SEÑOR DIRECTOR

El loable el propósito de ciertos convencionales por reconocer derechos a los animales y a la naturaleza constituye también un llamado a recordar que -en primerísimo lugar- deberíamos reconocer y respetar los derechos de nuestra propia naturaleza humana.

Al respecto, el Papa Benedicto XVI manifestaba su preocupación porque “el hombre niega su propia naturaleza”, asumiendo erróneamente que “todo en él es solo espíritu y voluntad”. Así, contradictoriamente, la indiscriminada manipulación de la naturaleza que hoy deploramos por los negativos efectos que ha generado en el medioambiente, “se ha convertido en la opción de fondo del hombre respecto de sí mismo” (Ratzinger a la Curia Romana, 23 dic. 2012).

Tan lejos hemos llegado en el desprecio a nuestra naturaleza humana, que ni siquiera estamos conscientes en el irrestricto respeto a la vida desde la concepción hasta su muerte natural. Esto no es inocuo para nuestra convivencia social.

Miguel A. Vergara Villalobos