La pesada mochila económica que hereda el nuevo Presidente de Estados Unidos

Biden ha planteado subir impuestos para las personas de mayores ingresos e impulsar un plan de infraestructura


Si bien el tema económico siempre es de primera importancia en las campañas electorales de Estados Unidos, esta vez su relevancia fue incluso mayor, en medio de la recesión causada por la crisis del coronavirus.

Durante buena parte de la administración de Donald Trump, los números acompañaron al mandatario, llevando los índices bursátiles a récords, el desempleo a mínimos históricos y un crecimiento del producto de 2,5% en promedio entre 2017 y 2019.

Sin embargo, la crisis sanitaria lo cambió todo, el desempleo saltó y se estima que el PIB caerá este año en torno a 4,3% (de acuerdo al FMI). Además, la primera potencia mundial hoy carga con una pesada deuda y un déficit que se triplicó para enfrentar los daños del Covid-19. Como si no fuera poco, sigue metida en líos con China, que ha sido incapaz de cumplir sus compromisos comerciales en el inusual contexto de 2020.

Tarea incompleta

A pesar de las malas cifras de este año, los últimos meses se ha comenzado a ver una recuperación, gracias a los desconfinamientos.

Sin embargo, todavía es temprano para cantar victoria. Primero por la realidad ineludible de la pandemia, área en la que se partió el mes con más de mil nuevos casos diarios, el nivel más alto desde el 1 de agosto. En este escenario, descartar un reconfinamiento resulta aventurado.

Por otra parte, el daño que ya sufrió la economía es de enormes proporciones. Según datos citados recientemente por la Reserva Federal, el número de pequeñas empresas ha disminuido 22%, porcentaje que se duplica cuando los propietarios son afroamericanos. Además, este año el PIB per cápita sufrirá una caída de US$ 2.203 hasta US$ 63.050, el doble del impacto que le propinó la crisis financiera.

En ese marco, un informe publicado esta semana por Fitch destaca que “la escala y amplitud del estímulo (fiscal) adicional” resultará crucial, impactando a “sectores como las finanzas públicas, la atención médica, los bienes raíces, los préstamos estudiantiles y las instituciones financieras de EE.UU.”.

Huellas en el empleo

Aunque haber pasado de un máximo de desempleo de 14,1% en abril a uno de 7,9% en septiembre ofrece espacio para el optimismo, los trabajadores estadounidenses aún recorren caminos pedregosos. “El ritmo de mejora del mercado laboral se está desacelerando, en un momento en que el empleo aún está muy por debajo de su nivel máximo”, recalcó recientemente Lael Brainard, gobernadora de la Fed.

Cuentas en desequilibrio

El coronavirus ha generado terremotos en las cuestas públicas de los distintos países, que se enfrentan a gastos crecientes e ineludibles, mientras ven sus ingresos reducidos por efecto de los confinamientos, tendencia a la que no ha logrado escapar Estados Unidos.

El mes pasado, el Departamento del Tesoro informó que para el año fiscal 2020, finalizado el 30 de septiembre, el déficit del país alcanzó el 15,2% del PIB, el triple de lo que exhibió en el año fiscal 2019. En medio de un estímulo fiscal descomunal y una cuarentena sin precedentes se anotó una recaudación de US$ 3,42 billones (millones de millones) frente a un gasto de US$ 6,55 billones.

Por otra parte, la deuda pública superó los US$ 21 billones, alcanzando el 102% del PIB. “La única otra vez que la deuda excedió el tamaño de la economía fue al final de la Segunda Guerra Mundial”, recordó Maya MacGuineas, presidenta del Comité de Presupuesto Federal Responsable, destacando que se debería “pedir prestado ahora, pero una vez que la economía se recupere, nuestra deuda no podrá seguir creciendo más rápido que la economía para siempre”.

Esto puede ser una complicación para llevar a cabo el programa económico de Biden, que contempla un gasto de US$2 billones entre 2021 y 2025, dirigido a infraestructura, modernizar el sistema escolar, reparación vial y banda ancha rural. Fuera de eso, destinaría US$ 775.000 millones al cuidado de niños y anciano y US$750.000 millones tanto a educación superior como Obamacare. Se suman US$ 640.00 millones para viviendas; US$ 125.000 millones para la lucha contra adicción a los opioides y una cifra todavía indefinida para condonar deuda estudiantil.

Para esto, Biden ha dicho que pretende recaudar con alza de impuestos US$ 4 billones en diez años, a través de la restauración de la tasa del impuesto sobre las rentas más altas, hasta 39,6%, y del cambio en la estructura impositiva sobre las ganancias de capital. Adicionalmente, pretende gravar a las empresas que ganan más de US$ 100 millones desde el 21% actual a una tasa del 28%, que igualmente es inferior a la de 32% previa a 2017.

Líos con China

La inconclusa negociación comercial con China se transformará en otro tema a abordar con urgencia, considerando que la potencia asiática difícilmente cumplirá sus compromisos de compra de productos estadounidenses, debido a la pandemia.

Según detalla el centro de estudios Peterson Institute, “hasta septiembre de 2020 las importaciones totales de China, hasta la fecha, de productos de los Estados Unidos fueron de US$ 65.900 millones, en comparación con un objetivo hasta la fecha de US$ 124.900 millones”.

De esta manera, las dos mayores economías globales están obligadas a sentarse a la mesa para revisar las metas del acuerdo de “fase 1”. Sin embargo, se espera que con Biden las negociaciones se lleven a cabo en un ambiente menos confrontacional.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.