El delfín chileno (Cephalorhynchus eutropia), delfín negro o tonina es una especie endémica, poco estudiada y vulnerable. Habita entre Valparaíso y la isla Navarino (Región de Magallanes), y su clasificación de riesgo de extinción se ha hecho separando a los que viven desde la Región de Los Lagos al norte y de ahí al sur. Los primeros están vulnerables y en el sur casi amenazados.

Ahora un estudio logró determinar que esa separación no es aleatoria, sino que tienen diferencias genéticas.

María José Pérez, investigadora postdoctoral de la U. de Chile y del Centro de Investigación Eutropia (dedicada a estudiar los mamíferos marinos nativos), realizó un análisis genético a delfines de ocho localidades de la costa chilena. Su trabajo arrojó que no hay intercambio genético actual entre poblaciones y que se estarían diferenciando.

"A la luz de esta información existe una población desde Puerto Montt hacia el norte y otra desde Puerto Montt hacia el sur, lo que es bastante impresionante para un delfín que tiene la capacidad móvil de cruzar el canal de Chacao y, por tanto, el quiebre poblacional no debería ser tan abrupto. Pero los resultados son reveladores, avalan una marcada estructura poblacional, formándose dos poblaciones", dice Pérez.

Esa diferencia también se da en términos morfológicos, "es decir, podríamos pensar que cada población ya se estuviese adaptando al ambiente donde habita -diferencias en el cráneo por ejemplo-, lo que a largo plazo contribuye a la diferenciación entre ellas", agrega la bióloga marina. "Se encontraron diferencias en  tamaño de estructuras funcionales de los cráneos entre la zona norte y la zona sur, lo que quiere decir que esto apoyaría que los delfines de cada lado se estarían adaptando a las condiciones del ambiente donde se encuentran", asegura.

Es el primer estudio que muestra una visión integral del delfín chileno y contribuye con información necesaria para definir estrategias de conservación para la especie.

"Se identifican dos unidades poblacionales para el delfín chileno, dos unidades que deben ser tratadas como independientes desde el punto de vista de conservación. Cada una debe responder a planes de manejo diseñados de acuerdo a las exigencias y características de la zona, no como una sola población", sostiene.

Eso porque dependiendo de su ubicación tienen distitas amenazas y mientras en el norte la pesca incidental es el mayor riesgo, en el sur lo es la maricultura (cultivo de organismos marinos para productos alimenticios).