Ante el anuncio de su llegada, los colaboradores que aún trabajan con ella reaccionan con la misma diligencia con que actuaban antes, cuando Lucía Hiriart ocupaba todo el piso 17 del edificio Diego Portales. En ese entonces, la poderosa primera dama disponía de un contingente de seguridad y de asesores que bordeaba la veintena de personas. Lo mismo ocurrió a partir de 1981, el año en que la mujer del general Augusto Pinochet se trasladó junto a su marido al palacio de La Moneda. Ahora, el ruido de puertas y el ajetreo es similar, sin embargo, a la viuda del ex comandante en jefe del Ejército, la acompaña un grupo mucho más reducido: dos escoltas y una de las secretarias históricas del ex mandatario que ha querido ayudarla en sus asuntos privados.

El lugar donde ella decide conceder esta entrevista es también el recuerdo de un pasado esplendoroso. Se trata de una casa de dos pisos situada en Providencia, donde se encuentran las actuales oficinas de Cema Chile, la institución que en 1978 llegó a contar con alrededor de 50 mil voluntarias en todo el país. En el  salón de visitas de esa discreta construcción aparece de improviso Lucía Hiriart. A sus 84 años de edad, luce bien de salud y de excelente humor. Además, como fue su costumbre, se ha preocupado de su maquillaje y de su peinado. Contrariamente a la imagen severa y distante que proyectaba como primera dama, se muestra afable y dispuesta a conversar.

El 10 de diciembre próximo se cumplen dos años de la muerte de Augusto Pinochet. En todo este tiempo, Lucía Hiriart guardó silencio y no dio entrevistas. Ésta es la primera.

-¿Cómo han sido estos dos años?
-Ha sido muy difícil. Su muerte fue muy imprevista, no se consideraba para nada que fuera así de repentina. Ese día, en el hospital lo dejarían ir a la casa, porque era mi cumpleaños (se emociona). Entonces fue tremendo. Me ha costado mucho acostumbrarme a estar sola. Tengo a mis hijos y nietos, todos muy cariñosos, pero no es lo mismo. Es fuerte porque tuve que hacerme cargo de muchas cosas, como gastos y otros, que nunca hice. Toda la vida mi esposo se preocupó de eso.

-¿Qué ha sido lo más difícil para usted?
-La situación que no se concreta respecto de los dineros de mi marido y el embargo de algunas propiedades. Eso ha sido lo más difícil, porque uno no sabe cuánto más Dios me dará de vida. Puedo irme y aún no se ha resuelto ese tema, que me ha impedido tomar algunas iniciativas que quería. Eso me coarta un poco el futuro.

-¿Cómo ha enfrentado los procesos judiciales?
-Trato de tomarlo con resignación. Pienso: "Bueno, Dios lo habrá dispuesto así, qué le vamos a hacer". Lo más duro es que aun cuando mi marido ha muerto y no le pudieron encontrar nada ilícito, hasta hoy sacan a relucir cosas y ofenden su memoria. Eso es muy duro. En vida, por lo menos podía reclamar y muchas veces lo hizo ante los jueces. Encuentro que es demasiado... una persona que ya no está, que no molesta a nadie.

-¿Augusto Pinochet murió en soledad?
-Él se fue de este mundo con el convencimiento de la gran injusticia que cometieron en su contra. A pesar de que era muy difícil que Augusto te lo dijera. Como su esposa, yo le adivinaba un poco todo. Creo que sí, ese dolor se lo llevó. Lo calumniaron tanto... además de todas las injusticias que se dijeron con respecto al papel que tuvo como Presidente de la República. Resulta que después de 17 años entregó el país en forma espléndida,  de manera  democrática, y hoy dicen que ¡nada de eso se hizo! ¿Todo se ha hecho en estos últimos 20 años?

-¿Su marido murió dolido?
-Sí, creo que eso es algo que debe  haberle dolido. Sin embargo, también pienso que se fue feliz porque estaba rodeado de sus hijos y nietos. Así lo recuerdo también en sus últimos días. Fíjese que existe eso que llaman "la mejoría de la muerte". Viera usted lo bien que se veía en ese momento. Tenía los ojos chispeantes. Estaba feliz porque ese día, el de mi cumpleaños, se iba a la casa. Incluso minutos antes de que empeorara su salud, él se duchó y se lavó el pelo. Fue algo increíble. Apenas unos minutos antes.

-Se ha dicho muchas veces que la parcela de Los Boldos fue el lugar de descanso preferido del general Pinochet, ¿la ha visitado?
-Ir a Los Boldos me costó bastante al principio. Pero me gusta ir, porque tenemos las cenizas de Augusto en la capilla. Son sentimientos contradictorios. Curiosamente, me siento más segura allá que aquí en Santiago. A mis hijos les pareció muy raro eso. La otra vez no pudo acompañarme mi nieto, así que fui sola. Mis hijos me preguntaban: "Mami, ¿cómo quedaste? ¡Cómo estabas sola, qué terrible!" Les dije que me sentía bien. Ni siquiera llamé a mis amigas para contarles que estaba allá.

-¿Qué ha decidido respecto a las pertenencias de su marido? ¿Es efectivo que algunos lugares permanecen intactos, como sus escritorios en Los Boldos y en Santiago?
-Sí, es una resolución que tomó toda la familia. Está el escritorio intacto en la casa de Santiago. De allí no se ha sacado nada y sólo se entra a hacer el aseo. De su biblioteca en Los Boldos, bueno ésa es más grande y hay muchas cosas de recuerdo. Hay que tener tiempo para ir revisándolo, porque tal vez voy a regalar algunos libros. Además , estoy retirando algunas cosas porque la Fundación Augusto Pinochet inaugurará el 12 de diciembre un museo con las cosas de mi marido: estarán ahí las medallas y otras pertenencias personales.

LOS DESAGRADECIDOS
-¿Qué opina de antiguos partidarios de su marido que han tomado distancia de su figura en los últimos años?
-No es un tema de mi agrado. Hay gente joven que eran unos pajaritos en el gobierno militar. Ellos tuvieron oportunidad de desarrollarse como personas, de tener un lugar en el quehacer nacional, gracias a que mi marido pescó a estas criaturas y les dijo: "Ustedes son capaces de superarse". Es cierto, han tenido una actitud distante.

-¿Se refiere a gente ligada a la UDI?
-No creo que sea sólo un grupo humano. Hablo en general. Uno podría decir con nombre y apellidos quiénes son desagradecidos, pero no lo haré. No quiero ofender a nadie, pero sí han sido ingratos y se han olvidado de todo lo que Augusto dio en 17 años por su patria. Ahora, esa soledad y distancia es relativa: para los cumpleaños de mi marido se llenaba la casa de personas que lo iban a saludar.

-¿Piensa que ese apoyo debería haber sido público también
-Sí, creo que cuando uno agradece a una persona debiera hacerlo públicamente. Pero no sé... los seres humanos son muy especiales.

-¿Echa de menos un gesto público hacia los Pinochet por parte de los ex partidarios de su régimen?
-Sí, sobre todo de algunos que vivían en mi casa cuando eran jóvenes.

-¿Cómo explica ese distanciamiento?
-¿Serán acomodaticios? No sé. Cuando mi marido estaba vivo, a él lo venían a saludar muchos más. Hubo mucha gente que llegaba más tarde para que no los vieran, pero todos aparecían. A mí no me visitan tanto. Sin embargo, me tiene sin cuidado.

-Hace algunas semanas la UDI inauguró un memorial al senador Jaime Guzmán, ¿la invitaron a usted o a alguien de su familia?
-No sé si lo habrán hecho con alguien de mi familia, pero a mí no me invitaron. Es una lástima.

DERECHOS HUMANOS
-Parte de la derecha se distanció de su marido por las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el gobierno militar. Con la perspectiva del tiempo, ¿ha meditado acerca de los errores que hubo en este sentido?
-Pudo haber existido equivocaciones y excesos en algunos lugares, pero es tan difícil para un presidente saber todo lo que ocurre. Piense usted si el Papa puede estar en conocimiento de lo que hace un sacerdote en Ovalle. Si él tiene un affaire o un romance con una niña, por supuesto que eso está penado bajo todo punto de vista.¡Pero cómo lo va a saber el Papa pues!

-Cuándo se conoció este problema en toda su magnitud, ¿no cree que él podría haber asumido la responsabilidad política?
-No, prefiero no recordar los aspectos malos. Es otra de las cosas que he tratado de hacer durante estos dos años: vivir el presente. Quiero olvidarme del pasado, sobre todo porque yo no tuve injerencia alguna. Mire, hay gente que yo respeto por ser chilena y por ser persona, pero nunca voy a pensar como ellos. Para mí hay una división con la que me voy a morir. Aun con una mirada tranquila hacia atrás, creo que fueron circunstancias muy difíciles en donde hubo que tomar resoluciones fuertes.

-Se ha especulado mucho acerca de la influencia que usted ejercía sobre su marido en la toma de decisiones.
-Era el ascendiente natural que tiene una esposa en un buen matrimonio basado en el cariño, la tolerancia y lealtad.

-¿Está consciente de que la imagen que existió de usted como primera dama fue la de una mujer dura, que impulsó a su marido a actuar con severidad?
-Sé que eso dicen de mí. No me conocen. Sí le puedo asegurar que tengo bastante confianza en mí misma y me gusta enfrentar las cosas con valentía. No sé si siempre actuaré con sensatez, pero he intentado hacerlo. Nunca he sido prepotente ni tan mandona como dicen. Ahora bien, si tienes a mucha gente trabajando bajo tu tutela es necesario cultivar cierto ascendiente.

-¿Fue una consejera clave para él en temas políticos como ha trascendido?
-No. Mi marido tenía muy claras las cosas. Él me escuchaba, pero finalmente hacía lo que a él le parecía mejor. Lo que sí es efectivo es que me apoyaba mucho en mis labores sociales. Había un ítem especial en el Ministerio de Hacienda para el voluntariado femenino.

-También existe la creencia de que usted lo empujó a actuar el 11 de septiembre. Que fue la persona que lo impulsó a ascender en la vida. El contó, por ejemplo, que  aspiraba a ser comandante en jefe, y usted le respondió que no podía ser menos que ministro de Defensa
-Esa conversación que usted menciona la tuvimos en broma. Augusto me decía que aspiraba a ser igual que mi padre, quien fue ministro de Estado. Entonces, yo le respondía: "Bueno pues tienes que ser ministro de Defensa".

- Con la perspectiva que da el paso del tiempo, si usted tuviera la posibilidad de  recomenzar algún aspecto de su vida, ¿cuál sería y por qué?
-Lo que me habría encantado es que Augusto no hubiera tomado la decisión de conducir el país, porque lo menos agradable de mi vida fueron esos 17 años de gobierno. No puedo afirmar que lo pasé regio. Me sacrifiqué  y trabajé mucho. A mis hijos menores los tuve que dejar muchas veces solos. Si Dios me preguntara qué cambiaría, yo le pediría que me hubiese dejado sólo como señora de general, retirada y tranquila. Pasamos muchas cosas terribles. Por ejemplo, cuando nos enviaban anónimos anunciando que nos iban a raptar a nuestra hija menor (Jacqueline). No hicimos alarde de lo que sufríamos.

-Su visión no se condice con la percepción de que a usted le gustaba mucho ejercer el poder.
-La gente es muy buena para impresionarse con cosas superficiales. Le cuento una anécdota. Cuando tenía que conseguir algo para las instituciones que dirigía como primera dama, le informaba a Augusto y él me respondía que estaba muy ocupado. Entonces, no le decía nada más. Iba donde el ministro que correspondía y conversaba con él. Le inventaba que ya había hablado con mi marido y así me ayudaban a resolver los problemas. Nunca me sentí con influencia. De hecho, muchas veces he pensado, incluso, por qué no hice más uso del poder.

-Tuvo fama de ser una mujer implacable frente a los temas morales dentro del Ejército.
-Todas las señoras de militares pensabamos igual y en el Ejército siempre se respetaron esos valores. Hasta el día de hoy existen cosas que no concibo. Por ejemplo, la idea de legalizar el aborto.

LA POSICION DEL EJERCITO
El próximo 10 de diciembre se cumple una nueva conmemoración de la muerte de su marido. ¿Se recordará en una ceremonia íntima?
-Haremos una misa en Los Boldos y después almorzaré con la gente de la Fundación. En realidad, como se junta mi cumpleaños con el día que él falleció, no me gusta mucho la idea de festejarme.

-¿Por qué se optó por conmemorar estas fechas en forma privada?  
- Cuando uno recuerda a sus seres queridos es mejor no estar tan expuesta a la mirada de todo el mundo. Además, tampoco sería muy fácil hacer algo público, pues existen personas que no quieren que la figura de mi marido se realce.  Hablan de los presidentes y no nombran a mi esposo, en circunstancias que es el hombre que ha gobernado más años en  Chile. Les guste o no, ésa es nuestra historia. Mire, mejor es que estemos en paz y que nos dejen tranquilos.

-¿Quiénes se han opuesto a un acto público? ¿El gobierno?
-Yo creo. Nunca le he preguntado al gobierno (se ríe).

-¿Fue doloroso que el Ejército no accediera a que el ánfora con las cenizas de su marido estuviera en algún recinto de la institución?
-Sí, pienso que él tendría que haber descansado en la Escuela Militar. Habría sido una consecuencia lógica de su trayectoria como militar y ex Presidente de la República. Sin embargo, circunstancias ajenas a nuestra voluntad lo impidieron. Tal vez hubo debilidad de algunas personas que aceptaron. Quizá lo hicieron porque se exponían a represalias. Uno no sabe.

-¿Creyó que el Ejército podía tener  una actitud más firme?
-Mire, uno puede esperar muchas cosas de la gente, pero uno debe tener los pies en la tierra.

SU VIDA ACTUAL
-¿Con quién vive hoy?
-Con mi nieto, Cristóbal Pinochet, hijo de Augusto. Él trabaja, así es que se va muy temprano y llega más o menos tarde, porque tiene a su polola y debe compartir el tiempo entre la abuela y ella. Es un niño muy bueno y se preocupa mucho de mí. Además, dos de mis hijos viven muy cerca mío.

-¿Cómo es la relación con sus hijos?
-Siempre me están invitando o preguntándome qué haré. Estos dos últimos meses de mi vida han sido de mucha actividad y ellos están felices con eso, aunque casi no me han visto. A todos les ha dolido mucho la muerte de Augusto, sobre todo a los nietos. Pero, bueno, la vida sigue su curso.

-¿Qué espera de la vida a sus 84 años?
-He seguido adelante, primero por la labor que hago en Cema y también por el cariño que me ha demostrado la gente. Así como algunas personas se sientan a tejer para esperar la muerte, yo aguardo por ella trabajando aquí. Tengo amigas estupendas que me secundan, y cuando tengo otros compromisos, me reemplazan. Leo mucho, veo un poco de televisión, películas en el cable, me preocupo de mi jardín, me visitan mis hijos. Voy a donde me invitan, a tomar té y cuando puedo recibo a la gente en mi casa.

-¿Se mantiene  informada de lo que sucede en el país?
-Sí, me agrada estar al tanto de lo que ocurre.

-¿Qué opina sobre el gobierno de Michelle Bachelet?
-Ella no ha allanado mucho el camino a las mujeres. Es que es muy difícil ser presidente y, tal vez, no estaba muy preparada. En fin, a esa señora no la conozco.

-¿Y sobre Sebastián Piñera?
-Bueno, si es el indicado para ser nuestro candidato, lo apoyaremos, pues. Vamos a ver.

-¿Qué le parece la votación de su hija Lucía en los últimos comicios municipales?
-Hemos visto su elección como un apoyo a la memoria de su padre.