SEÑOR DIRECTOR:

Sorpresa generó la decisión del Presidente Boric de descartar la entrega de un bono IFE para ayudar a la población de menores recursos a sortear la inflación, la que probablemente se verá profundizada con el alza que ha sufrido el tipo de cambio en la última semana (pese al convencimiento del ministro de Economía de que alzas en el tipo de cambio no afectan la inflación, pues… ¡no compramos en dólares!).

Pero no todo lo que brilla es oro, y no es la sana doctrina la que está guiando las decisiones del Presidente.

El gobierno ha decidido “manejar” la inflación a través de fijaciones de precios (el Mepco está entregando subsidios de $494 promedio por litro de gasolina, $466 por litro de diesel, y el FEPP $400 por litro de parafina), realizadas a través de la entrega de subsidios a toda la población, incluyendo los de mayores recursos, en vez de utilizar los recursos fiscales en forma eficiente, en subsidios focalizados en los más necesitados, como sería un IFE.

La razón es que, al entregar subsidios a la oferta, el gobierno maneja los precios y, por tanto, la inflación observada es mucho más baja que la que se obtendría si se entregaran los mismos recursos a la población de menores recursos.

El efecto final de la política de gobierno ha sido que la inflación oficial en 12 meses alcanza 11,5% en vez de más de 13% que alcanzaría si no se estuviera subsidiando el precio de los combustibles (eso, sin considerar los efectos de segunda vuelta), pero que las personas de menores recursos, que viajan en micro y no en auto, no han recibido ni un solo peso de los más de US$ 2.290 millones que el Fisco ha utilizado en subsidiar gasolinas y diésel.

Ciertamente, en el país que queremos, al menos yo preferiría que mis impuestos se gastaran en entregar bonos a las personas de menos recursos y que ellos eligieran si viajar en micro, en auto o en comprar más carne, y no en subsidiar los viajes en 4X4 de quienes menos lo necesitan.

Michèle Labbé Cid

Economista jefe de Dominus Capital