Aunque la lepra -o enfermedad de Hansen como es conocida médicamente-, ya no provoque el daño de tiempo atrás, actualmente en Estados Unidos unos 150 casos se producen anualmente.

Para dilucidar cómo se propaga esta enfermedad actualmente, científicos realizaron pruebas de ADN de 33 quirquinchos salvajes (conocidos también como armadillos) del sur de Estados Unidos y tomaron biopsias de piel de 50 pacientes con lepra, mostrando una coincidencia en la cepa de la lepra de algunos pacientes y estas criaturas de aspecto prehistórico, una conexión que los cientí­ficos sospechaban, pero hasta ahora no habí­an podido determinar.

"Ahora tenemos el ví­nculo", dijo James Krahenbuhl, quien dirige un programa gubernamental sobre la lepra que condujo el nuevo estudio.

De acuerdo a lo señalado por los científicos, el riesgo de contraer la lepra de un quirquincho de nueve bandas (Dasypus novemcinctus) es bajo porque la mayorí­a de las personas que se exponen no se enferman con el antiguo flagelo, que ahora se puede tratar fácilmente. De hecho, los investigadores piensan que se requiere tocarlos frecuentemente o comer su carne para que la lepra se propague.

Los quirquinchos son uno de los pocos mamí­feros que albergan la bacteria que causa la enfermedad, que se manifiesta en un primer momento como una lesión abultada en la piel y a veces puede llegar a desfigurar.

El estudio fue dirigido por investigadores de los Programas Nacionales de la Enfermedad de Hansen en Baton Rouge, Louisiana, y publicado en la edición del jueves del New England Journal of Medicine.

Estos animales se caracterizan por su caparazón dura, que es utilizada para fabricar charangos. La especie de nueve bandas es la que más se extiende desde América del Sur llegando a Estados Unidos.