SEÑOR DIRECTOR

Recientemente, Nelson Hadad H. en una carta se refiere a las relaciones con Bolivia. Señala que resulta desaconsejable la propuesta de iniciar una “aproximación progresiva” con el país vecino, y todas las razones que esgrime, lamentablemente, son de una mirada por el retrovisor, con visión de pasado y ajena a los desafíos contemporáneos impuestos por la diplomacia global.

El destacado académico expresa que “no existe espacio a la ingenuidad y corresponde aprender las lecciones de la historia”. Entonces, en mi opinión, con mayor razón hay que reconocer que existe un conflicto histórico que cada cierto tiempo se destaca o florece, más aún en épocas presidenciales. Sin embargo, eso no debiera inmovilizarnos, pues miremos otros elocuentes ejemplos internacionales con diferencias tan acentuadas como las nuestras, pero que han sido capaces de restablecer relaciones diplomáticas plenas. Los referentes más notorios son Estados Unidos y Cuba. También cabe mencionar a Argentina y Reino Unido, que restablecieron relaciones diplomáticas en 1990, ocho años después de la guerra de Las Malvinas. ¿Significó esto la culminación a todas sus disputas? No. ¿Puso esto fin a cualquier reclamación? No. ¿Es ingenuo pensar que Chile y Bolivia pueden lograr una mejor diplomacia bilateral? Estoy convencido que no. Es tiempo de dar el paso inicial en objetivos comunes, acordar una agenda conjunta e imaginativa para seguir trabajando en lograr mayores entendimientos en beneficio de ambas naciones.

Finalmente, quiero destacar a aquellas acciones que miran al futuro, como la loable y antigua iniciativa -9 años- de constituir el capítulo entre Chile y Bolivia del Consejo Empresarial presidido por Alberto Salas, y por su contra parte boliviana Rolando Kempff, bajo la jurisdicción de Sofofa. Es decir, la diplomacia empresarial colabora con la política de Estado, que debe regir entre ambas naciones.

Eduardo Rodríguez Guarachi

Embajador (R)