Por Sergio Muñoz Riveros, analista político

Nadie esperaba que el Rechazo aventajara tan pronto al Apruebo en las encuestas sobre la marcha de la Convención que buscan anticipar la postura de los electores en el plebiscito de salida. Sin embargo, así ocurrió en los recientes sondeos de Feedback, Pulso Ciudadano y Cadem. Aunque todavía no se conoce el proyecto completo de nueva Constitución, la mayoría de los consultados parece tener opinión formada a partir de lo ya visto. Los artículos aprobados dejan de manifiesto la visión refundacional de quienes controlan la Convención, y la amenaza autoritaria que allí se va configurando.

Las encuestas mostraron también un aumento de la desaprobación al gobierno, y no había ocurrido que un Mandatario recién instalado viera descender su apoyo tan rápidamente. Se comprobó así que la acumulación de desatinos nunca es gratis. Lo que resalta es, naturalmente, la existencia de vasos comunicantes entre la evaluación de la Convención y la del gobierno. La imagen de sectarismo y desmesura que proyecta la Convención contagia al gobierno, así como los pasos en falso de éste repercuten en la Convención. Es lógico que sea así, puesto que, en ambos casos, la responsabilidad de conducción está en manos de la coalición de Boric.

Al Mandatario le convenía concentrarse en la tarea de gobernar lo mejor posible, asunto suficientemente complejo, y no comprometerse con el destino de un experimento tan dudoso como la Convención. Sin embargo, pesaron más los condicionamientos ideológicos, como quedó en evidencia el 23 de marzo en sus propias palabras: “Cualquier resultado será mejor que una Constitución escrita por cuatro generales”. O sea, incondicionalidad completa. Bueno, los convencionales se han esmerado por producir “cualquier resultado”.

¿Está unida la suerte del gobierno a lo que pase en la Convención? Es lo que dijo Fernando Atria a La Tercera, el 27 de marzo: “La figura de Gabriel Boric quedó vinculada al proceso constituyente, para bien o para mal”. Y lo que Atria espera no es que el Mandatario les recomiende moderación a los convencionales gobiernistas, o a los colectivos del octubrismo y de la izquierda indígena. Lo que le pide es respaldo absoluto, porque del proyecto mismo se encargan él y sus socios, entre ellos Marcos Barraza, operador del PC en la Convención, quien sostuvo que el gobierno no puede ser neutral en el plebiscito. Ahora bien, si La Moneda se embarca en una campaña proselitista sin preocuparse de las normas legales ni del eventual mal uso de las platas públicas, se meterá en graves problemas.

En el plebiscito del 4 de septiembre, será muy difícil que los ciudadanos separen el proyecto de Constitución de su juicio sobre el rumbo del gobierno. Será, pues, un momento de polarización inevitable. Si eso es lo que Boric prefiere, o lo que acepta porque no le dejan otra, tendrá que asumir las consecuencias.