En Peñaflor, a casi 40 kilómetros de Santiago, en una tradicional casa vive Carolina Barriga. Entre esas paredes creció ella, sus hermanos, sus hijos y hoy también sus nietos. Como en la gran mayoría de las casas chilenas, la protagonista es la cocina. Ubicada en el medio de la casa, es también el escenario de la vida familiar.

Ollas y sartenes colgados sobre las paredes, los coladores sobre la ventana que da al patio, un pequeño comedor de diario, un mueble con cubierta de mármol y la loza del día a día exhibida en los muebles dan vida a la cocina de esta casa construida hace más de 80 años y en la que se solía cocinar con leña. Aquí, la radio siempre está prendida.

La vida de Carolina ha estado marcada por la entrega. Luego de criar a sus hijos Alejandro, Carlos y Javier-, se hizo cargo de su mamá, quien murió en 2016. Hoy está a cargo del cuidado de su hermana, quien sufre de fibrosis pulmonar. Siempre preocupada de la de su familia, sus preparaciones son también su forma de entregar amor.

Gran parte de lo que sabe y sus recetas las aprendió de su mamá y abuela, pero también tomó cursos de repostería, banquetería y amasandería.

Su día parte y termina en su cocina. Parte a las 7, preparando el desayuno para ella y su hermana. Luego, se dedica al almuerzo, a las 17 sirve el té, luego la comida y termina su día sentada en la cocina tomando una taza de té o café.

Sus tres hijos hoy viven en Santiago, pero los fines de semanas se reúnen en torno a las preparaciones de Carolina. Incluso, almuerzan en el comedor de diario ubicado al interior. "Aquí, me acompañan y conversamos mientras yo cocino", dice Barriga. Su nieta Violeta (5) la va a ver sagradamente los fines de semana y como es tradición, cocinan. "Le tengo un delantal chico, ella es mi ayudante. Mi hijo tiene una panadería, ella ya sabe cocina, ahora la Violeta me está enseñando a hacer pizzas", cuenta.

Sus platos estrellas son los porotos, las lentejas, la carbonada y la tortilla de porotos verdes. Solo prepara lo justo para el día y lo que no usa, lo transforma en compost. Los domingos parte a la feria con su carrito a comprar lo de la semana. La carne solo la compra en su carnicería regalona.

Entre lágrimas de emoción, recuerda su infancia en la cocina. "Crecí aquí, mi mamá nos crió sola con la ayuda de mi abuelita. Solo tengo agradecimiento a este lugar y a dos grandes mujeres que me inspiraron. Espero que mis nietos guarden los mis recuerdos de esta casa y esta cocina", dice.

Carolina Barriga (60) es dueña de casa y su ingrediente favorito es el ají.