Frente Amplio (FA); ¿la tercera fuerza? fue el título de portada de la edición del 24 de marzo de 2017. Esa semana el FA había dado un gran golpe mediático con el anuncio de la precandidatura presidencial de la periodista radial Beatriz Sánchez. Ese grupo, formado por 12 agrupaciones políticas —que navegan entre liberales hasta marxistas—, decía presente en el escenario político criollo. Y era una vuelta sin retorno. Finalmente, pasaron a ser  la tercera fuerza: 20 diputados y 1 senador será la presentación para el 11 de marzo en el Congreso Nacional. Una cifra que ya todas las demás fuerzas toman en serio.

Pero ¿qué se hace ahora? fue la pregunta que muchos de los jóvenes electos se hicieron aquella noche del 19 de noviembre en que se rompieron todos los esquemas; en que se quebraron muchos de los viejos paradigmas instaurados en el establishment. Nadie —o muy pocos, salvo esos optimistas que por vocación siempre existen— pudo augurar que lograrían 21 escaños, ni tampoco una llegada estrecha de la candidata presidencial que quedó 158.956 votos bajo Alejandro Guillier. Esa noche del 19 de noviembre en la casa-comando de calle Sara del Campo, a cuadras de La Moneda, no esperaban los números tan auspiciosos que obtuvieron. La candidata —junto a sus asesores más cercanos— debió adecuar su mensaje y puso énfasis especial en la crítica a las encuestas de opinión pública que daban por perdedora, muy atrás, a Bea Sánchez. La consigna ¡La hicimos! adquirió esa noche sentido y razón.

El alcalde Jorge Sharp es el único del FA que está llevando a cabo una labor de gobierno y muchos lo evalúan positivamente. No son pocos los que proyectan en él a un futuro presidenciable.

Tras la algarabía que provocó el exitoso resultado, la pregunta que se hacían todos en medio de la adrenalínica celebración fue ¿Y qué se hace ahora?

Una vez superado el éxtasis, y aquilatado el triunfo,  había que hacerse cargo. No son pocos en el Frente Amplio los que observan el proceso con cautela y sin tanta euforia. Llegó el momento de la reflexión y también de consolidar los liderazgos.

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Uno de los primeros en hacer pública una autocrítica sobre la ruta seguida por el FA este año fue el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp (MA). El treintañero edil alertó, desde antes, que no había que errar el camino, que no se debía caer en el exitismo electoral, que el proyecto político tenía que apuntar mucho más allá de esta elección.

—El FA no inventó la rueda en Chile. De repente caemos en una excesiva creencia de que con nosotros se inicia el cambio en Chile y no es así: aquí hay voluntades políticas y sociales que, por años, han luchado por un Chile distinto —fue su reflexión a Qué Pasa el 5 de mayo de 2017. En la misma entrevista agregó una frase que causó ruido al interior del conglomerado: "Si el FA quiere gobernar, no lo podrá hacer solo".

El joven alcalde es, en la práctica, el único que está llevando a cabo una labor de gobierno dentro del FA y, a juicio de muchos, dentro de todos los sectores (incluyendo altas autoridades del actual gobierno), lo evalúan positivamente, mientras observan su con atención su desempeño. No son pocos los que proyectan en él a un eventual futuro presidenciable. Aprecian en Sharp una madurez política que supo olvidar rápidamente el incendiario discurso con el que asumió en Valparaíso. "Otra cosa es con guitarra", ha dicho y, hasta ahora, parece que no lo ha hecho tan mal.

Los liderazgos en el FA serán claves. La hegemonía de Giorgio Jackson (RD) y de Gabriel Boric (MA) pareciera terminarse con la masiva llegada de la nueva bancada parlamentaria. De hecho, como grafica un dirigente del movimiento, ni ellos mismos saben bien aún cómo se volverán a estructurar después del 11 de marzo. Y bajo este escenario también hay otra incógnita por resolver: ¿Qué pasará con Beatriz Sánchez?

Su rol se discute en las reuniones que sostienen todos los miércoles la dirigencia frenteamplista. Aún no saben el lugar que ocupará, aunque están conscientes de que el suyo  es un liderazgo que mostró su fuerza el 19/11 y que no se debe desperdiciar. Por ahora, la ex candidata también está en su período de reflexión.

Mientras, el FA apura el tranco. Los electos parlamentarios comienzan a armar sus equipos y la estrategia que seguirán. En las reuniones de la dirigencia ya han iniciado el proceso de construcción, la nueva etapa que deja atrás el "modo campaña" para comenzar  el "modo legislativo". Saben que, dadas las normas que rigen la labor parlamentaria, deberán hacer uso de una palabra que les incomoda: negociar. No les quedará otra. Para presidir comisiones o la misma testera de la Cámara Baja,  entrarán en esa lógica.

Hay, sin embargo,  otro tema que ronda estas conversaciones y que planea permanecer todo el verano: la creación de la institucionalidad del FA. Esta implica una nueva forma de resolución de conflictos para evitar, entre otras cosas, incidentes como el bullado "caso Mayol",  en que, tras el anuncio público del sociólogo (Mayol) de ser candidato a diputado por la lista de Revolución Democrática, se desató la pugna entre él y la RD Natalia Castillo, un escándalo que llegó a las redes sociales gracias a audios filtrados por ellos mismos. O ¿cómo hacer más entendible para la gente la manera que tienen para organizarse?. Según confiesan en el FA, la ambigüedad interna no es fácil de manejar. Un ejemplo fue la actitud política disímil del movimiento previa a la segunda vuelta electoral presidencial.

Ya trabajan, por tanto,  en la conformación de vocerías parlamentarias y de su bancada, aunque, por ahora, evitarán nombrar a un o una jefa de bancada. Un dirigente del FA comenta que estas reuniones aún se encuentran en la etapa de aprendizaje: nadie sabe bien cómo y qué es lo que se hace para manejar a 20 diputados y a un senador. Es algo que nadie imaginó que iba a ocurrir.

En el proceso, han aparecido personalismos y luchas de poder, como graficó el domingo pasado Carlos Ruiz en El Mercurio, al hablar del peligro de caer en complejos edípicos, "comprando boletos para un Titanic que todos saben que se podría hundir".

Poco a poco se empieza a pensar el tema municipal, proyectando la próxima  contienda electoral del  2020. Varios creen que allí hay un terreno que sembrar: los gobiernos locales generan el contacto directo con la gente y ayudan a construir lazos con la ciudadanía.

Son incontables los desafíos que le quedan al Frente Amplio para llegar a ser actores relevantes en la política nacional. El movimiento Podemos de España, uno de los referentes del FA, atravesó por una pedregosa travesía y enfrentó una red de lucha de poderes internos.

Lo concreto es que el FA removió el escenario electoral y político chileno este 2017, ¿Otro fin de la transición? Llegaron nuevos actores —en su mayoría menores de 40— y lograron una cuota de poder que les permitirá influir. El Frente Amplio entró como tercera fuerza el 2017. Aún está por verse si es para quedarse o no.