Si uno escucha con atención la cuenta del gobierno podría advertir dos partes. Una primera en donde se declara lo que se cree que hace y una segunda en donde se dice algunas de las cosas que el gobierno hace.

Este ejercicio me recordó un libro que recientemente ha sido publicado en Chile del historiador uruguayo, Javier Rodríguez Weber, Desarrollo y Desigualdad en Chile (1850-2009) Historia de su Economía Política, Editorial: Centro de Investigaciones Diego Barros Arana (Dibam). Año: 2017. Es un libro de historia sobre la desigualdad económica en Chile.  Lo interesante de este libro es que no solamente presenta datos distributivos sino que hace un estudio dialéctico de como cambios, incluso inesperados, y contextos afectan el desarrollo de la desigualdad. Uno de los resultados es la identificación de tres factores estructurales que afectan la dinámica de la desigualdad en el largo plazo. Estos son: la preponderancia de la explotación de los recursos naturales en la estructura productiva, instituciones políticas incrustadas y de muy complejo cambio y el poder económico y político de la elite.

A la luz de esto me gustaría referirme al cuento de esta cuenta.

Porque lo que el gobierno declara creer que hace es justamente afectar la desigualdad. Declara que en Chile no se había hecho lo suficiente para combatir las grandes desigualdades que arrastraba. Lo dice en pasado porque el gobierno declara haberlas superado. El gobierno declara que en Chile imperaba la pura lógica de mercado en temas vitales como la educación, la salud o la vivienda. Que la economía descansaba en las bonanzas pasajeras o en la visión cortoplacista donde no hay crecimiento sostenido ni se favorece el emprendimiento. Que la democracia no representa bien el poder de los ciudadanos o se tolera la corrupción, crece la desconfianza y el sentido de comunidad se debilita. Declara que la situación no daba para más y que era necesario hacer cambios de fondo, con participación de todos y mirada de largo plazo.

Creo que estamos de acuerdo con una parte de eso. El tema es ocupar la forma verbal de pasado en vez de presente. El país no se encontraba en esa situación, sino que se encuentra, como otras veces en su historia, en una situación insostenible. Con alta presión por democratización de la economía, la política y la vida en general.

En la segunda parte, la cuenta declara creer que ha superado todo esto con las políticas que ha diseñado con la participación de todos y todas.

¿Es así?

Claro que no. Hace ya varios años hay un profundo malestar social que demanda el fin a las AFPs y un nuevo sistema de seguridad social. El gobierno en franca dilatación de toda medida en este ámbito llama a comisión de expertos, los expertos cercanos a él le diseñan con un gran esfuerzo por llegar a un amplio acuerdo una propuesta de cambio, era un cambio pequeño, pero importante. ¿qué pasó? El gobierno se encuentra con que los dueños de las AFPs y estos, por supuesto, no desean ninguna propuesta que no sea dar más a las AFPs, el DL 3500 es una LOCE que necesitan quórum calificado y finalmente parte del mismo gobierno simplemente no cree que los principios de la seguridad social deban normar el sistema de pensiones. Entonces, llegamos a una propuesta que no toca a las AFPs, profundiza el sistema de capitalización individual y deja un pequeño atisbo de seguridad social con bonos para la mujer y para los hombres, con un claro error conceptual para enfrentar colectivamente los cuidados no remunerados. Ni se ha escuchado a las mayorías, ni se ha superado la lógica del mercado en seguridad social, ni ha disminuido el poder de las elites en el diseño de las políticas.

Algo similar podríamos decir de los subsidios a la demanda en educación y vivienda. Con la gratuidad para el que no puede pagar. Con una industria inmobiliaria desregulada. Con Isapres intocables.

Creo que esto realmente no pasa por superación de lo que ya es insostenible. Quisiera que fuera así realmente, pero no creamos cuentos.

Como en el libro Rodríguez Weber (2017) reporta en otros momentos de nuestra historia. Aquí hay instituciones políticas incrustadas con una elite insensible a los cambios, y en realidad todo sigue igual. Lo malo con esto es que también el libro reporta que todo esto junto siempre lleva al conflicto social, que es ineludible.

Seguir sin hacer nada relevante, aceptando la presión de la elite y declarar creer que las políticas que da cuenta realmente supieran lo que existe no supera lo que es insostenible y tampoco evitará el conflicto.

La gestión de aquello pasa por distribuir el poder para realizar paso a paso una nueva etapa en nuestro desarrollo. Pasa por realmente aceptar que la élite está cómoda con la desigualdad, que las instituciones políticas actuales están congeladas y hay poca democracia. Para eso uno puede generar pequeños cambios que generan grandes efectos, por ejemplo la propuesta de sistema mixto y empezar a redistribuir el poder para que la amenaza de no inversión se haga irrelevante.

El cuento de creer que la situación insostenible ha sido superada es solamente eso, un cuento. La realidad es más compleja. Falta mucho aún y falta en primer lugar enfrentar nuestra propia historia.