El primer día de clases de cada semestre es como un déjà vu para Matías Quer (29). Frente a los nuevos alumnos se presenta a sabiendas de que más de alguno lo ha googleado y busca el parecido entre el personaje Gonzalo Infante de Machuca (2004) y el profesor de Ética que tiene al frente. "Sí, quizá me han visto antes y les suena mi cara", les advierte él. "Pero ahora me dedico a esto", les aclara enseguida.

-Les debe llamar la atención que sigo igual. Cuando me dejo el pelo más largo, me saco la barba y me peino para al lado me parezco más -reflexiona.

Fue en 2002. Por la radio su mamá escuchó el llamado a un casting para una película. El anuncio no daba más información; sólo pedían niños de educación básica. Habló con sus hijos Matías, de entonces 12 años, y Javier, un año menor. Los niños se entusiasmaron y llegaron a Sala Omnium, donde se realizaban las pruebas de cámara. Pensaban que haciendo muecas podrían aparecer de fondo o en una intervención secundaria en el filme; y de paso meterse al bolsillo 20 mil pesos por ser extra.

La imaginación se les quedó corta. Matías fue llamado a más pruebas de cámara. Pero cuando estaba a punto de tomar el papel de Gonzalo Infante, y justo antes de recibir el guión, se arrepintió. Dijo que no quería, que no podía, que no le interesaba. Le dio miedo.

Lo que hizo Andrés Wood, director de la película, fue mover bien las piezas. Conversó con él y sus padres. Le ofreció a Matías tener a su hermano y a sus compañeros del Santiago College como extras para que no estuviera solo. El adolescente aceptó.

"Todavía no sé cuánto me cambió la vida (hacer la película)… Obviamente me marcó, es parte de quién soy, de lo que he hecho, pero no sé si me ha abierto puertas o me las ha cerrado. No sé si ha afectado mis decisiones".

La trama de Machuca, supo Matías cuando leyó el guion, es la historia de Gonzalo Infante y Pedro Machuca, dos niños de 11 años que en 1973 se encuentran en un colegio particular del barrio alto llamado San Patricio, cuyo director decide integrar, pese a una fuerte oposición de apoderados, a niños de escasos recursos. La amistad entre los niños es inmediata e intensa; y termina cuando la población en que vive Machuca es invadida por militares que, frente a los ojos de Gonzalo -que pide que no le hagan nada porque él no es de ahí-, desatan la violencia.

-Grabábamos seis veces a la semana y descansábamos los miércoles. Falté harto al colegio, pero fue una experiencia buenísima. No me esperaba la repercusión de la película y menos que 15 años después iba a seguir siendo un tema -dice Quer.

-¿Por qué crees que en Chile se hizo tan icónica Machuca?

-Andrés Wood fue muy bueno en mostrar la complejidad del tema: dos Chile en tensión. La película es equilibrada, porque en temas políticos es muy fácil caer en un lado o en otro. En ese sentido, Machuca trata de mostrar, a mi juicio, la complejidad del asunto pero desde la mirada más inocente y de descubrimiento de los niños. Mi personaje, Gonzalo, y el de Ariel Mateluna, Machuca, fueron descubriendo un mundo que no conocíamos.

-Y en esa época, ¿qué sabías tú del golpe de Estado?

-Mis papás desde siempre transmitieron una visión más o menos equilibrada del asunto; que es complejo y con tantas aristas. No recuerdo haber tenido una conversación sobre la temática, eso sí. En la película me fui dando cuenta de todo lo que había ocurrido. Hasta ahí no conocía tanto la magnitud del tema.

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Matías Quer

Crédito: Juan Farías.[/caption]

-Hay una escena en que en una marcha todos saltan y tú le preguntas al personaje de Manuela Martelli: "¿Qué es ser momio?". Ella contesta: "Ser un facho ignorante como tú"...

-Sí. Y en la escena dejo de saltar, me quedo pensando y luego sigo saltando. Es buena esa escena.

-¿Sabías lo que era ser momio?

-No sabía lo que era ser momio cuando grabé la película, lo descubrí ahí, igual que mi personaje. Supe mucho del tema leyendo el guion. Había escuchado la palabra, pero muchos otros conceptos no. Fue importante para mí porque el 73 sigue siendo un tema latente.

-Para ti, ¿qué fue lo de 1973?

-Un golpe militar.

-¿Machuca te abrió el mundo?

-Sí, porque todavía era chico. Es un asunto complejo de abordar. Uno dice que a la gente hay que enseñarle de chica lo que pasó en Chile, pero a un niño de 12 años ¿qué tanto puedes explicarle la complejidad del asunto sin simplificarlo demasiado? Hay muchas cosas que hasta hoy he ido descubriendo sobre lo que pasó en esa época, de lo complejo que es un proceso político, de volver a la democracia.

***

-Mi vida ha dado tantas vueltas, es una locura.

Matías Quer suspira cuando lanza esa frase y piensa en las posibilidades que habría tenido si hubiese seguido actuando. "Pero no me gustó el tema de la fama. Empezaron a pedirme autógrafos, a reconocerme en la calle, y era raro: de la noche a la mañana todo el mundo me conocía y me saludaba, ¡pero yo no conocía a nadie! Yo era muy tímido y esa bola de nieve me dio mucho nervio. Me refugié en mis amigos, que conservo hasta el día de hoy".

-Te hartaste.

-Sí, me dio vergüenza. Por ejemplo, la escena de la leche condensada marcó las bromas de esa época. ¡A estas alturas podría hacer hasta comerciales con esa cuestión y quizá me haría millonario! Es a lo que más me asocian. Imagínate lo que es eso para alguien tímido.

"Esta podría ser una cita destacada. Creo que Tendencias me va a deber un almuerzo eso sí. No me gustó estar tan expuesto y descubrí temprano que moriría de lata de ser famoso."

-Repites que eras tímido. Esa escena de la leche condensada, donde el personaje de Manuela Martelli (Silvana) te besa a ti y luego a Ariel Mateluna, ¿fue tu primer beso?

-Ja, ja. Sí, fue mi primer beso. Frente a las cámaras, con leche condensada y repitiendo la escena muchas veces con una galla que si bien se veía chica, tiene 8 años más que yo. En esa época yo tenía 13 y ella 21. Incluso después supe que había hecho películas en las que aparecía hasta desnuda. Yo no sabía. Lo del beso fue raro, además que la leche condensada es super hostigosa.

-O sea, fue una mala experiencia.

-Digamos que no fue la mejor.

-¿Y cuando diste tu primer beso de verdad, porque querías y no porque debías actuarlo?

-Uf, no volví a dar un beso hasta los 27 años, cuando me puse a pololear con la mujer con la que me casé el sábado pasado.

Luego del estreno de Machuca en agosto de 2004, lo llamaron -sobre todo los primeros años- para series y otras producciones. A todas dijo que no. "Sé que Ariel siguió haciendo cosas, la Manuela también. Ellos son actores hoy, pero yo no quise seguir ese camino. En un momento incluso le pedí a Andrés Wood que no diera más mi número", dice. "Yo quería ser médico", aclara.

Estudió cinco años Medicina, pero no ingresó al internado. "Sólo soy licenciado", dice, y confiesa que se retiró porque quiso ser cura. "Soy de familia católica, pero no siempre fui practicante. Antes de entrar al seminario sólo había hecho la primera comunión. Pasé una época importante en el ateísmo".

Matías Quer cuenta que no iba a misa desde que tenía 10 años. Recién en 2010, cuando su bisabuela materna murió, volvió a entrar a una iglesia. Ese mismo año una amiga la invitó a un movimiento católico. Él aceptó.

-Poco a poco se me empezó a abrir la pregunta de si tenía vocación de sacerdote, religioso o consagrado. En 2012, en marzo, hice mi primera promesa para ver si me consagraba. Seguí estudiando Medicina hasta el 2013; y en enero de 2014 me fui a Perú, de la mano del mismo movimiento al que ingresé por mi amiga, para iniciar mi formación religiosa.

-Tomaste la decisión justo en el período en que salieron a la luz los casos de abuso de Fernando Karadima y detonó la crisis que arrastra la Iglesia en Chile hasta hoy. ¿No te hizo ruido?

-Los casos de abuso siguen saliendo hasta hoy, pero a mí no me alteró la fe. Obviamente que, como parte de la Iglesia, a uno le duele mucho, sobre todo por las víctimas; y también por la gente que es católica, por la gente que te cuestiona o se aleja. Pero lo mío era mucho más personal con Dios.

Los cuatro años de Matías en Perú transcurrieron en una playa. Se dedicaba a nadar, rezar, hacer ejercicio, estudiar, leer y discernir. "Eso es parte del proceso inicial: ver si de verdad es tu vocación o no", dice. Al final, concluyó que su vocación no era de sacerdote.

-¿Y cuál era, entonces?

-Me di cuenta que tenía vocación de matrimonio. En principio pensé que podía hacer vida religiosa, empecé a explorarla y en el camino me fui dando cuenta de que no quería esa vida. En ese tiempo nunca pololeé, nunca di un beso. Ni siquiera carreteaba. Yo quería formar familia, por eso en 2017 decidí que no quería llevar una vida religiosa.

-¿Fue una salida traumática?

-No, porque estuve superacompañado por mi familia y mis amigos, una buena red de apoyo. Además, mi transición estuvo marcada por otro factor: cuando vine a Chile en 2016, antes de recular de ser sacerdote, conocí a una chica que hoy es mi señora. La conocía, no éramos amigos, pero participaba en el mismo movimiento que yo. Habíamos estado juntos en misiones. Cuando la vi, dije "chuta, me gusta, me la tengo que jugar".

"Uno dice que a la gente hay que enseñarle de chica lo que pasó en Chile, pero a un niño de 12 años ¿qué tanto puedes explicarle la complejidad del asunto sin simplificarlo demasiado? Hay muchas cosas que hasta hoy he ido descubriendo sobre lo que pasó en esa época, de lo complejo que es un proceso político, de volver a la democracia."

-¿Cómo te la jugaste?

-La invité a un matrimonio. Ella aceptó, y esa noche me declaré. No me dijo nada, pero seguimos conversando por WhatsApp, luego Skype y ahí decidí venirme de Perú. Ella me gustaba mucho.

A fines de 2017, Matías volvió a Chile. Al año siguiente, hizo clases en la Universidad Gabriela Mistral y se matriculó en dos magíster que cursa actualmente: Filosofía y Estudios Políticos en la Universidad de Los Ándes, institución donde además hace clases de Ética. "Ahí empecé también a hacer méritos para estar con la mujer que me gustaba", cuenta; mientras su cara se pone roja, igual que cuando en Machuca enfrentaba situaciones engorrosas.

En enero pasado invitó a su pareja a subir el Cerro San Cristóbal. Llegaron hasta la Virgen, y allí él le pidió matrimonio. Primero lloró ella, quien dio un sí rotundo; luego lloró él.

***

-Todo lo que cuentas sobre cómo ha transcurrido tu vida es lo que uno podría imaginar que pasaría con Gonzalo Infante en la vida real.

-Sí, puede ser. Me convertí en mi personaje o quizá él era muy yo. Cuando la gente me felicita por mi actuación, me da vergüenza porque no creo que sea un buen actor. Yo soy medio tímido, me cohíbo, no me sale fácil, pero pasó que en la película era yo mismo, porque el personaje era tal cual era yo en la vida real, en mi vida cotidiana. Gonzalo Infante era Matías Quer. En Machuca actué de mí mismo y salió bacán por eso. La personalidad de Gonzalo Infante era como la mía: tímido, tranquilo, por eso me salió natural.

La única persona vinculada a Machuca que fue invitada a su matrimonio fue Andrés Wood. Del resto, poco sabe. "No me seguí viendo con ninguno. Con Ariel nos hicimos muy amigos en la película, nos llevamos súper bien, pero la relación no siguió", detalla. Años después, en 2013, fue contactado por la prensa cuando Ariel Mateluna fue detenido por tráfico de marihuana. Matías apareció en la portada de La Cuarta con una de las frases que dio en dicha entrevista: "La droga trae puros problemas".

-Fue como si te hubieses desmarcado de él…

-No, para nada. Fue la única vez que hice una declaración mínima al respecto ¡y terminé de portada! Yo no me meto en nada. A él le tengo mucho cariño, pero no sé ni en qué está ahora. Me acordé de todos hace poco porque en una encuesta sobre chilenidad que hicieron para el 18 de septiembre vi que salía que la película más representativa era Machuca, cosa que no me esperaba.

-Bueno, es una película que retrata un periodo político y social que marcó la historia del país. Quizá como resaca del filme, ¿te seguiste interesando en temas políticos?

-Me interesan, pero desde la filosofía política, no tanto como de militar en un partido. No me siento parte de ningún partido. Mis amigos de derecha me dicen que soy de izquierda; y mis amigos de izquierda me dicen que soy de derecha; entonces me siento muy desplazado hacia el medio, pero tampoco me interpreta algún partido de centro.

"Cuando la gente me felicita por mi actuación, me da vergüenza porque no creo que sea un buen actor. Soy medio tímido, me cohíbo, pero pasó que en la película era yo mismo."

-Se cumplieron 15 años del estreno de Machuca. ¿Cuál sería tu recuento?

-Todavía no sé cuánto me cambió la vida… Obviamente me marcó, es parte de quién soy, de lo que he hecho, pero no sé si me ha abierto puertas o me las ha cerrado. No sé si ha afectado mis decisiones. Fue caótico cuando tuve mis cinco minutos de fama, pero eso ya pasó.

-Quizá ésta debió ser la primera pregunta: ¿La gente aún te reconoce en la calle?

-Sí, me quedan mirando y saben que soy uno de los protagonistas de Machuca. A veces me piden selfies y accedo feliz. Pero quizás el lado B de mi recuento es que no me gustó la fama. No me gustó estar tan expuesto y descubrí temprano que moriría de lata de ser famoso, de ir al mall y que me pidan selfies o autógrafos. Tal vez Gonzalo Infante, mi personaje en la película, también se habría muerto de lata de haberse hecho famoso.