En 2020 los fanáticos del básquetbol se pegaron a la pantalla para ver los diez episodios de El último baile, una miniserie documental de ESPN y Netflix que narraba parte de la carrera Michael Jordan y algunos de los años más exitosos de los Chicago Bulls, a fines de la década de los 90, con material exclusivo e inédito.

A casi dos años de ese estreno, una nueva producción llega para encantar a los mismos fieles, ahora viajando a 1979 para mostrar otra era dorada: la de los Lakers, de la mano de Magic Johnson. Se trata de Lakers: tiempo de ganar (HBO Max).

No es un documental, sino que una serie ficcionada, y que llega cargada de humor, dinamismo y también de buenos trucos, como miradas y palabras a la cámara, animaciones y textos sobrepuestos, todos elementos bien utilizados y que muestran una apuesta de la producción por el dinamismo y los estímulos constantes, para mantener cautiva la atención de los espectadores, una tarea que se vuelve día a día más complicada.

Al centro de la historia está Jerry Buss, el empresario que compró al equipo de básquetbol de la ciudad de Los Angeles, y Magic Johnson, el jugador estrella de la liga universitaria que reclutaron casi en el mismo momento.

Detrás de esos roles hay un actor de gran trayectoria (John C. Reilly) y otro que recién empieza su carrera (Quincy Isaiah), ambos luciéndose en sus papeles. Mientras, detrás de escenas el gran nombre es el de Adam McKay, el director y guionista de The big short y No mires arriba, que además de ser productor ejecutivo, dirige el primer episodio.

Con solo un capítulo estrenado de los diez que tendrá esta temporada, puede ser algo prematuro hablar de un golazo de serie, pero sin duda es un estreno que da para entusiasmarse; que combina de buena forma la nostalgia y también los excesos de una época, la emoción del deporte y también la historia de cómo fue el alza de un equipo que con su éxito y estilo dio el primer paso para convertir al básquetbol en un deporte de espectáculo y luces, lo que lo catapultó al centro del mundo del entretenimiento.

Con todos estos elementos, Tiempo de ganar es una serie que apuesta por un tono cómico pero que no por eso le hace el quite a temas como el sexismo y racismo que si aún siguen presentes, a inicios de los años 80 eran parte del status quo.

Estos elementos están ahí, y también los excesos, los choques de personalidades y egos, las competencias; y todos están puestos al servicio del entretenimiento. De entregar una serie bien hecha, bien actuada, bien escrita y que sin duda parte con el pie derecho para convertirse en éxito seguro entre los fanáticos del deporte. Y quizás también llegar más allá.