SEÑOR DIRECTOR

Hace unos meses el ex presidente de la Cámara de Diputados declaraba abiertamente y sin pudor que parte de la oposición impulsaba proyectos de ley inconstitucionales, a sabiendas, porque se trataba de temas urgentes de resolver. Hoy insiste en el planteamiento la presidenta del Senado. Muy grave. La lógica detrás es la del fin justifica los medios y la de una casta política privilegiada que puede saltarse la ley y reírse de la institucionalidad y de la certeza jurídica, claves para el buen desarrollo de la sociedad y sus instituciones, y de paso de todos nosotros. Todo ello, sin sanción alguna.

Hoy, tanto en materia de pensiones como en legislación tributaria, parlamentarios de oposición han ido un paso más allá en esta gesta de correr permanentemente el cerco. Como la Constitución actual sirve de freno al populismo, reservando al Presidente de la República la iniciativa exclusiva en determinadas materias, han encontrado una manera de evadir, o al menos de eludir, esa prerrogativa presentando proyectos de ley para reformar la Constitución e introducir artículos transitorios o capítulos completos para llevar a cabo el robo del siglo en lo que se refiere al ahorro para la vejez de todos los chilenos, o para establecer impuestos al patrimonio que solo contribuirán a mermar aun más la delicada situación de la economía chilena.

Fuera de desvirtuar el texto constitucional, llenándolo de materias propias de la política pública que deben resolverse a nivel legal, llama la atención que los autores de estas mociones sean los mismos que siempre apuntan al sector privado con acusaciones de abuso, de evasión y de elusión. ¿Por qué miran la paja en el ojo ajeno y no ven la viga en el propio? Oportunismo e hipocresía pura.

Natalia González

Libertad y Desarrollo