SEÑOR DIRECTOR

Como egresado y exprofesor de la Universidad de Chile, no puedo menos que sentir una profunda tristeza por el rumbo que ésta ha tomado, camino directo al fracaso de un gran proyecto educativo laico, plural y nacional.

Veo con horror los casos de Polette Vega y de los estatutos del Centro de Estudiantes de Derecho y me pregunto en qué momento los estudiantes de la casa de Bello perdieron el norte; desde cuándo los valores de tolerancia y respecto fueron desechados y transformados en meros adornos.

Sin la posibilidad de desarrollar una vida universitaria plena, en donde todas las visiones y sensibilidades compartan en un ambiente grato de hermandad y con profundo apego a los valores democráticos, una universidad pierde su razón de ser.

La violencia es un síntoma, pero el problema es mucho más de fondo, y ese es que los estudiantes universitarios se están volviendo totalitarios, donde el valor de la pluralidad es desechado y donde la tolerancia no tiene espacio; sencillamente el proyecto de ser la universidad de todos los chilenos ha fracasado.

Felipe Caro López

Presidente

Fundación Chile Mejor