calor, no había árboles para protegerlas. Me senté y lloré sobre sus cuerpos sin vida. Era una masacre. Avisé al ministerio de Bosques y pregunté si podrían árboles. Me respondieron que aquí no crecería nada, y que intentara plantar bambú", contó el hombre al Times of India.

"Fue duro, pero lo hice. No había nadie para ayudarme", agregó Payeng, ahora de 47 años, que en ese entonces dejó su casa y sus estudios para vivir en el banco de arena.

Todas las mañanas, este Robinson Crusoe feliz de su soledad regaba las plantas, y todas las tardes las podaba. Después de algunos años, el banco de arena desierto se convirtió en un bosque de bambú.

Pero no fue suficiente: Payeng decidió entonces plantar verdaderos árboles. "Junté algunos y los planté. También llevé hormigas rojas de mi pueblo: ellas cambian las propiedades del suelo. Me picaron varias veces", recordó.

Su idea prosperó, y pronto hubo flores y animales en el banco de arena, incluyendo especies amenazadas como el rinoceronte de un solo cuerno y el tigre real de Bengala.

"Al cabo de doce años vimos buitres. Los pájaros migratorios comenzaron a llegar masivamente. El ganado y los cérvidos empezaron a atraer a los predadores", explicó Payeng.

El ministerio de Bosques local solo escuchó hablar del bosque de Payeng en 2009, cuando un centenar de elefantas salvajes se refugió en el lugar después de haber destruido los pueblos vecinos, y también la cabaña del solitario ecologista.

"Nos sorprendió encontrar una selva tan densa en un banco de arena", admitió Gunin Saikia, un conservador de bosques que solo entonces conoció a Payeng, decidido a defender su selva con su vida cuando los moradores afectados por los elefantes quisieron perseguir a los paquidermos.

"Cuando vi eso decidí contribuir con el proyecto: Payeng trata a los animales como si fueran sus hijos, es increíble. Hace treinta años que está allí, en cualquier otro país  sería un héroe", concluyó.